Adiós a Mariquita Fermín, ‘La Madrina’ de Los Palacios y Villafranca

Fallece María Maestre Estévez, que iba a cumplir en octubre 101 años, la señora más longeva de la localidad. Se entierra a mediodía

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
31 jul 2019 / 09:49 h - Actualizado: 31 jul 2019 / 09:57 h.
"Entrevista","La calle"
  • Adiós a Mariquita Fermín, ‘La Madrina’ de Los Palacios y Villafranca

Su familia, que era la de sus sobrinas, lo confirmó hace solo una semana: “Ha dado Madrina un bajón increíble”. Dar un bajón no parece algo extraño en una mujer centenaria, pero en el caso de Mariquita Fermín, como era conocida esta señora de Los Palacios y Villafranca que vino al mundo en el mismo pueblo en el que acaba de fallecer un 26 de octubre de 1918, sí lo era, porque María Maestre Estévez estaba siempre igual: sonriente tras sus gafas, acicalada, bien vestida, con su cabellera corta y rizada, coqueta hasta el infinito y siempre dispuesta a la conversación. Y en efecto ayer, a las cuatro de la tarde, su corazón dejó de latir. Tenía 100 años y nueve meses, la mujer más anciana de Los Palacios y Villafranca, conocida en su entorno familiar como “La Madrina”. Su más perentoria preocupación, desde el pasado mes de mayo, era haber dejado de teñirse el cabello porque le dolía el cuello al inclinar la cabeza cuando llegaba a casa el peluquero. Solo por eso ha lucido una linda caballera blanca en los últimos meses de su vida.

Mariquita adoptó lo de Fermín por su marido, Fermín Alonso Bobillo, un caballero al que nadie vio jamás sin su traje de chaqueta y su pisacorbata y que acostumbró hasta casi el último de sus días a llevarle a su señora el desayuno a la cama. Él, funcionario del Ayuntamiento; ella, señora en casa con varias criadas, formaban una pareja de las que ya no quedan, de misa diaria y conformadora de una gran familia sin haber tenido hijos. “Y sin embargo tengo hijos, nietos y bisnietos y aquí no falta nunca nadie”, dijo en una entrevista para El Correo de Andalucía el pasado 11 de mayo. “Me tienen en la gloria”, añadió desde el sillón del salón de su enorme casa de la calle Aurora.

Mariquita y Fermín, fallecido en 1994, fueron una pareja muy dada a socorrer a los más necesitados, pues en una parte de su hogar siempre vivió alguna familia con escasos recursos. “Fermín ayudó a mucha gente, arregló muchas pagas, muchas jubilaciones, muchos papeles, y siempre desinteresadamente”, recordaba su señora. “Por aquí vino mucha gente a que Fermín le arreglara lo suyo, pero luego no vino nadie a darle las gracias”, se quejaba, “salvo uno de los Peteneros, que le trajo, después de que le dieran su primera paga, una botellita de vino dulce y a Fermín se le saltaron las lágrimas de emoción”.

Era la misma época del legendario cura Don Juan Tardío, “que a mí me decía a veces que tenía que ir al Cerro, a socorrer a esta o a la otra familia”, recordaba. “Entonces yo le decía que me iba a cambiar de ropa y de zapatos, porque entonces tendrías que haber visto el fangal que era aquello”, contaba, “y Don Juan me respondía que yo viera la manera pero que fuera”.

Cuando hace solo unos meses le preguntamos si había sido feliz, ella se apresuró a contestar en presente: “Que he sido no, que soy muy feliz”.

Hoy se dirá una misa por el eterno descanso de su alma, a las 12.00 horas, en la parroquia de Santa María la Blanca, es decir, en su parroquia. Ya descansaba en paz. Ahora, en otra parte.