La pasión por las bicicletas clásicas de Mariano García, un utrerano de 41 años, unida a la imaginación y la buena mano con la costura de su esposa, Isabel Rojas, conforman la base sobre la que se asienta La Sana, una asociación que realiza concentraciones y salidas en las que los socios lucen atuendo de época mientras pedalean sobre sus vetustas aunque remozadas monturas, en una estampa que retrotrae a la España rural de mediados del siglo pasado.
Todo empezó cuando Mariano, que corrió «en bicis de carretera federado, desde cadetes hasta aficionado, pero era del montón», descubrió la joya que tenía en su corral el abuelo de Isabel: «Es una Orbea de los años 40-50, que usaba para ir al campo a sembrar verduras y tenía las ruedas reventadas de la carga. Yo la veía colgada allí y me daba pena. Así que me la llevé a mi taller en el campo y la preparé para ponerla en funcionamiento».
Así comenzó la afición de restaurar bicicletas de Mariano, que pronto se hizo con una Benotto italiana y después adquirió una francesa de los años 20, la más antigua de su colección: «Los frenos no son de varilla sino de cable, los guardabarros son de madera, los pedales de hierro...», repasa maravillado. «La he restaurado con recambios totalmente originales, en negro, es preciosa». La colección fue creciendo poco a poco y en la actualidad ya rebasa el centenar de máquinas: «Las tengo todas en un garaje. La mayoría (un 90 por ciento) en funcionamiento, con las ruedas algo vacías para que no se cuarteen», explica.
«Tengo unas 40 ochenteras, como las que salían en Verano Azul, de las marcas GAC, Motoretta, Torrox, California de BMX... las pinto en su color original y les busco las calcas. Y de carretera tengo más de 20: Orbea clásicas de los años 70, BH, Togano, Torrox, GAC, Vitus, Colnago...», relaciona antes de señalar sus objetos más peculiares: «Tengo dos triciclos tuneados, uno de ellos con un carrito de lechero, un sidecar antiguo. Ahora estoy enredado con un triciclo para el repartidor de carbón».
El último hito de la colección es un velocípedo que ha reproducido, «imitando un Penny Farthing», con un sillín inglés antiguo.
A partir de esa afición nació la Asociación de Bicicletas de Época La Sana, entidad constituida en Utrera «hace unos cinco años» y que debe su nombre a que «los amigotes llamaban así a mi taller por una broma de la película El Astronauta». La integran algo más de 25 socios, aunque «solemos acudir como mucho 18 ó 20 personas a las salidas».
SEMANA DE LA MOVILIDAD
Encuentros que inauguraron con motivo de un Día de Andalucía y a partir de ahí han participado en eventos de diversa índole, como la Semana Europea de la Movilidad de Sevilla –han estado los dos últimos años–, uno organizado por ferroviarios también vestidos de época y todo tipo de concentraciones de bicicletas retro, «aunque en Andalucía hay pocas y tenemos que renunciar cuando nos llaman de Valencia o Madrid porque el desplazamiento con tantas bicis es complicado».
También uno de coches clásicos que se celebraba años atrás en Espartinas y que ya el año pasado se mudó al Palacio de Congresos y Exposiciones, donde volverán este año en marzo. «Estuvo muy bien porque era un sitio enorme y vino muchísima gente», recuerda Mariano antes de apuntar que «la verdad es que hay bastantes bicis escondidas, bicis bonitas y bien conservadas que la gente no sabe valorar».
TODO ROPA RECICLADA
Si Mariano es el responsable de poner a punto las máquinas, su esposa Isabel Rojas y su amiga Meli López son las encargadas de dar vida al personaje en cuestión mediante la confección de los uniformes, para lo cual se las apañan con ropa reciclada que sacan de aquí y de allá: «Los atuendos de los distintos personajes los hemos creado buceando en los armarios de nuestros padres y abuelos o bien son cosas que nos dona gente que ya no las necesita y que sabe que salimos de esta guisa. Toda la ropa que llevamos es reciclada», explica Isabel, que realiza estas labores «los sábados y domingos, que es cuando no trabajamos y nos juntamos las dos para coser».
La práctica totalidad del material que utilizan es de segunda mano, «salvo alguna pajarita, tirantes o las plumitas para un sombrero». Incluso forran zapatos «con tiras bordadas que pegamos con silicona». Los trajes que más gustan son «los del cura, que está hecho con una túnica de nazareno, y el médico», dice Isabel, que añade: «Y también el del repartidor de La Casera, que está muy conseguido porque mi madre le bordó el logotipo».
«La verdad es que mucha gente se queda sorprendida al vernos y nos pregunta si estamos rodando una película, algunos trajes llaman mucho la atención», concluye.