El funcionario acusado de abusos a presas lo niega y señala a la directora

Tres reas de la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra afirman que el hombre les tocó el culo y los pechos. Él dice que es una víctima por haber denunciado trato de favor a Isabel Pantoja

23 ene 2018 / 19:06 h - Actualizado: 23 ene 2018 / 19:42 h.
"Sucesos","Sexo"
  • El funcionario de prisiones acusado de abusos, ayer delante del tribunal. / Raúl Caro (Efe)
    El funcionario de prisiones acusado de abusos, ayer delante del tribunal. / Raúl Caro (Efe)

Un funcionario de prisiones juzgado ayer por delitos contra la integridad moral de varias reclusas de Alcalá de Guadaíra, abusos sexuales a una de ellas y actividades prohibidas a funcionarios negó ayer todos los cargos y denunció que todo obedece a la animadversión de la directora de la cárcel.

El juicio, celebrado en la sección séptima de la Audiencia de Sevilla, quedó ayer visto para sentencia tras oír los testimonios de tres de las cinco supuestas víctimas de L.F.A.G.

Al no contar con las otras dos víctimas, el fiscal retiró la acusación por dos de los cinco delitos contra la integridad moral y rebajó de siete años y medio a cinco años y medio la pena de prisión, además de una multa de 7.600 euros y una indemnización de 2.500 euros para la víctima de abusos y 1.000 para cada uno de las otras dos.

La defensa pidió la libre absolución y esgrimió que en sus primeras declaraciones ante la inspección penitenciaria, tras abrírsele expediente disciplinario, ninguna denunciara nada y le enviaran cartas y «whatsapp de apoyo».

Las tres víctimas que declararon ratificaron los hechos, tales como que el acusado se metió en sus duchas, les enseñaba vídeos pornográficos en su móvil o las provocaba buscando contactos sexuales dejándose, por ejemplo, depilar en el patio. El acusado sólo reconoció que regaló postales y un CD a otra interna o que «jugaba con ellas al balón prisionero» porque su función no es sólo de vigilancia, sino de acompañamiento a personas que «están necesitadas de tratamiento» y a las que ofreció su apoyo, pese a que la directora de la cárcel testificó que su comportamiento era inadecuado y así se lo hizo saber varias veces.

Los hechos sucedieron entre 2013 y 2014 en la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra en la que el acusado entró en 2012 tras siete años de excedencia voluntaria (desde noviembre de 2014 está suspendido).

Atribuyó a la animadversión de la dirección a su denuncia de que una funcionaria ocupaba un puesto que no le correspondía y a que le consideran instigador del escrito firmado por 56 funcionarios denunciando un presunto trato de favor a la cantante Isabel Pantoja cuando ingresó.

Atribuyó las denuncias de las internas a presiones de la directora, algo que las reclusas negaron rotundamente y una de ellas dijo que le ha perjudicado porque la trasladaron a Huelva, donde hay compañeros del acusado que la «estaban esperando» y a través de los cuales le ha mandado «varios recados» o amenazas.

Un compañero funcionario testificó que esta víctima le contó que la directora de la prisión de mujeres de Alcalá de Guadaíra quería que declarara contra él y le comentó: «Yo sólo tengo cosas que agradecerle».

Ésta insistió ayer en el juicio que el acusado se metió dos veces en su ducha, le «tocaba el culo» en la cola de la comida y una vez lo hizo al salir de una visita de sus padres, hecho ratificado en el juicio por su progenitor, a quien le «sentó muy malamente». En una ocasión le quitó una carta de su novio y tras correr tras él para recuperarla, estando solos en la capilla, le dijo que «estaría dispuesto a que le hiciera una felación», le tocó «los pechos por encima» de la ropa e intentó besarla.

Otra de las internas declaró por videoconferencia que el acusado le hizo «mucho daño» pues la llamaba «machorra» y «tortillera de mierda», mientras una tercera relató que también se metió en su ducha y le dijo «qué culo más bonito tienes» y en la celda «por la noche venía en busca mía».

La directora de la cárcel declaró que todo esto le llegaba por internas y funcionarios pero no lo ponían por escrito, por lo que inicialmente le apartó de servicios en contacto directo con las reclusas y fue cuando una de ellas le habló directamente de sus «conductas sexuales» cuando pudo actuar.

«Nunca he tenido ningún conflicto personal con él, lo que he tenido son muchos consejos y mucha paciencia», dijo, tras calificar de «escandaloso», «inadecuado» y «prohibidos» algunos comportamientos del acusado porque «la relación de autoridad con las internas tiene unas limitaciones, eso es de sentido común».