Cuando el agua es el mejor sinónimo de solidaridad

El Consorcio Provincial de Aguas tiene por función primordial garantizar el derecho ciudadano a un abastecimiento de calidad y promover la coordinación entre sistemas hídricos

23 ene 2017 / 23:21 h - Actualizado: 24 ene 2017 / 21:48 h.
  • Joaquín Fernández Garro, José Carlos Díez y Blas Ballesteros -gerente-, en la sede del Consorcio Provincial de Aguas de Sevilla. / Jesús Barrera
    Joaquín Fernández Garro, José Carlos Díez y Blas Ballesteros -gerente-, en la sede del Consorcio Provincial de Aguas de Sevilla. / Jesús Barrera
  • Cuando el agua es el mejor sinónimo de solidaridad

Un acto rutinario, tan familiar como la vida misma. Girar la manilla y desencadenar un torrente de vida. De líquido elemento, de esa misma agua que eones atrás impulsaba civilizaciones y vertebraba pueblos. Un recurso que en nuestro ideario se torna infinito, pero que realmente está cercado por un cúmulo de amenazas que lo ha de convertir en poco menos que oro en paño, en este caso, en pantanos.

Hablar de agua, en cualquiera de sus conceptos, comprende la inexcusable referencia de la situación actual, que no es otra que la del necesario cuidado de preservación que requiere un bien con visos de escasear. Eso es lo primero que resalta de este encuentro propiciado por el Consorcio Provincial de Aguas de Sevilla, un ente de ámbito público, impulsado por la Diputación, cuyo propósito fundamental no es otro que el de homogeneizar las políticas hídricas del territorio sevillano, con muchos fines, pero con uno de ellos como estrella polar que marca su norte: que el agua que llega a todos los ciudadanos de la provincia sea idéntica en cuanto a niveles de calidad y en materia de abastecimiento, saneamiento y depuración.

Tratábamos la importancia del agua como un recurso imprescindible para la vida. Un axioma que bien podría tratarse de mera perogrullada, pero que no obstante, conviene destacar como de suma importancia. Esta circunstancia fue lo primero que saltó a la palestra en un coloquio informativo presidido por el propio vicepresidente del organismo provincial, Joaquín Fernández Garro, bien secundado por el Director del Foro de Economía del Agua, José Carlos Díez, a la sazón, economista de éxito y experto en la materia.

Las reservas se agotan, «en España hay sobreexplotación», dice casi con urgencia José Carlos Díez, a la primera ocasión que se le presenta. «En Sevilla quizás menos, pero sí en toda la costa mediterránea», continúa. El economista nos acompaña en condición de director de este importante foro hídrico de carácter nacional. «De La Junquera a Ayamonte existe un estrés hídrico importante, una zona muy turística, con usos industriales...» amén del uso agrícola, que ya había sido referido por ser este el destino de aproximadamente el 80 por ciento del total de agua dulce de España. Todo eso, teniendo en cuenta además otra variable de peso: el cambio climático. «Más calor y más evaporación».

La importancia del líquido elemento es tan primordial que incluso influye el desarrollo económico. Es imposible el auge de un sector como el turismo, en cualquiera de sus facetas, con sequías y restricciones. Igual pasa con la industria. «Un bien estratégico incluso para crear empleo», en palabras de Díez. Sin embargo, este bien, este recurso, está sobreexplotado, «hay que hacer buena regulación, es fundamental, y en este aspecto, Sevilla presenta una buena situación».

Así lo corrobora Joaquín Fernández Garro, vicepresidente del Consorcio –el presidente del ente es Rodríguez Villalobos, a la sazón, también presidente de la Diputación–. «Con la puesta en marcha de Melonares, hace unos meses, Sevilla tiene garantizada el agua para los próximos tres años en caso de que no llueva. Tenemos los pantanos al 80 por ciento, podemos decir que hay una buena situación, pero es cierto que la evaporación es cada vez mayor y hay menos precipitaciones, eso, con el paso del tiempo, obliga a hacer más eficientes los consumos». Tanto es así que desde el año 92 al pasado 2016, la reducción del consumo en toda la provincia se redujo un 20 por ciento por habitante.

Es en este punto cuando pide la palabra Paco Lombardo, secretario del Foro de Economía del Agua y auténtico experto en las cuestiones hídricas. Lombardo hace una rápida radiografía a base de datos de la situación del agua en el planeta: «Solo el tres por ciento del agua total del planeta es dulce, del cual, el 48 por ciento está en los casquetes polares, que además se están derritiendo y esa agua se torna salada». Y es que el cambio climático, a pesar de Trump, es una realidad innegable. Cada vez hay Menos agua y más consumo, porque desde 1975, «hemos pasado de 3.600 millones de habitantes del planeta a más de 7.800 millones».

Con estos ingredientes, el cóctel está servido. Abrir el grifo es sencillo, pero el proceso que hace que ese acto sea asequible, es bastante más complejo. Y trabajoso. Fruto de un servicio perfeccionado a lo largo de años de funcionamiento, el recorrido que sigue esa gota de agua que mana del cielo hasta llegar a nuestros hogares es inmenso. «Para empezar es fundamental la tarea educativa que se hace», refiere, por alusiones, Fernández Garro. En cuanto al proceso, todo nace, como es obvio, tras la precipitación. Existen redes de captación que hacen que el agua llegue hasta el pantano, desde donde es transportada hasta las estaciones de tratamiento de agua potable, para ser sometida a un proceso de potabilización. De ahí es distribuida hasta los depósitos reguladores, situados habitualmente en cada municipio, antes de que finalmente llegue a la red. Pero ese proceso es el que sigue el agua de consumo, sin embargo, el trabajo de los sistemas de agua –ahora hablaremos de ellos– no acaba aquí. Hay que recoger el agua usada, y esas aguas fecales han de llevarse a estaciones de tratamiento de agua residual para devolverla el medio en las condiciones legales y óptimas para el medio ambiente.

Un periplo que además de complejo, es altamente costoso y necesario de grandes infraestructuras. Pese a ello, la situación del servicio y de los equipamientos en la provincia de Sevilla está en condiciones inmejorables, resultado de las inversiones realizadas. «Según los datos, Sevilla es todo un ejemplo», confirma el vicepresidente del Consorcio, que se corrobora con un botón de muestra: el agua de Sevilla está depurada al 94 por ciento, por el 92 por ciento de la media andaluza.

En este sentido, en virtud de un marco de abastecimiento que es referencia nacional, cobra sentido el trabajo que realiza un ente como el Consorcio Provincial de Aguas de Sevilla. Nacido hace poco más de una década, trabaja para conseguir que cuestiones geográficas en la provincia no sean óbice para que el ciudadano disfrute del agua en condiciones de equidad, con buen acceso al recurso. En ese sentido, hay que destacar que en la provincia aún existen 26 municipios que no se han integrado en un sistema de aguas. «Venimos realizando una labor de entrevistas con los responsables políticos, que ya está dando frutos», destaca el vicepresidente. 24 de estos 26 entes poblacionales han manifestado su intención de integrarse en el sistema que por ámbito geográfico le corresponda, de los actuales cinco: Emasesa, Aljarafesa, Aguas del Huesna, Consorcio de Aguas del Plan Écija y Consorcio de Aguas de la Sierra Sur. «Es una tarea en la que están implicadas Diputación y Junta, y que rechaza los bloqueos políticos, porque no busca más que conseguir la equidad entre los ciudadanos», en palabras de Fernández Garro, que por otro lado, considera que pese a que son 26 de 105 entidades las no consorciadas, el porcentaje de población es mínimo, al tratarse de municipios de no demasiado rango poblacional.

Al respecto anterior, y casi al unísono, José Carlos Díez y Paco Lombardo, exhibieron que la realidad nacional hace, de nuevo, muy bueno el estado que presenta Sevilla. «En España hay 8.600 municipios y operan hasta 2.500 sistemas de agua, es un disparate». La homogeneización de las políticas de agua ha de ser el gran objetivo a ambicionar para todos los gestores hídricos y gobiernos de este país.

Si bien es cierto que la entrada en un sistema de agua encarece el precio del agua de consumo, es fundamental tener en cuenta que se abre de igual forma un abanico de posibilidades para los pueblos conveniados. Desde infraestructuras y equipamientos, hasta mejora de anillos de presión y estaciones de tratamiento, así como programas de sensibilización dirigidos a sus escolares. Pero los beneficios no acaban ahí, ya que con Aljarafesa como punta de lanza, se aplican mejoras sociales como el aplazamiento del pago del agua, ya vigente o medidas que suponen un paso más y que garantizan este derecho universal, que no es otro que en aquellas familias con un único miembro percibiendo salario, y siendo este inferior al SMI, se le asignan 100 litros días de agua gratis por cada miembro de la unidad familiar. Hablamos de una familia que ha pasado por un proceso de servicios sociales municipales, ya que son los Ayuntamientos quienes tienen que dar esa alarma al propio organismo de agua.

Tras este largo repaso a la actualidad hídrica de la provincia, no cabe más que pensar en un futuro halagüeño. Ahí aparece la figura del observatorio de aguas, un órgano multidisciplinar que el Consorcio Provincial pretende impulsar con la intención de recabar datos y experiencias de primera mano, que sean capaces de testar y hacer una fotografía auténtica del agua en Sevilla. Una idea ilusionante que proveerá además flujo tecnológico, participación ciudadana, ideas para aplicar mejoras sociales y sobre todo, examen diario a la gestión con objeto de remediar en tiempo real. Un brindis, con agua de calidad, para todos los sevillanos.