Nuestra señora de Guadalupe

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Álvaro Romero @aromerobernal1
20 nov 2017 / 23:13 h - Actualizado: 20 nov 2017 / 23:15 h.
"Viéndolas venir"

El domingo abandonó este mundo, como todas las princesas eternas, una paisana a la que la maldita enfermedad del olvido quiso condenar absurda e injustamente. Sin embargo, no ha conseguido condenarla ni siquiera la muerte, porque su príncipe, que ni es azul ni va vestido de galas, sino exalbañil de toda la vida, se ha dedicado en cuerpo y alma a que el Amor no sea cosa de cuentos, sino de andar por casa, así en la tierra como en el cielo. Era su marido, y hace más de una década no solo dejó su trabajo para siempre, es decir, para siempre estar con quien había sido su amor desde los doce años, sino que fundó una asociación a la medida de su mujer y la bautizó con su nombre en forma de la Virgen Santa, pues él tenía a su esposa en un altar y se lo ha demostrado sacrificando su vida a tiempo completo con las ofrendas del cambio de pañales a media noche, del paciente desayuno hasta las migajas del amanecer, del baño sin mañana, del peinado como siempre, de las risas impenitentes en esa adolescencia crónica que la asaltó en la felicidad complaciente de que no iba a quedarse sola pese a la cruel desmemoria que la atenazaba...

La Asociación de Enfermos de Alzhéimer de Los Palacios y Villafranca, que sigue funcionando, y a lo grande, con decenas de familias que han encontrado en ella su fuerza, su terapia y su consuelo, tiene ya a su santa y a su profeta, y ambos son de aquí abajo, iban cogidos de la mano, los conocía todo el mundo. A partir de ahora será también la sede testimonial de la plenitud del amor, que, como el movimiento, se demuestra andando, con ese ímpetu cotidiano que no se parece en nada al hedonismo vacío que nos venden a diario por todas las pantallas, sino a la versión más valiente que nos enseñó Quevedo hace tantos siglos: Su cuerpo dejarán, no su cuidado; / serán ceniza, mas tendrán sentido. / Polvo serán, mas polvo enamorado. Guadalupe era una Señora, en efecto, ya para siempre Nuestra...