Dice un viejo proverbio que el sol brilla para todos, pero el Gobierno de España está dispuesto a rebatirlo con la única intención de beneficiar a las grandes empresas eléctricas. La amenaza de impuestos que gravaría el autoconsumo, normativas contrarias a la implantación de energías limpias a nivel doméstico o comunal y los mantras repetidos hasta la saciedad, dogmatizando sobre la imposibilidad de mantener un sistema energético basado en las renovables, son los oscuros movimientos de un lobby que en nuestro país tiene la misma fuerza que el lobby armamentísticos norteamericano: las empresas eléctricas. «Detrás de todo esto está la desinformación», apunta Cote Romero, directora de Ecooo, una rara avis empresarial (se autodefine como ‘empresa de no lucro’) que lleva más de una década trabajando en fomentar la participación ciudadana en el ámbito de las energías. «Tenemos un sistema energético muy opaco, muy complejo, que busca que la ciudadanía no comprenda nada y sólo participemos en el pago de la factura de la luz a una gran compañía eléctrica», explica Cote.
Hace 10 años, el desarrollo de las energías renovables de primera generación, por entonces primadas, estaban muy alejadas de los ciudadanos. «Nosotros queríamos que las personas normales y corrientes participaran en el desarrollo de estas renovables», recuerda la directora de Ecooo. Pero una década después el panorama nacional ha empeorado hasta límites irracionales. Las primas a la producción de energía limpia no sólo han desaparecido, sino que se ha dado un giro de 180 grados: el Gobierno español trabaja con ahínco e interés en lograr que la energía siga siendo el negocio exclusivo de las grandes empresas eléctricas y para ello ha sido crucial la ‘amenaza’ a aquellas personas que pretendan convertirse en sus propios productores de energía.
La protección del oligopolio ha llevado a desarrollar un borrador normativo de autoproducción (que el Ministerio de Industria envió a la Comisión Nacional de os Mercados y la Competencia el pasado 5 de junio) destinado a penalizar el autoconsumo solar de los ciudadanos, aunque ello suponga una clara contradicción frente a las políticas de lucha contra el cambio climático. Tan sólo la amenaza de esa normativa ha tenido su efecto al frenar a muchas personas que pensaban instalar placas fotovoltáicas para su consumo energético. Sin embargo, esa normativa no parece que pueda llegar a aprobarse, y si se hiciese se tumbaría muy rápidamente en Europa ya que vulnera hasta tres directivas europeas de obligado cumplimiento para el Estado español, según revelan desde Ecooo: «En el verano de 2013 ya se publicó un borrador, el del famoso impuesto al sol o peaje de respaldo, y nosotros fuimos a Europa y nos entrevistamos con la Dirección General de Energía de la UE donde nos aseguraron que sería muy fácil echarlo atrás en el momento que se publicase». Sin embargo, el Gobierno no lo publicó pero sí lo publicitó «logrando sus objetivos: que nadie hiciese autoconsumo en España, y ello sin tener desgaste jurídico». Pero esto no se cuenta en los medios de comunicación con tanta claridad, porque ello supondría desmontar la estrategia del miedo al sol que ha orquestado el Gobierno central en connivencia con el lobby energético. Por contra, el lobby eléctrico sí que ha logrado contaminar la opinión pública con mantras cargados de mentiras: «Nos han dicho hasta la saciedad que la energía nuclear es la más barata, pero es mentira... es la más rentable para los que la producen”, explica Cote que también denuncia «otras falacias como el tratar de hacernos creer que las renovables no aseguran el suministro porque son intermitentes». En efecto, la realidad desmiente a las eléctricas: 60 estados en el mundo se abastecen de energías renovables.
El fomento de medidas que impidan o restrinjan la autoproducción de energía por parte de los ciudadanos, tiene además nombre propio en España: Iberdrola, según apunta Cote Romero. Pero detrás de todo está el entramado gubernativo y económico del oligopolio energético: puertas giratorias de la política a estas grandes compañías, como ha sucedido con Felipe González (fichado por Gas Natural Fenosa tras dejar de ser presidente, o Jose María Aznar en Endesa). Con estos mimbres es difícil hacer una cesta de interés general para la ciudadanía.
«Hace 10 años desde Ecooo lo que pretendíamos es que cuando llegase la paridad de la red, es decir que nos costase tanto consumir de la red eléctrica como poner paneles fotovoltáicos para autoabastecernos –algo que se ya se ha producido: es más barato producir nuestra propia energía que comprarla a las eléctricas–, queríamos que todo el mundo estuviese tan familiarizado con las placas fotovioltáicas como lo está con un ordenador o con un frigorífico», apunta Cote Romero. Sin embargo, la política energética española ha frenado esta evolución social siguiendo el dictado de las grandes corporaciones. Y también han logrado con esta política anticiudadana que la gente contemple la tecnología de producción energética como un electrodoméstico esencial más de su hogar. Así, han alimentado un debate sobre los plazos de amortización de una instalación solar de producción energética mientras que nadie se compra un frigorífico, una lavadora o cualquier otro electrodoméstico pensando cuantos años tardará en amortizarlo.
Lo que sí quiere implantarnos el Gobierno en casa sin embargo son los mal llamados ‘contadores inteligentes’, que en Ecooo definen como «contadores listillos», forma parte del engaño energético: «En lugar de darnos una información muy valiosa a los consumidores para poder hacer una buena gestión de nuestra energía haciendo un consumo más sostenible y eficiente, los únicos que tienen acceso a esta información son las empresas distribuidoras de la energía», explica Cote, lo que demuestra que «una vez más no hay una política energética contando con el consumidor y donde se fomenten medidas de ahorro y eficiencia energética sino que vamos en dirección contraria: que cada vez consumamos más y más caro».
Pese a estas trabas, Ecooo tiene ya más de 80 plantas colectivas participadas por miles de personas de toda España, también han promovido el autoconsumo en casas y edificios de vecinos y han desarrollado campañas de ahorro y eficiencia energética mediante auditorias y en especial en el sector doméstico y en los centros escolares: «nos gusta usar la energía como herramienta pedagógica, convirtiendo a los niños en la escuela en pequeños-grandes auditores del propio centro». Un cambio de mentalidad esencial para lograr democratizar la energía y librarnos del yugo del oligopolio de las eléctricas.