Si hay algo especialmente claro tras la jornada electoral es lo que ya se sabía de antemano: el PSOE es el partido más votado en la provincia, y lo es con considerable diferencia. Es decir, que todo sigue igual, pero a partir de ahí ningún análisis es sencillo, porque para empezar los socialistas revalidan su primacía en la provincia pero sacando menos votos que en 2011, casi 332.000 frente a 351.600, cifra en la que entonces se quedaron tras un considerable descenso. Es decir, que en cuanto a número de papeletas son los peores resultados socialistas de los últimos 20 años.
Pero a esta evidencia hay que contraponer otra, y es que el PSOE ha obtenido ahora más concejales (683 frente a los 663 de hace cuatro años) y ha amarrado 45 mayorías absolutas (en 2011 fueron 39), que ya se sabe que es lo único fijo porque en varios de los 25 municipios en los que ha ganado por la mínima acabará por no gobernar, al igual que todavía puede hacerse con alguna que otra alcaldía en localidades en las que ha perdido. Y otra evidencia: la suma de las dos cifras anteriores significa que el PSOE ha sido el partido más votado en 70 de los 104 municipios de la provincia, lo que habla a las claras de la revalidada hegemonía de un partido que ha sabido capear un temporal contra el bipartidismo que al final no ha sido tan crudo como se pregonaba.
No puede decir lo mismo su tradicional compañero en esta travesía del bipartidismo, un PP que se ha hundido espectacularmente con una sangría de 120.000 votos que supone casi un tercio de los que recibió hace cuatro años. Ahora se queda rozando los 212.000 (entonces fueron 333.316), lo que le deja más cerca de la tercera fuerza política de la provincia (IU, con sus casi 117.000 papeletas) que de la primera posición de los socialistas.
La debacle popular ha sido rotunda, sin medias tintas, perdiendo mucho del terreno costosamente ganado en los últimos años, lo que debe llevar a una profunda reflexión a un partido que ha conseguido su mayor alegría al revalidar la mayoría absoluta en Tomares, pero ha perdido Mairena del Aljarafe. El PP ha sido la opción más votada en 11 municipios (en tres de ellos, con mayoría absoluta), cuando en 2011 lo fue en 16.
Los datos son tan rotundamente malos para los populares (han pasado de 380 a 282 concejales) que IU ha sacado la bandera y se ha autoproclamado segunda formación de la provincia. No lo es ni en votos ni en concejales (tiene 257), pero sí en alcaldías, ya que ha sido la opción más votada en 14 municipios (en 10 de ellos, además, con mayoría absoluta).
¿Y con los emergentes, qué ha pasado? Pues pese a la oleada que se presumía contra el status quo, lo cierto es que, mal que bien, los tres grandes han resistido y la presencia de otras formaciones no deja de ser anecdótica. Es evidente que el tablero de juego ha cambiado y que se constata al alza la fragmentación del voto, pero esto no se ha traducido en una marea naranja o morada. Es cierto que no puede obviarse que la presencia de Ciudadanos y las formaciones auspiciadas o respaldadas por Podemos se ha limitado a pocos municipios, los grandes y los del cinturón metropolitano, pero no han forzado un vuelco espectacular del mapa electoral. Eso sí, van a ser determinantes para elegir alcalde en no pocos municipios, y ahí queda lo ocurrido en Espartinas, feudo histórico que el PP ha perdido y que estos partidos quieren ver como un símbolo de los tiempos que se avecinan.