En septiembre de 1587, Miguel de Cervantes iniciaba en Écija su labor como comisario real de abastecimiento de la Armada en medio de la controversia, al embargar el cereal a particulares y a entidades eclesiásticas. La presencia del autor del Quijote en Écija está documentada y será objeto de un ciclo de actividades con que Écija se suma a la efeméride de los 400 años de su muerte.

Del paso de Cervantes por Écija y de los problemas que en ella tuvo hay datos históricos, como el documento con su firma que se custodia en el Archivo de Protocolos Notariales de Écija. La archivera municipal, Marina Martín Ojeda, ha documentado que Cervantes llegó a Écija el 17 de septiembre del año 1587, comisionado por la Corona para acopiar trigo con destino a la Armada Real.

Al día siguiente, las autoridades suplicaron al consejero de Hacienda y Proveedor de la Real Armada, Antonio de Guevara, que eximiera a la ciudad de la saca de pan decretada por el Rey, en atención a la «falta de la cosecha». «Cervantes pisaba suelo ecijano en mal momento», escribe Martín Ojeda en Miguel de Cervantes en Écija (1587-1589), libro editado en 2005 por la Asociación Cultural Ecijana Martín de Roa. La cosecha no fue buena y los vecinos tuvieron que hacer frente a otra saca de trigo, cebada y aceite meses antes. Era de esperar esa oposición a la tarea de Cervantes. Este «venía con orden expresa para embargar todo el trigo que tuvieran», escribe Martín Ojeda. A pesar de que el concejo municipal negoció la exención, el embargo se aplicó: «hasta primeros de noviembre, 2.024 fanegas de trigo y 20 almudes», relata la archivera. Las parroquias de Santa María, Santa Cruz y Santiago estaban embargados. «El embargo de bienes de la Iglesia llevó al Provisor del Arzobispado de Sevilla a dictar sentencia de excomunión contra Cervantes y a ordenar al vicario de Écija que pusiera en tablillas al excomulgado», escribe Martín Ojeda. Pese a todo, las sacas continuaron, y el 22 de enero de 1588, Cervantes era de nuevo comisionado para que sacara de Écija 4.000 arrobas de aceite para la Armada Real, aunque sólo pudo embargar poco más de la mitad.

La «mancha espiritual»

«Los ánimos estaban exaltados y [Cervantes] optó por aplicar la orden sobre hacendados forasteros», explica Martín Ojeda, que añade que el escritor «de todas dio las oportunas certificaciones». En febrero de 1588, empezó a devolver parte de las fanegas expropiadas a la Iglesia ecijana para librarse de «la mancha espiritual» de su excomunión. En abril, confería su primo Rodrigo poder para que compareciera ante las justicias eclesiásticas de Córdoba y lograra la absolución por haber hecho apresar a un sacristán de Castro del Río.

Esa escritura se conserva en el Archivo de Protocolos Notariales de Écija, junto con una carta de pago del 27 de marzo de 1589, que certifica que el escritor seguía comisionado para recaudar suministros. A fines de 1588 el cabildo ecijano acusó a Cervantes de sacar más cantidad de cereales de la que montaba el repartimiento, lo que le obligó a presentar las certificaciones de su acusación. También hay constancia de un libramiento de 150 reales en concepto de alquiler a un doctor que vivía en la plaza de Puerta Osuna, de donde se deduce que en esta estuvo alojado Cervantes en Écija.

Los documentos históricos que prueban la relación del escritor con la ciudad serán expuestos desde hoy en el Palacio de Benamejí, y la zona de Puerta Osuna donde se alojó el genio cervantino forma parte de una ruta turística para el 22 de abril. Una lectura del Quijote para jóvenes y otra continuada el día 23 completan las actividades.