Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 05 abr 2019 / 08:05 h.
  • El viernes de Bajada de la Soledad de Alcalá del Río
  • El viernes de Bajada de la Soledad de Alcalá del Río
  • El viernes de Bajada de la Soledad de Alcalá del Río
  • El viernes de Bajada de la Soledad de Alcalá del Río
  • El viernes de Bajada de la Soledad de Alcalá del Río
  • El viernes de Bajada de la Soledad de Alcalá del Río

Como si el tiempo se hubiera detenido en los siglos pretéritos, Alcalá del Río vuelve a rememorar este viernes una de sus tradiciones más añejas, la Bajada de la Virgen de los Dolores en su Soledad Coronada. Una procesión de regusto añejo y clásico y que supone el inicio de la Semana Santa, con la primera procesión de una dolorosa bajo palio en la provincia.

Es la Bajada un tesoro más de los que conserva la casi cinco veces centenaria Hermandad de la Soledad. Un traslado justo y sin excesos con el que no han podido ni el tiempo ni las modas, que conserva la medida de la tradición, con formas idénticas a las de siglos pasados.

La Virgen de la Soledad es una imagen anónima del siglo XVI

Ante todo, sorprende y cautiva la imagen de la dolorosa. Es Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad Coronada una talla anónima, alejada de las muestras de dolor de la escultura barroca, datada por los expertos en los albores del siglo XVI. Hierática y con acusada frontalidad, de porte regio y majestuoso, presenta la boca sellada, la mirada baja y el cuello sin anatomizar. De semblante compungido, con rasgos suaves y delicados, responde más a cánones renacentistas y se asemeja en sus características estéticas a la Virgen de la Soledad de San Lorenzo y a la de Cantillana. Concita la ferviente devoción de los soleanos, quienes con celo han salvaguardado a la imagen durante siglos, haciéndola centro de la religiosidad popular y poseedora de un incalculable patrimonio, muestra de veneración y agradecimiento de sus fieles.

Un palio de cajón y de 8 varales, reliquia del pasado

Procesiona en esta Bajada en el denominado palio de los traslados. Una auténtica reliquia, posiblemente de los más antiguos aún en uso y que además tiene el singular privilegio de ser el primero que lo hace en Sevilla y su provincia. De cajón, de bambalinas de terciopelo negro rectas terminadas en flecos, se remata en sus esquinas con cuatro corbatas y se sustenta por 8 varales. Un palio armonioso que evoca la estética desaparecida – como muestran grabados antiguos sevillanos -.

El palio presenta en el interior de sus bambalinas el primer verso del ‘Stabat Mater’, realizado en letras de plata donadas en 1753 por el regidor perpetuo de la villa, Andrés Adame Zambrano. La cara exterior muestra bordados atribuidos a las hermanas Antúnez, procedentes del palio de Viernes Santo tras la reforma realizada por el taller de Olmo en 1912. Se cree que fue en este momento cuando las letras – hasta entonces fuera – pasaron al interior.

El conjunto se alumbra mediante candeleros, candelabros de brazos y tulipas y faroles. El adorno floral viene definido también por la costumbre, con jarras repletas de calas blancas, las flores de jarro que desde siempre se han cuidado en los patios soleanos para exornar el paso.

Para la Bajada la Virgen es vestida de forma sencilla, alternando para este traslado las coronas y sayas más antiguas de su ajuar – fechadas en los siglos XVIII y XIX -, completándose el conjunto con un manto bordado, atribuido a las hermanas Antúnez, dedicado para esta procesión. En esta ocasión, como a lo largo del año, la Virgen viste de negro, siendo el único color de su atuendo.

La Bajada de la Virgen dará comienzo a las 10 de la noche, con un cortejo de mujeres con hachetas de orfebrería

Será a las 10 de la noche cuando se abrirán las puertas de la Capilla de San Gregorio – que recientemente ha visto remozados sus paramentos exteriores – para comenzar a discurrir el cortejo. Dos interminables filas de mujeres soleanas de toda edad alumbrando a la Virgen con hachetas de orfebrería – llamados cirios – acompañarán a la venerada imagen.

El paso es portado mediante dos maniguetas situadas en los costeros del paso, sorteadas cada Miércoles de Ceniza en el cabildo de salida. El agraciado compone su grupo que, vistiendo la túnica nazarena con fajín de esparto y peto de terciopelo negro con el escudo de la hermandad bordado, llevan a la dolorosa al modo tradicional, y que la hermandad de la Soledad conserva en estas procesiones.

El itinerario discurre por las calles céntricas de la localidad, desde la Capilla de San Gregorio hasta la Parroquia de Santa María de la Asunción, con acompañamiento de banda de música – en los últimos años, por la banda de la propia Hermandad -. La diferente cota de ambos templos da el nombre de Bajada al traslado. La arquitectura y el urbanismo arropan una procesión íntima, que cada año se perfuma con el primer azahar que brota en los naranjos de la calle Ilipa Magna - este año, por las avanzadas fechas, es quizás el último –.

Al filo de la media noche, la Virgen alcanzará la Parroquia, donde se erige el fastuoso aparato de cultos ya existente en el siglo XIX, y donde será entronizada la imagen para la celebración del Septenario de Dolores. Un culto que se celebra al menos desde 1812, fecha de la que data un legado testamentario de rentas para su celebración.

Es este viernes de la cuarta semana de Cuaresma el primero de la trilogía de viernes, los tres viernes soñados por los soleanos – viernes de Bajada, Viernes de Dolores y Viernes Santo – donde más plenamente viven su fe y su devoción. Tras la celebración del Septenario, el Viernes de Dolores tendrá lugar la Función Principal de Instituto y, ya en la noche, el multitudinario besamanos a la dolorosa. Y el Domingo de Ramos, a las 10 de la noche, con la misma estética pero en sentido inverso, la Virgen subirá a la Capilla, en idéntica procesión, para aguardar un nuevo Viernes Santo.