Hace una década Sevilla estrenó su red de carriles bici, que actualmente cuenta con más de 160 kilómetros. Una circunstancia que propició primero un cambio en la fisonomía de la ciudad y después una nueva forma de moverse por la misma más eficiente desde el punto medioambiental y también de movilidad. Un boom tan importante que desde entonces la capital hispalense no deja de aparecer en las listas de las mejores ciudades, tanto a nivel nacional como internacional, por el fomento del uso de la bicicleta. De eso hace diez años y, pese a los retoques que ha sufrido a lo largo de este tiempo, ahora requiere un nuevo análisis con el fin de evitar su estancamiento. Como ha ocurrido en los últimos años. Un ejemplo de ese retroceso es que el dibujo de los accesos a Torre Sevilla, pese a contar con amplísimo acerados, no recoge carril bici alguno. Y Sevilla necesita recuperar un terreno perdido imprescindible para evitar o al menos paliar los colapsos de tráfico que padecen los sevillanos a diario. Y al mismo tiempo por una cuestión de respeto al medio ambiente.