El reestreno del Sábado Santo

La Hermandad de la Soledad de Aznalcóllar vuelve a recuperar su estación de penitencia tras un año de ausencia debido a la falta de manos

15 abr 2017 / 20:54 h - Actualizado: 15 abr 2017 / 23:14 h.
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  • Un reducido cortejo de nazarenos acompañó al paso en su recorrido. / F.J.D.
    Un reducido cortejo de nazarenos acompañó al paso en su recorrido. / F.J.D.
  • La Hermandad de la Soledad de Aznalcóllar vuelve a realizar estación de penitencia. / F.J.D.
    La Hermandad de la Soledad de Aznalcóllar vuelve a realizar estación de penitencia. / F.J.D.

Un auténtico Sábado de Gloria se vivió ayer en Aznalcóllar. Aunque la reforma litúrgica haya dejado olvidada esta clásica denominación por la de Sábado Santo, esta jornada fue de gloria, a pesar del luto, porque el pueblo –jubiloso– volvía a estrenar la cofradía de su hermandad de la Soledad.

El día estaba marcado en rojo en los calendarios desde que el pasado mes de enero la hermandad decidiera volver a realizar su estación de penitencia. Fue 2016 el año aciago en que la falta de manos –más casi que la falta de euros– hizo que la corporación soleana decidiera quedarse recogida en la parroquia de Nuestra Señora de Consolación.

Pero la Soledad siempre se ha repuesto a todos los avatares. Muchos desde que se fundara en 1589. Pero como Cristo, que no murió en vano en el madero, su entierro en Aznalcóllar es también sinónimo de victoria, resurgiendo siempre a la luz –como en la Resurrección– y dando ejemplo de fe y devoción. Sobreponiéndose a la guerra –donde se perdieran las antiguas imágenes– e incluso al desapego que la llevó a no salir en épocas recientes. Pero en el fondo, Aznalcóllar siempre ha sido soleana y no iba a permitir más años de orfandad.

Un reducido –pero valiente– cortejo de nazarenos blanquinegros plantó una cruz de guía de emociones e ilusiones en este estreno repetido de Sábado Santo.

El paso, compuesto con los respiraderos de las andas de Nuestra Señora de Fuente Clara –patrona de la villa– aglutinaba los tres que hasta 1936 procesionó la hermandad: la cruz, la urna y el palio. Reducidos posteriormente a dos, este reestreno cofrade aunaba a los tres titulares con la dolorosa al pie de la cruz acogiendo en su regazo al Cristo yacente de Pineda Calderón con exorno floral a modo de monte silvestre. Y en la candelería, un cirio en honor a los donantes de órganos con la leyenda «Dar para recibir». Comandados por Diego Calero con los sones de la recientemente creada Agrupación Musical Nuestra Señora de Fuente Clara, los 40 costaleros fueron recreándose en cada chicotá de este casi inédito Sábado Santo.

A pesar de las campanas enmudecidas por el luto que marca la Iglesia, los corazones tintineaban con son alegre, pues los ánimos habían fraguado un ansia por recuperar el ser de la localidad. Atrás quedaban meses de esfuerzo, de pedías recopilando la colaboración de los aznalcolleros, pero sobre todo, un tiempo de reflexión en el que el pueblo ha comprendido que esta es su hermandad y que son los vecinos los que tienen que apostar por ella. Aunque «económicamente se está muy mal», como muchos refieren, Aznalcóllar ha hecho un esfuerzo sin reservas para sufragar lo necesario, componer la cuadrilla y el cortejo y volver a alzar victoriosa a la hermandad de la Soledad.

Imagen rememorada de años pasados donde la corporación se vio obligada a hacer estación de penitencia con un solo paso, esta Piedad soleana recorrió el itinerario de antaño, que por obras en el viario permitió recrear estampas clásicas que el nuevo recorrido había desestimado - y que la memoria aún conservaba a pesar del año sin procesión -. Balcones exornados - incluso los del ayuntamiento - recibían el paso de la procesión, acompañada en todo momento por sus fieles. Al filo de las 23 horas la cofradía hizo de nuevo entrada en la parroquia, con sabor a gloria y júbilo por recuperar no solo la estación de penitencia soleana, sino el sentir cofrade de la localidad.