Susana Díaz se ha convertido en candidata a la Secretaría General de su partido y lo ha hecho haciendo una demostración de fuerza considerable. El pabellón número 1 de Ifema en Madrid se quedó pequeño para dar cabida a la gran cantidad de asistentes y se habilitó el número 3 desde el que se siguió el acto a través de una pantalla. Susana Díaz estuvo apoyada por Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba, Alfonso Guerra, Ximo Puig, Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page, Trinidad Jiménez o Carme Chacón, entre otros.
El mensaje que quiere lanzar el aparato político del PSOE está muy claro: volver a ser el partido de siempre, ser una alternativa de Gobierno, una España unida, encontrar la esencia perdida, no imitar a otras formaciones de carácter populista o escoradas hasta una izquierda excesiva y tener libertad para poder pactar porque eso forma parte de la política en democracia y no significa entregarse ni arrodillarse ante nadie. Díaz dice querer un partido fuerte porque España necesita que eso sea así. Para ello, busca acuerdos ideológicos y más pegados al pragmatismo político con el PSC, ya que serán una de las claves que ordenarán el futuro político del país y, por su parte, el PP no parece estar sabiendo gestionar un problema que se hace más grande cada día que pasa. Ese es el mensaje y la candidata es Susana Díaz. Y que sea ella la persona que quiere estar al frente del PSOE hace que sus seguidores, defensores y ella misma, traigan la figura de una mujer moderna, independiente y capaz, al discurso político común y de forma contundente, entre los que creen en Díaz. Durante el acto de ayer, Matilde Fernández llegó a decir que no iban a dejar que tocasen «ni un pelito» a la candidata.
Susana Díaz sabe que puede emprender este viaje con la garantía de estar arropada en todos los sentidos. Aunque parece que está dispuesta a asumir el cargo de secretaria general del PSOE y seguir siendo presidenta de la Junta de Andalucía, llegado el momento de tener que ceder el cargo de presidenta contaría con políticos capaces de ponerse al frente de un proyecto andaluz en el que están integrados totalmente. Mario Jiménez, portavoz de la Gestora actual; Juan Espadas, alcalde de Sevilla, o Ignacio Caraballo, secretario general del PSOE en Huelva y presidente de la Diputación Provincial de Huelva, son algunos de ellos aunque la lista es mucho más extensa.
Tiene razón Susana Díaz cuando busca un PSOE fuerte porque sabe que es la única forma de encontrar ese camino que parece perdido desde hace unos años. Y tiene razón cuando dice que en España es necesaria una izquierda moderada que pueda estar enfrente del Partido Popular. Ofrecer oxígeno a las formaciones políticas de carácter populista es posible que originase un retroceso económico que volvería a presentarse como el gran problema, puesto que la sociedad entera se resentiría al ser los recursos menores. Sin que funcione la economía es imposible que la riqueza nos lleve al progreso y a la posibilidad de mantener un bienestar social que tanto trabajo ha costado conseguir.
Pedro Sánchez, por su parte, logró reunir en Burjassot (Valencia) a cerca de 2.000 personas. Su mensaje es claro: hay que escorar hacia la izquierda al PSOE. Y su táctica, aunque él mismo lo niegue una y otra vez, pasa por una elección por parte de la militancia que deje a un lado a unos y a otro al resto. Decir que «en estas primarias solo hay dos opciones, la abstención o la militancia» puede explicarse de muchas formas, pero esa afirmación lleva a los militantes, indudablemente, a posicionarse de forma excluyente con él o contra él. El acercamiento de Sánchez a Podemos es claro y sus coqueteos con los independentistas colocan al candidato en un lugar que no deja lugar a dudas.
Patxi López, de una forma mucho más modesta, sin el tirón mediático de los otros dos candidatos, busca una propuesta equidistante. El problema es que, dada la situación de un partido que necesita volver a ser lo que era, no parece que esta alternativa cuente con demasiados respaldos.
La carrera hacia la secretaría general del PSOE ya ha comenzado de forma oficial. Ahora, solo queda esperar para poder comprobar el calado de la propuesta de Susana Díaz fuera de Andalucía, si la militancia se escora con Sánchez hacia un híbrido en el que quiere ser él el único piloto, y si López continua su camino o cede ante lo que parece un esfuerzo inútil.
El PSOE necesita, claramente, sumar y no dividir. Cualquier cosa que no sea eso provocaría una ruptura interna definitiva. Y algo así no sería bueno para España ni para, por supuesto, Andalucía.