Hace justo una semana que todos los grupos de la oposición en el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira comparecían en bloque para anunciar su hartazgo por la presunta deriva del gobierno municipal, al que exigía la convocatoria de un pleno extraordinario en el que debatir sobre el estado de la ciudad. Respondió la alcaldesa, Ana Isabel Jiménez, sin dilación, con la concovatoria de una sesión para la tarde del pasado jueves, tras el pleno ordinario de febrero. Quisieron ver aquí los más agoreros la antesala de una moción de censura casi inevitable, cuya sombra ha sobrevolado la última semana sobre el Consistorio alcalareño, y que lejos de convertirse en realidad parece ahora más que nunca, una rabieta ya sin importancia.
El temido debate sobre el estado de la ciudad fue larguísimo. Acabó al filo de la medianoche y, por momentos, fue incluso insustancial. La tan temida intervención del bloque opositor apenas rozó a la alcaldesa, que desde su privilegiada ubicación en el salón, vio como sus detractores se enmarañaban en un batiburrillo de denuncias que se iban desinflando por sí mismas. Se trató el tema del tan cacareado presupuesto y la oferta de empleo público, pero se echaron en falta propuestas de calado del lado opositor, que centró el discurso en regodearse en reproches, en lo que se traduce en una oportunidad perdida.
Arrancó la sesión de la mano del portavoz socialista Gómez Menacho, quien dibujó a base de argumentos y datos un retrato de la ciudad, «que demuestran la estabilidad y recuperación que vivimos», afirmó el edil, «aunque ahora venga la oposición a vendernos una imagen distorsionada en la que al parecer todo está mal». A lo largo de media hora, Menacho ofreció cifras contundentes y vindicó la labor de los socialistas que «hemos bajado la deuda de Alcalá en 28 millones de euros», resaltó. No dejó pasar la oportunidad para recordar que el Ayuntamiento ha bajado «el pago a proveedores de 60 a 32 días». Tampoco obvió aspectos como la política social, el deporte o desarrollo, y remarcó la concesión del nuevo instituto para la ciudad, «que ya es una realidad» gracias a un documento en el que se recoge su inclusión en los presupuestos de 2018.
De parte de la oposición abrió la lata la portavoz municipal de Ciudadanos, Rosa Carro, que tiró de una cita de Adolfo Suárez para llamar «a la concordia». Fue el único punto amistoso de una intervención que rozó la media hora y en la que la edil echó en cara al gobierno municipal «su incapacidad para poner en marcha un proyecto para Alcalá». Tomó la palabra a su término la concejal Jéssica Garrote, igual de dura en sus palabras hacia los socialistas que estéril en sus propuestas ante la situación caótica que dibujó. El también concejal no adscrito Juan Luis Rodríguez Mancera fue el siguiente en liza, con un discurso que por momentos parecía rozar el dadaísmo. Llegó a hablar de acoso escolar y la necesidad de comprar «vehículos eléctricos o híbridos» para el Ayuntamiento. La portavoz andalucista, Lola Aquino, le siguió, con un discurso más estructurado, pero más centrado en el reproche que en las propuestas.
Fue la portavoz de Izquierda Unida, María Fernández, quizá más concreta y no buscó tanto la confrontación, llegando a pedir «cohesión social» para el municipio. Alcalá Puede, de la mano de su portavoz, Pedro Nieto, centró parte de su discurso, que se extendió a lo largo de 20 minutos, en plantear preguntas directas a la alcaldesa como las referidas a la Casa de la Juventud o la ampliación del Rodríguez Almodóvar, y culminó acusando a los socialistas de vanagloriarse de reducir una deuda «que vosotros mismos habéis creado a lo largo de 40 años de gobierno». Eran ya las 11 de la noche cuando tomó la palabra para su primera intervención la portavoz del grupo Popular, Carmen Rodríguez Hornillos, quien volvió a achacar a la alcaldesa su «incapacidad» para manejar el Ayuntamiento, le afeó el no haber presentado presupuesto ni la convocatoria de la ansiada oferta de empleo público. Así se cerraba el turno para la bancada opositora, que dio pie a la réplica de Gómez Menacho. Tras responder, el socialista planteó una transaccional, que la oposición rechazó sobre la marcha.
Tomó entonces la palabra la alcaldesa, que instó a la votación de la propuesta planteada por la oposición, centrada básicamente en solicitar un presupuesto y una oferta pública de empleo. Tan blanda resultó la apelación que se aprobó por unanimidad y el voto favorable del grupo socialista.