Día de estreno de mochilas, estuches, libretas y bolis. Nervios por reencontrarse con los compañeros de clase, por saber qué profe será este año el tutor. Vuelta a los recreos. Para algunos, porque otros, como los 500 alumnos del colegio La Colina de Camas, no podrán jugar a sus anchas por su patio sin correr riesgo. El problema de grietas que presenta el edificio desde su construcción, y que en los últimos años ha copado las páginas de los periódicos por las reiteradas protestas de la asociación de madres y padres ante la dejadez de la Junta de Andalucía, se ha visto empeorado en los últimos meses con la ola de calor, que como todos los años, asoló a la provincia. Según la madre de una alumna de 8 años y presidenta del AMPA, Carmen López , con el calor las grietas se han dilatado, hasta el punto en que en algunos casos cabría «sin problema» una pierna. Tal es la situación, que la dirección del centro aventura el cerramiento del patio trasero, que se sumaría al patio de Infantil y a las pistas deportivas, que ya están clausuradas.
El terreno de arcillas expansivas sobre el que se asienta el centro explica que desde que se construyera, hace casi 40 años, las grietas sean un problema endémico del colegio. De hecho, a escasos metros de unos de los patios –el de Infantil–, se erige el bloque del residencial Jardín Atalaya, que desde hace un año está desalojado por problemas estructurales, y que si no hubieran actuado los vecinos por cuenta propia, podría ceder hacia el edificio escolar.
El delicado estado no se simplifica en una queja de los padres y algunas fotografías de las grietas. En febrero de 2013, el antiguo Ente Público Andaluz de Infraestructuras y Servicios Educativos –ahora convertido en la Agencia Pública Andaluza de Educación y Formación– emitía un informe contundente sobre el estado de conservación del edificio. El ISE señalaba las «fisuras» que sufren los rellanos de las escaleras –«que en algunos casos permiten meter una pierna», según López– y fisuras «en la sala de profesores» y en la «esquina del cerramiento» debido a «los cambios de temperatura y la fragilidad de la fábrica de ladrillo». Aunque el ISE veía necesario «acometer» actuaciones de mejora, apuntaba que las circunstancias del centro no implicaban que el edificio presentara «síntomas de inestabilidad» y recalcaba que «reúne las condiciones de seguridad y habitabilidad necesarias para su uso».
Educación tuvo en cuenta las recomendaciones de su entidad y ese mismo año anunciaba a bombo y platillo una inversión de 880.000 euros para reparar los desperfectos que nunca llegó a liberarse. La «impotencia» de ver que los años pasan y nada se hace obliga a los padres a retomar las protestas que ya tuvieron lugar el año pasado. Todavía no hay un calendario, pero el AMPA empezará a trabajar una vez se haya reunido hoy con la dirección de centro. «Pero si hay que dejar de ir a cole o nos tenemos que manifestar, lo haremos», sentencia López. Sobre todo después de ver que pasa septiembre, las obras no se acometen y que no estarán listas para enero del año que viene como prometió la Junta, explica la presidente de la asociación. Pero la administración autonómica no es la única que tiene desesperados a estos padres, el mantenimiento no es el deseado «y el Ayuntamiento solo parchetea y no arregla las humedades».