Dentro de la subasta de armas de la Guardia Civil

Hasta 723 armas de fuego se exhiben estos días para su puja en el cuartel de Pítamo, una oportunidad de conseguir un arma legal de segunda mano... o de ver un arsenal

08 jun 2017 / 12:04 h - Actualizado: 08 jun 2017 / 12:05 h.
"Guardia Civil"
  • Exposición de pistolas en la subasta de armas de la Guardia Civil, todas con la correspondiente etiqueta del arma. / Manuel Gómez
    Exposición de pistolas en la subasta de armas de la Guardia Civil, todas con la correspondiente etiqueta del arma. / Manuel Gómez

Mientras el corrillo del público se arremolina en torno a las más de 400 escopetas de caza menor, el responsable de la intervención de armas, el subteniente Juan Morón señala una pistola que pasa desapercibida..., en una esquina de la sala donde los postores examinan el armamento. Se trata de una réplica de una pistola de época. Con su martillo percutor y todo. Casi parece una pieza de atrezzo, pero si esta aquí es capaz de matar.

La Guardia Civil ha autorizado a El Correo a visitar una de las periódicas subastas de armas –la última se celebró en junio de 2016, pero la anterior en 2012– que está obligada a celebrar. Quienes quieren vender armas de fuego de segunda mano o simplemente ya no pueden seguir teniéndolas porque ha caducado la licencia de armas tienen la opción de ofrecerlas aquí al mejor postor como alternativa a inutilizarlas, lo que se denomina en el argot achatarrar.

En las instalaciones del cuartel del Pítamo se ofrecen 723 armas de fuego. La mayor parte, escopetas (451), pero también rifles –hay 24 y son las piezas más cotizadas porque permiten la caza mayor–, 37 pistolas, 169 revólveres... Pero más allá de los números hay historias detrás de algunas de estas armas: la del tirador olímpico con empuñadura adaptada a la anatomía de su mano, también las de la empresa de seguridad que deshecha por viejas sus espectaculares escopetas, armas impresionantes pero ya solo fachada: una de ellas tiene la boca donde se introduce la munición con el muelle atascado.

Otra curiosidad es una pistola que parece una funda de gafas. Con dos balas del calibre 22, el mismo que tenía el arma que acabó con el presidente de EEUU John F. Kennedy en 1963.

La subasta comenzó el día 5 y la exposición estará abierta –mirar puede mirar todo el mundo– hasta el viernes. La puja, a sobre cerrado, se celebrará el martes, día 13. En ella ya solo pueden participar quienes posean licencia para el arma por la que pujan: especial para armas de avancarga si quieren hacerse con el pistolón imitación época del primer párrafo, de empresa de seguridad para alguna de las más espectaculares escopetas, E o D para las de caza, F para las armas de tiro olímpico, B para las armas cortas y de defensa personal –pistolas–... En Sevilla y su provincia este mercado está restringido a las 75.000 personas con licencia de armas –que además, indica el responsable de la Intervención, acumulan unas 130.000–.

Y el procedimiento no es sencillo. Quien se haga con alguna de estas armas deberá, en la era del compre por un clic, hacer al menos tres viajes a las oficinas de la Intervención de Armas de este cuartel: para mirar, para pujar y para llevarse el arma con la documentación –la guía, en el argot– cambiada a su nombre. Y otros dos a Hacienda.

Porque todas estas armas son estrictamente legales. Ni están ni se esperan las que están relacionadas con delitos, cuyo destino habitual es acabar achatarradas una vez el juez considera que no aportan nada más al esclarecimiento de los hechos.

El origen de casi todas es el mismo: el dueño quiere deshacerse de ellas y las ofrece en almoneda a través de esta vía legal que pasa por la Guardia Civil porque además de la transacción comercial se tramita el cambio del DNI –la guía– del arma. Un carné que indica quién es su dueño, su calibre o munición.

El precio de salida de las armas en esta subasta 2017 oscila entre los 30 y los 1.000 euros –sobre todo, las de tiro olímpico, de gran precisión–, explica el subteniente Morón. «Hay armas muy por debajo de su precio, y otras sobrevaloradas». La media es que el precio de salida signifique una rebaja del 60% respecto a su precio como arma nueva, prosigue.

No obstante, en la subasta de 2016 –que contó con 1.300 armas y 2.000 visitantes– solo colocó el 20% de las armas. Es muy frecuente que las subastas se declaren desiertas –por ejemplo, con las armas obsoletas de las empresas de seguridad el porcentaje puede llegar al 95%– y en ese caso el destino es inexorablemente el achatarramiento, salvo para piezas que tengan validez museística. Pero se expondrán inutilizadas y en contados museos de armamento o de la Guardia Civil, expone el subteniente.

Sin embargo, a lo prolijo de los trámites se añade otra contradicción con el espíritu del consuma cuanto más, mejor: las armas expuestas no se pueden examinar, ni tocar, por cuestiones de seguridad. Una seguridad que completan dos agentes que no pueden perder de vista los dedos de las decenas de curiosos. La diferencia entre llevarse una ganga o un trasto a menudo solo se podría conocer con este examen, lo que ofrece la única dosis de incertidumbre y aventura a uno de los procedimientos más regulados que hay en la Administración.

La regulación comienza casi desde el principio: solo pueden pujar quienes tienen licencia de armas. Quien carece de este documento no puede tener ni portar –ni poseer– un arma. Y esta licencia no solo caduca: se pierde por un control de alcoholemia positivo, y de forma mucho más fulminante cuando alguien interviene en un delito de violencia de género o en cualquier otro que tenga carácter violento.

LA VENTA POR INTERNET ESTIMULA EL TRÁFICO ILEGAL

Posiblemente una de las personas que más entiende de gestión de armas en Sevilla, el subteniente Morón, no ofrece el dato de cuánto pesa el mercado negro de armas, pero reconoce que es un problema que tiende al alza y que obliga a reforzar los controles y la coordinación con la Agencia Tributaria y las aduanas. Cada día, «en Sevilla, en España y a nivel global» detectan un aumento del tráfico ilegal de armas, generalmente para fines mucho más siniestros que el coleccionismo friki.

«El problema es la paquetería por internet», un hábito de consumo que en los últimos dos años se ha extendido como la pólvora y que pone las cosas más difíciles a los encargados de velar por la seguridad de los demás. Dentro del espacio Schengen los controles los deben efectuar los países de origen del envío, y normalmente cumplen ese encargo con eficacia, explica el responsable de la Intervención de Armas. No ocurre igual cuando los envíos provienen del exterior de la UE.

Las armas ilegales que más circulan de esta manera son las pistolas, porque son más fáciles de empaquetar.

Por otro lado, la subasta de armas supone un enorme consumo de recursos humanos y materiales a la Guardia Civil –hay que clasificar, y custodiar durante al menos un año varios centenares de armas–, explica el subteniente Morón, sin que el cuerpo ve un céntimo: todas las pujas se pagan en Hacienda –que hay que visitar al menos dos veces para obtener un arma por la vía de la subasta–. El subteniente se plantea que no sea tan insensato suprimir esta subasta y achatarrar directamente las armas que ya han cumplido una vez su función.