El taller de Olmo culminó el paso de palio de la Soledad de Alcalá del Río

Un documento inédito hasta hoy determina la autoría de la cara externa de la bambalina y culminación del palio, obra de este taller de bordados en 1912

03 jul 2016 / 19:44 h - Actualizado: 03 jul 2016 / 19:56 h.
"Cofradías"
  • La evolución de la Soledad: el palio previo de plata; el que se fecha en 1903 y se creía anterior, y el tercero que ahora se fecha en 1912 / El Correo
    La evolución de la Soledad: el palio previo de plata; el que se fecha en 1903 y se creía anterior, y el tercero que ahora se fecha en 1912 / El Correo

El palio de la Soledad de Alcalá del Río es una obra a caballo entre los siglos XIX y XX. Fotografías históricas sin fecha, donde puede observarse la evolución y, datos en actas y libros de cuentas componen su historia, que lo daba por concluido en 1903 al no constar intervenciones posteriores. Sin embargo, un nuevo hallazgo realizado por el Grupo de Investigación Histórica de la Hermandad de la Soledad pospone a 1912 la finalización del palio y añade un importante nombre al elenco de artesanos cofrades que han intervenido en esta obra: Se trata del sevillano taller de Olmo, autor de destacadas obras en el patrimonio cofrade.

Diversos estudios apuntaban que el palio quedó concluido con la mayordomía del presbítero Manuel Zambrano. Sin embargo este nuevo documento muestra que no fue así. Al menos en la parte exterior de las caídas, puesto que el techo, interior de las bambalinas, el manto y la saya si se elaboraron bajo su dirección. Un contrato inédito, propiedad de la familia Climent Miranda, ha terminado de configurar la ejecución del palio. El documento, según explica Mariano Velázquez, miembro de este grupo de investigación, recoge el acuerdo con José del Olmo para la reforma de la cara exterior de la bambalina.

Firman por la hermandad Manuel Velasco, hermano mayor, Encarnación Osuna, camarera y Antonio Bernarte, y por el taller Miguel del Olmo, mismo nombre que aparece en el sello (con dirección en el número 28 de la sevillana calle Francos). En una nota marginal del año 1914 «cumplido en todas sus condiciones» firma José del Olmo. Así, en 1912 es el padre el que gestiona el encargo, y el verdadero artífice de los bordados, José del Olmo el hijo, da por finalizado el acuerdo.

En el citado acuerdo se contrata «la construcción de un palio bordado en oro parte con nuevos materiales y la otra utilizando bordados de otro palio ya usado». También se especifica que los contratantes entregan «cuatro caídas y cuatro escudos de un palio que está bordado en oro fino para que con estos ejecute una reforma con nuevos bordados». Se trata pues de una reforma, no una nueva obra, y además solo de la cara exterior de las caídas, como puede comprobarse en las distintas fotos históricas.

El prestigioso taller se comprometía a «ejecutar dicha reforma bajo la base del dibujo elegido por dichos señores, que consiste en que todo el bordado de los trozos mencionados se utilicen en un palio nuevo con el aumento que resulta en el citado dibujo». Se reutilizan los macizos florales que aparecen en la parte externa. Posiblemente fuera diseñado por Herminia Álvarez Udell, integrante del taller, aunque no se cita en los legajos encontrados. El contrato recoge que en el precio, de 5000 pesetas a pagar en cinco plazos, se incluye también «un fleco de pasamanería de oro entrefino según modelo aceptado», correspondiente al fleco enrejado que circunda el conjunto del palio y sustituye al antiguo.

Se constata también el ritmo de trabajo. El contrato se firma en Sevilla el 18 de enero de 1912, quedando cerrado que «para que pueda servir en la próxima Semana Santa ha de ser entregado [...] el día 30 de marzo del corriente año». Poco más de dos meses después, la hermandad de la Soledad recibe un suntuoso conjunto, de minuciosidad y diseño magistrales, que hoy día sigue sorprendiendo no sólo en el municipio, sino en el conjunto de la provincia. Muestra de la reconocida calidad de las obras salidas de este taller.

Del palio de plata al actual, en 1898 se estrena el manto, obra de Concepción Peláez y diseño de Manuel Beltrán, y la bordadora Concha Requena pasa y enriquece la saya de la Virgen, que aparece ya en la primera foto. En 1899 se abona a las hermanas Antúnez el bordado del techo de palio –el que tiene actualmente–. En 1903 se reciben las caídas del nuevo palio bordado, correspondiente a la segunda foto, y en cuyo interior ya se ven las caídas actuales, atribuidas a Patrocinio López. Ese, y no el actual, fue el palio que culminó el cura Zambrano, y que, a juicio de Mariano Velázquez, «no acabó de ser del agrado de la hermandad». De ahí su modificación en uno de los más destacados talleres de la capital hispalense. El nuevo documento adjudica, por lo tanto, a Olmo la culminación de este palio y lo convierte en el principal exponente de los bordados del siglo XIX y principios del XX.