SOS UE Refugiados

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17 ene 2017 / 23:44 h - Actualizado: 17 ene 2017 / 23:44 h.
"Unión Europea","Refugiados"
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España adquirió un compromiso con la Comisión Europea por el que debería acoger antes de septiembre de 2017 a cerca de 18.000 refugiados dentro de nuestras fronteras. Otros países se comprometieron, del mismo modo, a recibir a un número de personas determinado para tratar de aliviar el problema que se producía cuando millones de seres humanos intentaban escapar de la guerra, del hambre y de una vida sin futuro alguno.

No hace falta decir que las medidas que se tomaron y, sobre todo, las medidas que se han ido adoptando para dar cumplimiento a las mismas, han sido del todo insuficientes. No parece que el problema que se plantea, cuando miles de personas se hacinan en campos de refugiados sin medios suficientes para tener una vida digna, sea prioritario para ninguno de los Gobiernos europeos. Y lo que produce sonrojo es que algo así esté ocurriendo a las puertas de la vieja Europa y nadie sea capaz de reaccionar proponiendo una solución razonable. Más de cinco millones de refugiados esperando y la entrada de menos de quince mil en el espacio europeo, son datos que se desprenden de una primera valoración de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR); datos que deberían conmocionar a cualquier europeo con un mínimo de sensibilidad ante los problemas de las personas. La CEAR ha querido hacer hincapié, en ese mismo balance, en que al día mueren 17 personas huyendo de las guerras y de la violencia, que el Mediterráneo se llevó hasta sus fondos la vida de cerca de cinco mil personas, y que sólo en Oriente Medio viven cinco millones de desplazados en condiciones durísimas que no les permite disponer de un mínimo margen de maniobra y necesitan ayuda urgente.

Es evidente que Europa funciona con la inercia que aportan siglos de existencia. Tanto como que se desestabiliza en el momento en que cualquier agente externo y extraño aparece en escena. Sorprende que la nueva estructura europea no sea capaz de responder a una demanda humanitaria que, seguramente, no ha tenido precedentes y que tendrá como resultado un efecto desconocido y peligroso para la estabilidad del viejo continente.

Está claro que los europeos no somos capaces de entender que la zona de confort, en la que estamos instalados hace ya muchos años, podría acoger a muchos de esos seres humanos que no pueden más que malvivir en una tienda de campaña, después de ser recibidos a golpes en muchos casos y después de hacer un viaje organizado por cualquier grupo mafioso. Entre esas personas hay niños, ancianos, jóvenes y adultos, que han estudiado carreras en su país de origen, que desempeñan un oficio con profesionalidad, personas que estarían dispuestos a realizar cualquier trabajo a cambio de una vida posible. Es triste y doloroso que en Europa no seamos capaces de ofrecer un empleo y un futuro esperanzador a los que tratan de llegar hasta aquí.

Como ya viene siendo costumbre, han sido y siguen siendo las entidades privadas las que han cargado con el mayor peso de toda la atención a los refugiados. Dentro y fuera de las fronteras. Los Gobiernos han estado más dedicados a mantener reuniones carísimas para acordar cosas que luego no han cumplido. Y eso es algo que debería avergonzarnos a todos.

Lo que resulta más curioso es que, según las estadísticas de población actuales y las previsiones futuras, no nos vendría mal (especialmente en España) tener mano de obra en el país que pudiera ir equilibrando con el paso del tiempo el efecto que se producirá al jubilarse una parte importantísima de la población para dejar en manos de muchos menos individuos la carga que supone soportar un sistema de pensiones que, al contrario, necesita un número de afiliados mucho mayor que el actual.

El drama que supone tener a miles y miles de personas pasando frío y hambre unos metros más allá de las fronteras resulta perverso para un continente que podría acoger a todos. Y parece necesario que los políticos se pongan a trabajar duramente para conseguir que la entrada de estas personas sea rápida, ordenada y fructífera para todos.