El Centro Cultural Convento de la Merced acogió se zambulló ayer en el pasado andalusí de Los Alcores. Fue con la presentación del libro Media Luna sobre la Montaña de la Dicha. Un recorrido por El Viso Andalusí» (Ediciones Ende), del historiador y profesor Marco Antonio Campillo (El Viso del Alcor, 1973). Durante el acto, que contó con la participación, además de su autor, de Manuel Jesús Bonilla y el concejal de Cultura visueño, Juan Jiménez, Campillo dio a conocer al numeroso público los pormenores del que ya es su segundo título publicado.
En palabras del propio autor, la obra «intenta realizar un recorrido por la historia de El Viso en la época andalusí, es decir, bajo la dominación musulmana, que abarca desde el año 712 hasta 1247, que es cuando se reconquista la comarca». Este periodo, justifica el autor, «ha sido escasamente tratado por la historiografía local, se da la curiosa situación de que sabemos más de épocas anteriores como la romana que de la árabe, así que mi intención es ofrecer una primera visión de conjunto que nos permita dilucidar el modo de vida de los visueños en estos años cruciales». Además, añade Campillo, «me permito la licencia de utilizar el vocablo El Viso andalusí para hacer referencia a nuestro pueblo bajo ocupación musulmana, aunque El Viso como tal no existirá hasta la reconquista cristiana».
El Viso Andalusí del que habla Campillo «todavía ni siquiera era un pueblo en sí, sino que más bien era un conjunto de alquerías en torno a las principales fuentes de agua, perteneciente a la cora de Carmona». Cuando los musulmanes ocupan la comarca, continúa este docente del IES Profesor Juan Bautista, «los escasos habitantes de la zona pudieron conservar la mayoría de sus propiedades, costumbres y leyes, por lo que puede decirse que solo cambiaron de amos». Se da así inicio a una época «que sienta muchas de las bases de nuestra actual cultura».
De entrada, la ocupación musulmana supuso cierta mejoría con respecto a la etapa inmediatamente anterior, bajo mandato visigodo: «según los datos, comienza a darse una mayor diversificación en lo productivo y un crecimiento importante en el aspecto demográfico y el económico», explica. Además, es en esta época cuando empiezan a estabilizarse los primeros asentamientos en lo que es el actual centro del pueblo, «surgen las primeras casas en el entorno de lo que ahora es la calle Convento, la Plaza Sacristán Guerrero y alrededores». Para este historiador, son muchas las costumbres almohades que permanecen en nuestra cultura, «desde el uso del aceite de oliva, aunque viniera de época romana, pero se extiende más, y es visible en aspectos como la repostería, que nos ha dejado, por ejemplo, los alfajores, pestiños, etcétera». También en términos agrarios, explica Campillo, «mantenemos muchas innovaciones que nos trajeron los invasores». En ese saco incluye las espinacas, por ejemplo, las palmeras, o los cítricos, que «son una muestra de lo que vino con ellos, pero también muchos aspectos de microhidráulica, porque aunque aprovechaban los avances romanos, solían mejorarlos con elementos propios»..
¿CÓMO ERA EL VISUEÑO?
Pero el libro va más allá, según explica Campillo, quien es además presidente de la Asociación Cultural Fuente del Sol, dedicada al estudio y defensa del patrimonio y cultura de la comarca, ya que «he intentado ofrecer una visión caleidoscópica de esta época, de forma ordenada y rigurosa, pero también amena». Esto entronca con otra de las pretensiones del autor, quien se sirve del unamoniano término «intrahistoria», porque «he querido contar un poco la historia de las personas sin historia, es decir, la gente común de la que hablaba Unamuno. Intento dilucidar sobre cómo era el visueño medio, el modo en que vivían, las viviendas..., se mezclan aspectos de la sociopolítica general con los de la vida cotidiana», concluye.