Descendientes del gallo conocen la obra de su antecesor

Cuatro generaciones de la familia de José Márquez Fernández se han reunido en torno a la escultura del gallo, réplica de la leyenda de Morón

María Montiel marmondua /
11 may 2018 / 20:51 h - Actualizado: 11 may 2018 / 22:20 h.
"Arte"
  • Hasta cuatros generaciones de la familia Márquez Fernández visitaron ayer la obra del gallo de Morón. / M. M.
    Hasta cuatros generaciones de la familia Márquez Fernández visitaron ayer la obra del gallo de Morón. / M. M.

Tiene 102 años de edad y es todo un referente en Morón de la Frontera. El popular gallo otea la distancia desde el privilegiado Paseo de la Peña. Obra de José Márquez Fernández, esta escultura –ejecutada en bronce y con un peso de 98 kilos– fue la primera referencia de Morón a su gran leyenda del siglo XVI.

Hasta el paseo se trasladaban ayer los familiares de Márquez Fernández en una visita al municipio que tanto aportó a su predecesor. Allí fotografiaban la escultura que realizaba su pariente hace más de un siglo. Poco antes, hasta cuatro generaciones del escultor se daban cita en este emotivo acto que comenzaba en el salón de plenos del Ayuntamiento donde el alcalde, Juan Manuel Rodríguez, daba la bienvenida a la familia.

Allí el primer edil contaba que, en el centenario de la obra, «se le entregaba la máxima distinción a la escultura como es la Medalla de Oro de la ciudad». Destacaba Rodríguez la importancia de este monumento ya que «tuvo la habilidad de darle forma a la leyenda y, hoy día, se sigue manteniendo esa imagen del gallo sin plumas». Posteriormente se realizaría otro «de mayores dimensiones y de estética más moderna, aunque sigue el mismo espíritu». Esta segunda construcción de 1999 está situada en el Paseo de la Alameda, hecha de acero inoxidable y con un peso de una tonelada.

Sus nietas Montse y Cristina relataban alguna que otra anécdota de esta creación de la que le encargaron hasta tres bocetos. Entre ellas el hecho de que durante un tiempo «se llegó a desconocer su autoría comentando que era anónima». Sin embargo, poco después, preguntando a los vecinos se conoció que este sevillano era el autor «y se le hizo una entrevista sobre ello a sus ochenta años poco antes de morir».

La vinculación de Márquez Fernández con la ciudad la detalla Montse. Su nieta explica que la mujer del escultor «tenía una abuela en Morón y se venía a pasar los fines de semana aquí». Él se encargada de recogerla, entrando entonces en contacto con Jerónimo Villalón-Daóiz y Pérez de Vera, conocido terrateniente, que le hizo el encargo de este gallo. Se da la circunstancia que el lugar donde se encuentra la escultura eran los jardines de la casa de aquella abuela, que luego fueron cedidos al Ayuntamiento de la ciudad, cuyos uniformes de maceros también son obra Márquez.

Según el cronista de la ciudad, Juan José García López, «la estatua del gallo no es considerada una obra de arte destacada, su mismo autor la califica de monumento humorístico con muchas limitaciones», relataba el cronista en el centenario.