Respeto a los muertos

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24 nov 2016 / 22:41 h - Actualizado: 25 nov 2016 / 07:00 h.
"Rita Barberá"
  • Respeto a los muertos

La muerte de Rita Barberá debería ser motivo de reflexión y de duelo para todos. Al fin y al cabo, la que fue alcaldesa de Valencia durante casi veinticinco años y senadora en la actualidad, era una persona.

El día del fallecimiento de la señora Barberá, las redes sociales eran un hervidero en el que los mensajes acerca de ella se multiplicaban cada minuto. Y muchos de esos mensajes no mostraban, ni mucho menos, el respeto debido a una persona que acaba de fallecer. Produce sonrojo repetir algunas de las frases malsonantes, insultantes e indignas que se pudieron leer. Otros mensajes sí, eran respetuosos y decían lo que cualquier ser humano piensa después de conocer la peor de las tragedias que no es otra que la muerte.

Las redes sociales, convertidas en un juzgado de guardia desde hace mucho tiempo, habían condenado a la señora Barberá. Ya no sabremos si el juez; el de verdad, el que instruye la causa en la que Rita Barberá estaba investigada, el único que puede juzgar; hubiera condenado o hubiera archivado la causa. Pero esa sentencia dictada en internet por una parte de la sociedad que parece dispuesta a construir una realidad virtual descontrolada y descerebrada, esa sentencia, sí la conocemos. Aunque, sin saberlo, sin ser conscientes de lo que han hecho, esa sentencia solo habla de las personas que dedican muchos de sus esfuerzos a jugar con la presunción de inocencia que todos debemos tener asegurada. Es posible que, como consecuencia de esa condena por parte de muchos y, por qué no decirlo, por parte de unos medios de comunicación que todavía creen que el escándalo es lo único que vende y, por tanto, es la tabla de salvación a la que agarrarse; es posible que esa condena haya motivado parte de un deterioro físico que agravó el estado de salud de la señora Barberá. Todo esto debería ser motivo de reflexión por parte de todos.

Y, por otra parte, el gesto mezquino, incomprensible y más que lamentable, de los diputados de Unidos Podemos, ausentándose del hemiciclo durante el minuto de silencio que se guardó en memoria de Rita Barberá, resultó una triste muestra del nivel moral de esos representantes del pueblo. A un político hay que exigirle que sepa diferenciar entre lo que es la diferencia ideológica y una especie de guerra que nadie ha declarado salvo algunos que no parecen saber cuál es su papel en un Estado de Derecho. Confundir un minuto de silencio con un homenaje político es algo tan grotesco que cuesta trabajo entender. El señor Iglesias ordenó a su grupo salir del hemiciclo. Suponemos que pensó en hacer un gesto de cara a la galería para que quedase bien claro que su forma de pensar no claudica ante nadie ni ante nada. Aunque lo que consiguió fue demostrar su falta de talla política y moral. Lo único que consiguió fue demostrar que sus ideas claudican ante un puñado de votos y una cámara de televisión.

Tocaba dejar las diferencias a un lado, tocaba olvidarse de unos odios inexplicables, tocaba guardar silencio. Tocaba pensar que hacer política no es enfrentarse al enemigo en una batalla sangrienta. Unos lo hicieron y otros no. Y todos sin excepción quedamos retratados.