El año de fuego y bronce

Provincia. El 2016 se salda con el peor incendio del año a nivel regional, que arrasó este verano más de 1.800 hectáreas en El Castillo de las Guardas, y con un hallazgo arqueológico sin precedentes: el de las ánforas y monedas romanas del Zaudín el pasado mes de abril en Tomares

31 dic 2016 / 06:37 h - Actualizado: 31 dic 2016 / 08:37 h.
"Las noticias de 2016"
  • Una de las ánforas halladas en el parque del Zaudín en Tomares, repleta de monedas de bronce. / Pepo Herrera
    Una de las ánforas halladas en el parque del Zaudín en Tomares, repleta de monedas de bronce. / Pepo Herrera
  • El año de fuego y bronce

El 2016 ha pasado por la provincia de Sevilla dejando tras de sí un reguero de fuego y cobre. Podría parecer el título de una obra fantástica cualquiera, pero lo cierto es que si ha habido dos hitos que han marcado el año por su relevancia mediática, esos han sido el devastador incendio desatado este verano en El Castillo de las Guardas, en el que ardieron más de 1.800 hectáreas, y el hallazgo de las ánforas cargadas de monedas romanas en el transcurso de las obras del parque del Zaudín, en Tomares, el pasado mes de abril.

Porque este último ha sido catalogado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía como «el mayor conjunto de monedas romanas descubierto en España y uno de los mayores del mundo», lo que ha motivado el despliegue de una ardua investigación por parte del Museo Arqueológico de Sevilla, si bien actualmente se encuentra en stand by porque, desde el pasado 21 de diciembre, existe una exposición didáctica abierta a todo aquel que quiera saber un poco más de este descubrimiento sin precedentes. Y es que desde que un trabajador de Tragsa las desenterrase en una zanja de un metro de profundidad, estas vasijas están permitiendo «reconstruir científicamente la historia», según la directora del museo, Ana Navarro, quien apunta que las 53.000 monedas, asociadas al periodo tardorromano entre los siglos III y IV d.C y que tienen efigies de hasta cuatro emperadores de la época como Diocleciano o Maximiano, estaban destinadas «al pago de los soldados». Es más, a tenor de su ubicación, todo parece indicar que en la zona existía, por aquel entonces, algún tipo de «conflicto» o «peligro» y, por eso, las ánforas estaban a buen recaudo en el subsuelo de una edificación. La posibilidad de contemplar estas ánforas es, por tanto, un «auténtico privilegio», en palabras de la Consejería, que no habría que demorar demasiado, teniendo en cuenta que es posible que a lo largo del mes de enero sean retiradas de la exposición para iniciar un profundo estudio de investigación, «que implicará numerosos análisis, aplicando diferentes tecnologías».

Para la historia ha quedado también el desastre medioambiental que sufrió El Castillo de las Guardas, con consecuencias devastadoras para sus vecinos tras el peor incendio del año en Andalucía. Desatado en la calurosa tarde del domingo 28 de agosto en el paraje de La Jarilla, mantuvo en vilo a toda una comarca y a más de 300 efectivos del Plan Infoca trabajando a destajo durante siete largos días. Varios meses después, la localidad lucha por reponerse de un fuego que se llevó por delante arbolado, pasto y ganado, uno de los principales pilares de la maltrecha economía íntimamente ligada también al turismo o la actividad cinegética, que inevitablemente se han visto mermados por el incendio de un pueblo que aún hoy espera un balón de oxígeno en forma de ayuda de las administraciones públicas. No en vano, con su incansable alcalde, Gonzalo Domínguez, a la cabeza, el Ayuntamiento castillero ha dado los pasos pertinentes para obtener la declaración de «zona catastrófica», por si esta puede traer, a pesar de la contradicción, algún tipo de esperanza. De hecho, el pasado 3 de diciembre, la Junta entregó los primeros 25 planes de restauración de los suelos afectados por el incendio para ir poco a poco recuperando los terrenos.

Hay que destacar que el fuego forestal, que también afectó este verano a municipios vecinos como El Ronquillo o Guillena, no dejó ninguna víctima mortal si bien, aunque en menor medida que el año anterior, en el ámbito doméstico sí que se llevó la vida de un hombre de 69 años, cuyo chalé situado en Utrera ardió a principios de año por una mala combustión de la chimenea.

El medio ambiente provincial se ha visto también amenazado de otras formas. Este año no ha faltado la aparición de decenas de peces muertos en el Guadiamar –en mayo– y en el Guadaíra –en septiembre–, pero el paraje que ha sufrido las consecuencias de la dejadez más absoluta ha sido, sin duda, el del entorno del arroyo Riopudio, en cuya restauración –que finalizó en octubre de 2015– se invirtieron 11 millones de euros pero cuya conservación ha estado durante todo el 2016 como la falsa moneda, de mano en mano y ni la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, ni la Mancomunidad de Desarrollo y Fomento del Aljarafe, ni la Diputación, ni la Junta, se la queda.

Sigue fallando el sistema

No porque solo haya sido una menos hay que olvidar que la violencia machista volvió a hacer acto de presencia –afortunadamente menos que en 2015 cuando fueron asesinadas cuatro mujeres–, en esta ocasión en Olivares, donde se sucedieron una serie de catastróficas desdichas en un sistema que sigue fallando y que denegó una orden de alejamiento a una joven dominicana que había denunciado a su asesino poco tiempo antes de que la matara.

La justicia también tendrá que esclarecer otros asuntos en los que se perdieron vidas de manera cruenta, como en el crimen de La Rinconada en el que Ana Vázquez, madre de tres hijos, murió tras recibir más de 50 puñaladas y un golpe en la cabeza de manos, supuestamente, de sus cuñadas, que reclamaban a la víctima la herencia de su hermano fallecido. Porque en todas las familias hay disputas económicas pero solo las más despiadadas acaban con sangre de por medio. Sucedió esto en Arahal, hace apenas unas semanas, cuando un vecino toxicómano cosió a puñaladas a su hermana y su madre, muy queridas en el pueblo, por dinero para drogas. Es más, entre un asesinato y otro, se gastó hasta 750 euros en cocaína.

Claro que para cruentos la carretera y el tajo. Por un lado, la N-IV, que a pesar del comienzo de las obras de su desdoble ha sumado cuatro muertes más a su terrible historial. Tres veinteañeras sevillanas que aún tenían toda la vida por delante –la madre de una de ellas ha liderado un frente institucional por la liberalización del peaje que ha cogido fuerza en los últimos meses- y un camionero de Bailén que pasaba por allí y chocó frontalmente con otro vehículo. La inseguridad en la carretera afectó especialmente al ciclismo, un deporte que tuvo que lamentar, en febrero, la muerte de José María Falcón Peche, del club Lebrija, atropellado por una conductora que se dio a la fuga y que no pagó por lo que hizo hasta cuatro días después del suceso. La Policía sí pudo pillar en el acto al conductor del coche que mató, hace tan solo unas semanas en Sevilla, a Francisco Javier Cabeza, creador de la prueba ciclista La Capitana de Guadalcanal. También fue cazado el autor del atropello mortal de un peatón en Carmona, que cuadruplicaba la tasa de alcohol y que, recientemente, ha sido puesto en libertad bajo fianza. Y no in itinere pero sí mientras trabajaban murieron este año cinco personas en Écija, Isla Mayor, Salteras (dos trabajadores) y Sanlúcar la Mayor.

Robo en Santiponce

Volviendo al patrimonio sevillano, especialmente sonado fue el robo de los azulejos del siglo XVI, obra de Niculoso Pisano, que se custodiaban en el Monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, donde este suceso ocurrido en agosto abrió el debate de la negligencia de la Junta de Andalucía con respecto a uno de los conjuntos monumentales más importantes de la provincia. Según las denuncias de partidos políticos y asociaciones en defensa del patrimonio, la seguridad brillaba por su ausencia, si bien el Gobierno andaluz, que tras el expolio rescindió el contrato con la empresa encargada de la protección, ha quedado exento de responsabilidad por decisión de la Fiscalía.

Poco antes, otro monumento poncino de gran valor como es el anfiteatro romano de Itálica saltó a la fama mundial, esta vez por tener el honor de convertirse en escenario de la séptima temporada de la conocida serie Juego de Tronos, que alarga su idilio con la provincia tras haber rodado ya en Osuna –en 2014– y en Sevilla capital –dos años seguidos–.

La última alegría del año, por cierto, llegó en forma de millones, aunque con menos incidencia que otros años. Un segundo premio de la Lotería dejó casi un millón y medio de euros en Écija, y también rozó con algún décimo a Lora del Río y La Puebla de Cazalla. Arahal se llevó el cuarto premio, y varios quintos fueron a parar a Lora, Alcolea del Río y El Ronquillo.