Vuelven por sus fueros. Inmadurez al poder. Vuelven porque no se fueron. A su casa. Vuelven a las elecciones. Hábitat más cómodo que reformar la Administración. Vuelven a dilapidar nuestro tiempo histórico y a ser una lapa de la maltratada España productiva. Y no es la fuerza del sino. Todo puede mejorar o empeorar. Depende de todos. Nada es inexorable. Nada está predeterminado con un mantra de apriorismos. Nada impide aprovechar a los verdaderos jóvenes alternativos con talento o continuar aburriéndolos para que emigren. Finlandia hace 100 años aún era una colonia de los zares rusos y ahora está en séptimo lugar mundial por renta ‘per capita’. Bélgica va a la inversa, empeñada en desintegrarse y cada vez peor gestionada. Tarda ¡12 días! en reabrir el aeropuerto de Bruselas (capitalidad europea) tras un atentado. En la España disuelta podemos jugar a ser hormigas finesas o cigarras belgas, mientras nos contentamos con admirar a los numantinos Nadal y Simeone.
La abstención bronceada ganará en las urnas del 26 de junio. Y la Eurocopa comienza a disputarse el mismo viernes que se autoriza a pedir el voto sin eufemismos. ¿Los candidatos pasearán por los chiringuitos playeros y por las piscinas municipales para estrechar manos y repartir besos, en lugar de hacerlo por calles y mercados? Les anticipo su canción del verano: «Y tú más, y tú más, y yo menos». En la España disuelta al calor del postureo, ¿quién se va a calentar la cabeza buscando una solución para que no sigamos comiéndonos ya el fondo de reserva de las pensiones futuras?