El 14 de febrero de 2017, Manuel Antiller y su esposa cumplían 19 años de casados. Ya le había regalado a su señora unos pendientes, y para ese día tan especial le tenía preparado un colgante a juego. Durante la mañana le envió fotos del regalo, que le daría cuando se vieran por la tarde, a la salida de su trabajo como conductor de autobús de ruta escolar. Pero ese momento nunca llegó, puesto que sufrió un infarto al volante del autobús escolar que conducía.
Pero lo que podría haber desembocado en una tragedia fue resuelto de forma heroica, y en los últimos estertores de su vida Manuel consiguió frenar el autobús y apartarlo de la carretera, evitando un accidente de mayores consecuencias. Ese acto de absoluto valor, afanándose por evitar percances mayores aún cuando notaba que la vida se le iba, lo ha hecho merecedor, a título póstumo, del reconocimiento como Hijo Predilecto de Guillena.
En el pueblo le llamaban Chato, con Baliya como apellido, que «era como le decían a un tío suyo y a él le gustaba que lo llamaran también así», explica Yosué, su hijo. Abierto y sociable, «todo el pueblo lo conocía». Deportista y muy activo, «estaba en el club de ciclistas BTT Guillena». Le encantaba el fútbol y «se volvía loco con el Sevilla». A sus 46 años, gozaba de buena salud y nada hacía presagiar el que fue su fatal desenlace.
El día del accidente, venía de Carmona de recoger a niños en su habitual ruta. El monitor que acompañaba a los escolares contó que «empezó a decir que se le había nublado la vista y que no veía». Pero de forma rápida redujo la velocidad, giró y se echó a un lado y cayó sobre el volante, relata el hijo. «Fue un infarto fulminante y murió en el acto». Una ambulancia que pasaba por el lugar del siniestro en el momento del accidente trató sin éxito de reanimar a Manuel, que ya había fallecido. Sin embargo, los ocho niños se encontraban sanos y salvos, solo uno presentaba heridas leves por la maniobra. Un acto de coraje y capacidad de decisión en un momento tan crítico que incluso el Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, destacó en sus redes sociales.
La concesión del título de Hijo Predilecto de la Villa de Guillena a Manuel Antiller fue aprobada por unanimidad de todos los grupos políticos. La entrega del nombramiento se realizó en la séptima edición de los premios Soy Guillena, galardones con los que son reconocidos personas, colectivos, instituciones e iniciativas de la localidad. Junto con el Chato Baliya, este año han sido homenajeados Carmen Márquez, catedrática de Derecho Internacional; la banda de música Villa de Guillena; el taekwondista Alexis Domínguez; Sebastián Olmedo por su aportación a la vida social y cultural; Antonio Delgado Pitero, único futbolista local que ha jugado en primera división, y José María Fernández, médico de familia en Guillena desde hace tres décadas.
Fue el alcalde guillenero, Lorenzo Medina, el que entregó el título a Yosué, en la gala celebrada el pasado día 3 de febrero. Emocionado, «en mi intervención di las gracias al pueblo por el homenaje y el apoyo a la familia. Y dije que estaba muy orgulloso de mi padre, esperando que él también lo reciba con emoción».
No es este el primer reconocimiento que la familia recibe por la heroica acción de Antiller. La campaña Ponle Freno, iniciativa de responsabilidad corporativa del grupo audiovisual Atresmedia, destacó a Manuel con el premio Ciudadano en su novena edición. Un galardón decidido por votación popular a través de internet. En memoria de su padre, Yosué asistió al acto, realizado en el edificio del Senado y presentado por el periodista Matías Prats. Fue el presidente de la cámara, Pío García-Escudero, el que le hizo entrega del premio.
Sin embargo, y sin restar valor a dicho reconocimiento, el efectuado por el Ayuntamiento de Guillena ha sido de más valor para la familia, por el añadido de emotividad y de cariño que por parte de sus vecinos entraña este nombramiento. Porque confirma que «al Chato lo quería todo el mundo», y atestigua que su gran corazón, anteponiendo la vida de los niños a la suya, no caerá en el olvido. «El pueblo se ha volcado con él. Sentimos mucha satisfacción por lo que hizo y por cómo lo recuerdan».
Aficionado a los carnavales, siempre decía «tengo que ir al Falla antes de morirme. Y una semana antes de su muerte lo cumplió», comenta Yosué. Resalta además como curiosidad el texto que mostraba como foto de perfil en WhatsApp: «La muerte y yo firmamos un pacto, ni ella me persigue a mí ni yo la busco a ella. Solamente sé que un día nos encontraremos». Y ese encuentro fue el 14 de febrero de 2017. Pero con el que evitó que los ocho niños que llevaba también se fueran.
Este año, el día de los enamorados, Manuel no celebrará sus 20 años de casado. La familia conmemorará el primer aniversario de su muerte. Sin embargo, más allá de la tristeza por su ausencia, lo recordarán con el orgullo de saber que el Chato Baliya, además de ser un héroe, es el hijo más admirado y reconocido del pueblo de Guillena.