Respeto al prójimo

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21 mar 2017 / 23:59 h - Actualizado: 21 mar 2017 / 23:59 h.
"Podemos","Pablo Iglesias"
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El debate sobre si la televisión pública debe ofrecer o no la misa católica los domingos, como servicio al ciudadano, ha llegado a provocar algunas actitudes entre los nuevos políticos que van de lo sorprendente a lo insultante. Siendo el debate sobre creencias y religiones algo especialmente delicado, es difícil comprender cómo es posible que algunos de estos políticos (nuevos) no midan sus palabras con el fin de evitar conflictos innecesarios.

Es conveniente señalar que el nivel de audiencia registrado durante las emisiones de la celebración de la eucaristía, es especialmente importante. El domingo pasado se superaron las 700.000 personas que, en la franja horaria en la que se realizan, es significativa. Es decir, no se trata de un servicio para unos pocos. Al contrario, son muchos los que, por distintas razones, asisten a estas misas televisadas. Se podría discutir si existe preferencia por un tipo de confesión u otra en la televisión pública, si la presencia de las diferentes religiones debe ser igualitaria o si debería estudiarse alguna fórmula alternativa, pero es indiscutible que el servicio al ciudadano es algo evidente.

En cualquier caso, lo más llamativo del debate que está abierto son las manifestaciones de algunos políticos sobre la Semana Santa y la misa televisada.

Pablo Iglesias decía, hace unas fechas, en Radio Set, que él «jamás quitaría la celebración de la Semana Santa». No deja de ser sorprendente que un diputado diga esto y que, de forma implícita, deje dicho, al mismo tiempo, que si quisiera lo haría, pero que no va a ser así aunque pueda. Deja estupefacto que justifique sus palabras añadiendo que su padre «vive en Zamora y hay una Semana Santa preciosa» y que la Semana Santa «no es sólo una manifestación religiosa sino también cultural que es interesantísima para entender nuestro país». Por una parte, justificar su postura aludiendo a que en Zamora la Semana Santa es preciosa es, por lo menos, pueril y deja en evidencia el grado de reflexión de Iglesias, al menos, en este asunto. Por otra, el señor Iglesias debería saber que la Semana Santa en España no es interesante para entender lo que sucede en España, porque es imprescindible. Y debería saber que las manifestaciones religiosas son, en sí mismas, parte de la cultura de los pueblos. Otra cosa es la espiritualidad de cada persona, cómo la viva o cómo la manifieste cada uno de nosotros. No se puede mezclar lo personal y lo que forma parte de la tradición de un pueblo. El señor Iglesias debe entender, además y lo antes posible, que los políticos no son elegidos para poner y quitar lo que les gusta o desagrada. Hacer política es construir un futuro común que permita el progreso y no ordenar un país teniendo como referente los gustos personales.

Carlos Sánchez Mato es, según su perfil en redes sociales, «economista y concejal de Economía y Hacienda de Madrid y de Vicálvaro por Ahora Madrid. Responsable de Políticas Económicas de IU Federal». Este concejal ha publicado en su cuenta de Twitter el siguiente mensaje: «El Jesús de Nazaret de esta gentuza de #YoVoyaMisa estaría apedreando a mujeres adúlteras y mercadeando en el templo. #Asco». Es decir, las personas que afirman ir a misa, que reconocen su implicación con la religión católica, con respeto, sin insultar a nadie, ni mencionar otras confesiones; las personas que manifiestan que su religión es la que es y se sienten orgullosos por ello, son para este concejal gentuza. Y Sánchez Mato habla, además, de asco, de lapidaciones y de mercadeos en los templos. Un mensaje, sin duda, ofensivo e innecesario, rebosante de una animadversión que no se entiende fácilmente.

Si este es el nivel de los discursos de los nuevos políticos, pobre hasta la saciedad, vacío de contenidos, ofensivo y un insulto a la inteligencia de muchos; entonces, en España tenemos un enorme problema. La prudencia, la sensatez y el sentido común, debe ordenar lo que dicen todas las personas sin excepción. Y ser político no exime de esa responsabilidad. Al contrario, obliga de forma expresa.