Donald Trump parece defender una idea que causa perplejidad a cualquiera que reflexione sobre lo que supone que en Estados Unidos, cada año, mueran 32.000 personas tiroteadas. La idea del presidente de los Estados Unidos de América es que las armas se pueden controlar con más armas. Ha llegado a decir que un centro escolar sin armas defensivas en manos de personas preparadas para repeler ataques violentos es algo parecido a un imán que atrae locos con un fusil en las manos. La solución, entonces, es que los profesores que tengan formación militar y conozcan bien las armas acumulen un pequeño arsenal por si el colegio es atacado. Las primeras preguntas que se plantean de forma obligada el que escucha una reflexión así son: ¿Y si alguno de los profesores utiliza esas armas que se acumulan para defender el colegio para asesinar a los alumnos? ¿Hay que armar a los alumnos por si los profesores se vuelven locos y disparan contra ellos? ¿Armamos al 100 por cien de la población para evitar matanzas?
Comprar un arma en Estados Unidos es relativamente sencillo. Ahora, se estudia la posibilidad de elevar la edad de compra, una mayor dureza a la hora de valorar la estabilidad mental del comprador y la prohibición de las conocidas como bump stock (piezas que convierten un arma semiautomática en una ametralladora). Trump no habla en ningún caso de prohibiciones o restricciones en la venta de armas. Obama dejó su cargo frustrado por no conseguir una leve mejoría en una situación peligrosa e inexplicable; Trump quiere que las armas acaben con las armas. Otro disparate más.
La última matanza en Parkland (Florida) parece que ha puesto en movimiento a las personas que no comprenden una sociedad armada hasta los dientes. Por su parte, el lobby armamentístico toma posiciones y aporta ideas y recursos que van en la dirección contraria. Y, mientras, las personas en Estados Unidos mueren tiroteadas. Es un problema que parece irresoluble.
Debe servir el mal ejemplo norteamericano, con la venta de armas y la política de Trump basada en el miedo a todo y en la defensa de lo propio, como mantra estúpido y acomplejado que solo logra aislar a su país, para que en Europa ningún país caiga en la trampa que cuesta la vida a tantos miles de seres humanos en el que pasa por ser el más demócrata, libre y poderoso del mundo.