Abra bien el gañote, llega el mosto

Umbrete fusiona el mosto y una ruta gastronómica en su fiesta de siempre, ahora en noviembre

24 nov 2016 / 22:46 h - Actualizado: 25 nov 2016 / 07:00 h.
"Vinos"
  • Una multitud disfruta del mosto umbreteño en la fiesta del mosto celebrada el pasado mes de febrero en Umbrete. /Pepo Herrera
    Una multitud disfruta del mosto umbreteño en la fiesta del mosto celebrada el pasado mes de febrero en Umbrete. /Pepo Herrera
  • Mostito y aceituna, dos exquisiteces del Aljarafe. / Pepo Herrera
    Mostito y aceituna, dos exquisiteces del Aljarafe. / Pepo Herrera

Permítame, dilecto lector, que arranque el presente reportaje contando una anécdota personal. Un buen amigo británico, amante hasta la extenuación de todo lo ibérico –y de las mujeres de Pilas– osó probar en unas de sus visitas a nuestra tierra un vasito de mosto umbreteño. Porque el mosto siempre se ha de servir en vasito, de cristal en la taberna o de plástico si estamos en mitad del campo, preferiblemente junto a una candela.

El caso es que el inglés acabó prendado de ese caldo turbio, servido fresquito y que aderezaba un castizo montadito de melva. ¡Menudo maridaje para debutar! Ahora, aunque sea morador de las antípodas –Nueva Zelanda– no desaprovecha ocasión para recordar lo gustoso que le supo ese buche de «rico mosta».

Realmente, hablar del mosto es hacerlo de un vino sin par cuya crianza y consumo se reducen en el espacio–tiempo, es decir, que únicamente vive en el otoño–invierno del segmento suroriental de la provincia. Y es que en el Aljarafe solo existen dos estaciones: la de cuando se bebe el mosto y la de cuando se espera que llegue la anterior.

Así pues, cantemos albricias porque el mosto ya está aquí. Toca jolgorio en las tabernas, se abran los gañotes de par en par y que vivan los bocoyes a rebosar. Umbrete, en pleno corazón del Aljarafe, se erige también en capital vinícola de la provincia, gracias al caldo más valorado por estos lares, y no tiene mejor forma para celebrarlo que organizando una feria dedicada a la líquida ambrosía.

El mosto es mucho más que un motor económico local, es todo un concepto filosófico en este municipio que encara el futuro apoyado en la diversificación empresarial y especialmente, en el sector hostelero, que representa entre el 20 y el 25 por ciento del total de la economía local. A decir verdad, el jugo de uva es un auténtico modus vivendi del Umbrete del presente, como lo ha sido a lo largo de todas sus épocas históricas. Con la llegada del primer frío, este pueblo conocido por ser la cuna del vino más joven se moviliza en torno a sus barriles, desplegando una sana rivalidad que cataloga, a través de expertos mosteros que nada tienen que envidiar al mejor sumiller, cuál es el género más gustoso del pueblo.

Del latín mustum, esta bebida natural no contiene aditivos y es obtenida de varios tipos de uva, aunque es la Garría Fina la que ofrece mejores condiciones. Su principal diferencia con el vino blanco es que solo ha estado preso en bocoyes durante unas seis semanas. Lapso suficiente para a través de la fermentación realizar la vinícola metamorfosis que lo transforma desde el original zumo al virtuoso elixir.

Una extraordinaria ocasión para disfrutar de sus excelencias es la fiesta mostera por antonomasia que Umbrete festeja este fin de semana. Nacida en los 70, desaparecida durante la década de los 90, hasta ser providencialmente recuperada por el actual equipo de gobierno (PSOE) en 2004, no hay mejor evento para entender la importancia del mosto, y cómo no, para saborearlo. Máxime si va acompañado de una ruta gastronómica por este pueblo que es también punto neurálgico del buen comer en la provincia.

La gran novedad será que en el presente 2016 contará con dos ediciones, toda vez que ha mudado su tradicional fecha de febrero a la actual de noviembre, con objeto de «emparejarla con el mes del mosto», en palabras de Joaquín Fernández Garro, alcalde de Umbrete y sin duda, gran responsable del auge que esta cita turística y gastronómica ha experimentado en los últimos años. Tanto es así que en la pasada edición de febrero registró más de 25.000 visitas, consumiéndose 5.000 litros de mosto, unos 3.000 de aceitunas de mesa y generando un volumen de negocio de más de 600.000 euros.

No obstante, y tras tomarse la decisión a última hora de ayer, los malos augurios climáticos obligan a suspender los actos centrales del domingo que tenían por escenario el recinto ferial y donde se iban a celebrar la degustación de mosto, la muestra agro ganadera y el concurso de arrastre de piedra con mulos. Sí estarán vigentes otras actividades como la cata de mostos nuevos -el sábado a las 12 en la Casa del Mosto- o la nueva ruta gastronómica, ésta a celebrar en distintos establecimientos de la localidad, y que ofrece una tapa y un vaso de mosto por el módico precio de 2,5 euros.

Más allá de los imponderables meteorológicos, la difusión que este encuentro ya ha dado al sector vinícola y gastronómico del pueblo, comandando por Bodegas Salado y Aceitunas Escamilla, junto a hosteleros, asociaciones y hermandades, servirá para apuntalar los buenos cimientos del entramado económico local.