El organista de Bécquer tocará en la Asunción

La parroquia de Alcalá del Río será escenario para la representación de Maese Pérez, obra del escritor sevillano ambientada en la Nochebuena

23 dic 2016 / 10:34 h - Actualizado: 23 dic 2016 / 10:37 h.
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  • El organista de Bécquer tocará en la Asunción
  • Distintas imágenes del montaje del ‘Maese’ en la Asunción de Alcalá del Río. / El Correo
    Distintas imágenes del montaje del ‘Maese’ en la Asunción de Alcalá del Río. / El Correo
  • El organista de Bécquer tocará en la Asunción
  • El organista de Bécquer tocará en la Asunción

«Aquí hay busilis», decía Gustavo Adolfo Bécquer en su leyenda Maese Pérez, el organista. Porque hay dificultad en saber quién hace que el aire que pasa por los tubos del órgano simule voces de ángeles para recrear música celestial, de tan magistral forma como el escritor sevillano narra. Y más busilis sin duda es aunar teatro, música y patrimonio para poner en escena un relato clásico sevillano, mezcla de realidad y fantasía, con personajes de carne y hueso y de etérea esencia fantasmagórica. Pero en la noche de este viernes, y por quinto año consecutivo, el Maese sevillano volverá a tocar el órgano de la Asunción para clarificar el asunto.

Hay busilis igualmente en llenar un aforo en la víspera de las fiestas navideñas para ver teatro. La simbiosis entre Mairami, de Burguillos, y Ludiligencia, de Alcalá del Río, hacen fácil lo difícil y llevan cuatro años colgando el cartel de no hay billetes. Al frente de ambas compañías, Rosa Zamudio y Manuel Ramón Pino dirigen la obra, adaptada por el segundo. La fundación Alqvimae Musicae aporta la parte musical de la mano de Abraham Martínez, organista y restaurador del propio órgano parroquial, además de dar vida a Maese en la representación.

El espectador –recurrente en la mayoría de los casos– volverá al templo alcalareño buscando una vivencia única y trascendental. Una obra original a la que dan vida once actores, un espíritu y dos protagonistas de excepción: la Parroquia y el Órgano. «El coro es el escenario, que además permite tener en todo momento visible el órgano y el organista», explica Rosa. «Por ello, la iglesia es un actor más. Conjugado con los actores y sobre todo con las luces, que sin ser iluminación de escenografía, da mucho juego, lo que contribuye a las sensaciones en la narración».

Y, por supuesto, el órgano. Construido en 1757 por Francisco Pérez de Valladolid, Organero del Arzobispado de Sevilla. El órgano de Santa Inés –precisamente– es del mismo autor. «La octava, que en el de Alcalá es muy particular, es idéntica en el del convento», apunta el organista. Consta de 392 tubos, «un mueble elegante y esbelto, y sonido ligero, claro y poco pesante».

La representación es única en Sevilla, puesto que de esta obra solo se hacen lecturas dramatizadas y no adaptaciones teatrales. Pero ofrecerá más que teatro. La propia obra es también un concierto de órgano.

La oscuridad creará el ambiente para la narración que la guardesa del convento hace a un intrigado Bécquer. Distintos juegos de luces iluminarán el pasado para contar las tres Misas del Gallo, con sus respectivas tramas, que relata la obra. Volviendo puntualmente a la oscuridad plena del presente para engarzar cada acto.

Y la música dando unidad. En la leyenda no hay referencia alguna a qué piezas eran las que se interpretaban. «Maese Pérez tocaba su propia música y por eso era admirado. Y a buen seguro, como hace todo organista litúrgico, improvisaba», explica Martínez. Ahí radica otra particularidad de esta obra. Todas las interpretaciones son en directo –incluso las que hace el fantasma y aparentemente nadie toca el teclado–, e improvisadas. «Lo que toco suena una vez y deja de existir, es la poética de lo efímero, es el encanto del Maese de cada año, cada improvisación que se hace es única e irrepetible. Cada Maese es una experiencia».

Precisamente, fue la lectura de esta leyenda la que motivó a Abraham a querer ser organista. Y sus interpretaciones completan magistralmente la representación. «Interpreta según el momento y sus sensaciones, su estado, y eso se nota. Es una suerte contar con él», cuenta Rosa. Fue además el organista el que, tras dos años de restauración del instrumento, motivó esta obra. «Es el espacio y el propio órgano los que da pie a llevar la leyenda a escena», apostilla Pino.

Tras cinco años, esta obra saldrá «rodada». La intención es que continúe llevándose a escena «mientras haya demanda, que la hay», asegura Pino. Hay, además, una historia de amor entre la abadesa y Bécquer. No en la ficción, sino en la realidad de los actores que les dan vida, que surgió a la vez que este proyecto. «Por ello, seguiremos empeñados en repetir año tras año lo que es tan especial para nosotros y ha unido nuestras vidas», aseguran.

«Agradecemos la cesión de la parroquia al párroco, D. Fernando Reyes, sin la cual no existiría la representación», apunta Pino, «así como al ayuntamiento». Su técnico de cultura, David Ruiz, especifica la labor «facilitadora» del consistorio, «dando medios a los creadores para que creen y acercando la cultura», potenciando «que nazca desde la propia base que la demanda». Ello además de «poner en valor el patrimonio y apoyar el trabajo aficionado».

Un año más, Maese Pérez tocará, morirá y volverá a tocar sobre el órgano de la Asunción. Haciendo vibrar al público cuando la rotundidad del armonio reverbere desde el artesonado del templo y se extienda hasta el último de sus rincones. Viviendo una experiencia única y exclusiva, difícil de calificar si es real o, como en la leyenda, viene del «más allá».