El verdeo, germen de las sevillanas marcheneras

El Roete rescata la tradición de las sevillanas que se bailaban al finalizar las tareas agrícolas

María Montiel marmondua /
07 nov 2016 / 22:17 h - Actualizado: 08 nov 2016 / 08:00 h.
"Tradiciones"
  • Varias jóvenes se ponen a bailar en plena plaza las llamadas sevillanas marcheneras. / Jorge Roncel
    Varias jóvenes se ponen a bailar en plena plaza las llamadas sevillanas marcheneras. / Jorge Roncel

Desde hace décadas, la asociación marchenera El Roete trabaja por recuperar la tradición folclórica de las sevillanas marcheneras en la campiña sevillana, un baile de la Escuela Bolera que ha mantenido las raíces rurales y campesinas. Antes de que el tren, y con él muchos flamencos, llegara a Marchena ya se cantaba y bailaba en los olivares. Al finalizar la recogida de la aceituna y con la paga del jornal, los más jóvenes seducían a sus congéneres con el agitado y pintoresco baile de las sevillanas marcheneras. También eran denominadas sevillanas olivareras cuando se referían a ellas fuera de los límites del término municipal de la villa ducal hasta donde llegó este baile típico sevillano.

Fue Ángeles Acedo, presidenta de la asociación quien en 1981 vio al grupo Ciudad de Sevilla bailar algunas piezas. Cobró sentido para ella el por qué alguna de sus vecinas más mayores «bailaban dando saltos o porque mi madre lo hacía con pasos que no eran de las sevillanas».

De hecho, recuerda que su progenitora bailaba incluso una quinta aunque ella, encabezonada, le decía que no existía tal sevillana. No obstante, ella le recalcaba que eran siete y que su abuelo se las había enseñado.

El empeño de Ángeles hizo que diera con la clave de esta danza. Buscó a una integrante del grupo que había rescatado la sevillana de Dos Hermanas. Hasta allí habían llegado desde Marchena bailándose en las cuadrillas del verdeo. Resulta curioso como las llamaban «jotillas nazarenas cuando los mismos vecinos de Dos hermanas se referían a ellas como marcheneras», cuenta Ángeles.

Este peculiar baile se trata de siete coplas con estructura similar a cada uno de los cuatro palos de las sevillanas corraleras. Esta escuela, durante el siglo XVIII y siguientes, sistematizó la mayor parte de los bailes del territorio español de la mano de los maestros de baile afrancesados de la época.

En cuanto a la indumentaria típica de las marcheneras hay que destacar que se conservan, atendiendo a la tradición y a los lugares e intérpretes originarios, el calzado o zapatilla sin tacón, con suela de esparto y tejido de lona, amarrado al tobillo por cintas planas de algodón. Por su parte, los vestidos de las mujeres incluyen falda amplia, delantal y pañuelo en la cabeza. Y los hombres, pantalón clásico de patén, faja negra, camisas amplias y alpargatas de esparto.

De la primera a la tercera es muy parecida a las sevillanas clásicas. Sin embargo, al llegar a la cuarta –que guarda cierta similitud- comienza a variar el baile típico marchenero, que no es fácil de enseñar. Ciertos factores ayudaron a que desaparecieran a principios del siglo XIX. Entre ellos que los verdeadores empiezan a desplazarse en otros vehículos y las labores empiezan a industrializarse; por lo que las cuadrillas grandes empiezan a desaparecer. Además se dio un «descenso generalizado de los bailes en la época franquista», narra Ángeles.

Aunque desde la asociación reconocen que no es un baile «fácil de aprender por su dureza» Acedo se enorgullece de que cada vez haya más niñas que digan «yo quiero aprenderlas». Desde que las recuperara El Roete son más de 50 las personas que saben bailar marcheneras, un baile duro, que requiere de mucha fuerza, mucha técnica y que también se acompaña de palillos. Actualmente se bailan en diferentes ocasiones. En el pregón de Feria como baile institucional, en el Día del Turismo para recibir a los pueblos que visitan la ciudad –como ritual de recepción– o cuando se está en intercambio cultural, para dar cierto aspecto lúdico a los actos. Para esa asociación, que consiguió incluir las sevillanas en el Patrimonio Cultural de Andalucía en el atlas de las danzas, «el alma de un pueblo es el patrimonio inmaterial, el patrimonio en vivo y hay que luchar para que se reconozca y se ponga en valor».

Sin duda, estas sevillanas son muestra de este patrimonio de Marchena. Historia de un pueblo donde los jornaleros zapateaban ante los campos de la campiña sevillana. Para Ángeles, «conocer las sevillanas marcheneras es invitarles a viajar en el tiempo». Un viaje al pasado con una tradición muy singular.