‘Cuando los ángeles duermen’, cine de alta tensión rodado aquí mismo

Filmada en los alrededores de Sevilla la segunda película de Gonzalo Bendala, ya en los cines, es un violento ‘thriller’ que transcurre en una aciaga noche

10 sep 2018 / 14:43 h - Actualizado: 10 sep 2018 / 08:24 h.
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  • El director Gonzalo Bendala junto a los actores Julián Villagrán, Marian Álvarez y Ester Expósito. / Jesús Barrera
    El director Gonzalo Bendala junto a los actores Julián Villagrán, Marian Álvarez y Ester Expósito. / Jesús Barrera

¿Qué le va a pasar a Germán –Julián Villagrán, Goya por Grupo 7–, un honrado padre de familia atribulado porque su trabajo le impide llegar a tiempo al cumpleaños de su hija? La respuesta, en forma de violento y trepidante thriller alevosamente nocturno, está en Cuando los ángeles duermen, segunda película del realizador Gonzalo Bendala tras debutar hace tres años con Asesinos inocentes.

Estrenada el pasado viernes en casi 100 salas de toda España, la cinta enarbola ese argumento tan cinematográfico de cómo la vida puede cambiarnos radicalmente en solo un instante. «Mi interés es que el espectador entienda la psicológía del protagonista principal que, de pronto, tiene que enfrentarse a una situación tan dramática, tan fuera de su alcance», relata Bendala. En ese sentido, dice, la película habla «del superhombre, del ser humano que tiene que romper las cadenas sometido, esclavizado y usar la fuerza como un león, para volver a nacer como un niño libre». Y no es azaroso en ese sentido que en un momento del filme alguien lea unas líneas del filósofo Friedrich Nietzche.

Germán ve su futuro hacerse añicos cuando, conduciendo de regreso a casa, atropella por accidente a dos chicas. A partir de ahí el drama se convierte en pesadilla con tintes de película de terror. Con la cámara siempre muy pegada al rostro de los protagonistas, Julián Villagrán recuerda la «intensidad» del rodaje, con «noches inacabables». Los Palacios, Utrera, Dos Hermanas y La Algaba son algunas de las localizaciones de la cinta, apenas distinguibles. «La historia podía suceder en cualquier parte. De hecho incluso el protagonista asegura sentirse perdido en la carretera, no reconoce ni dónde está», dice Bendala.

A lo largo del metraje se acumula en Cuando los ángeles duermen iconografía prestada del cine de terror norteamericano. La casa abandonada, el motel de mala muerte, una persecución por medio del campo... «Todo eso está ahí pero nada juega un papel tópico. De hecho, una de las principales dificultades que tenía poner en pie esta historia era que, durante bastante rato, pretendo que el público empatice antes con el perseguidor que con el perseguido, y esto es algo inédito», reflexiona Gonzalo Bendala sobre una película que ha coincidido en la cartelera con otros dos estrenos nacionales: Carmen y Lola y Las distancias.

«La tradición de cine de género en nuestro país es muy importante desde la época de Historias para no dormir de Ibáñez Serrador», considera la actriz Marian Álvarez (Goya a la Mejor Actriz por La herida). Junto a ella, la debutante Ester Expósito, reconoce que su entrada en la pantalla grande no ha podido ser «más intensa». «El director mantuvo durante todo el rodaje un nivel de estrés muy alto para que diéramos todo de nuestra parte. Porque la película es de esa forma, el nivel va in crescendo durante todo el metraje, sin descanso. Y recuerdo cómo en cada escena mi estado de shock era mayor».

Hay dos momentos fundamentales en el relato, y ninguno de ellos pueden ser descubiertos aquí. «Uno es el punto de no retorno del protagonista –Germán–, y otro es el final», dice Bendala. Una conclusión dura como el acero y que golpea al espectador. «Pero pese a su crudeza es absolutamente consecuente y creíble», opina Álvarez. «Yo creo que lo que el realizador ha querido contar de una manera muy gráfica es como un cervatillo inocente se puede convertir en un león depredador. Que cada cual haga su propia reflexión al respecto sobre si actuaría o no como mi personaje», concluye Julián Villagrán.

CRÍTICA

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España, 2018. 91 minutos. Director: Gonzalo Bendala. Intérpretes: Julián Villagrán, Ester Expósito, Marián Álvarez, Marisol Membrillo, Adolfo Fernández, Helena Castañeda

Lo peor que le pudo pasar al largometraje de debut de Gonzalo Bendala, Asesinos inocentes, fue que una cinta que quería tomarse tan en serio se tornara en el visionado una improbable e inesperada comedia por lo escasamente creíble del relato. En tres años la lección la ha aprendido y si algo no hay precisamente en Cuando los ángeles duermen es margen de error dramático alguno. Estamos ante un estricto thriller, cuando no casi en el cine de terror puro. También es mucho mayor el nivel de exigencia; su nueva película exuda tragedia y Bendala no traiciona la lógica final de la historia que nos cuenta, llevándola hasta el final con todas las consecuencias. Y es ahí, en el final, que cae como una losa y que epatará a más de un espectador, donde reside la mayor gloria de un trabajo que, de pronto, en el tramo conclusivo, parece mirar estéticamente incluso al Michael Haneke de Funny games. Cuando los ángeles duermen se cierra con tanta fuerza que suscita una ovación que disculpe algunas de las pequeñas incongruencias o excesos del nudo de acción que la precede.

Ejemplarmente protagonizada por un Julián Villagrán en el papel de ‘hombre excepcionalmente común’, el realizador consigue, en efecto, que sintamos empatía ante el cúmulo de despropósitos a los que se verá abocado. La cinta, en fin, consigue que funcione una amalgama de préstamos del cine de suspense norteamericano y que sintamos, a la vez, como propia esta aportación hispana, este nuevo quiebro de Carretera al infierno sin un villano claro pero sí con una víctima difícil como resulta ser una de las chicas atropelladas. Ester Expósito da una incómoda y agresiva réplica al protagonista y, pese a ceñirse sobre ella buena parte del drama inocente en el que se ve envuelta, tardaremos en apreciarla como tal, como presa y no como depredadora. Muy amarrada en el guión para que el puzzle encaje –quizá excesivamente–, Cuando los ángeles duermen es, pese a algunos matices, un notabilísimo salto de altura para su director, Gonzalo Bendala.