En memoria de los luchadores por la libertad

La Comisión de Memoria Histórica Fontaniega dibuja un recorrido por los lugares más simbólicos de la represión franquista en el municipio

05 sep 2015 / 22:26 h - Actualizado: 06 sep 2015 / 14:17 h.
"Historia"
  • En memoria de los luchadores por la libertad

Pedro Lechuga Tortolero, Pepa La Currita, Diego Aguilar, María Caro o Joaquín Lora son solo algunas de las más de cien víctimas que dejó en tan solo dos meses la sublevación militar de 1936 en Fuentes de Andalucía. En total, 118 personas que ponen nombre y apellido a la injusticia y que ahora tienen en su pueblo más de un rincón para guardar su memoria. Como colofón a varias publicaciones en las que se recogen las historias de estos fontaniegos y después de cinco años de actividad, la Comisión de Memoria Histórica Fontaniega ha dibujado un recorrido por aquellos lugares que fueron testigos de la crueldad y donde a ese más de un centenar de personas les fue arrebatado el derecho a vivir por no compartir las ideas golpistas.

Horas después de que estallara la Guerra Civil, algunos vecinos que disfrutaban del último día de la Velá del Carmen se dirigieron a la Casa del Pueblo. Acudieron a ella movidos por la inquietud de conocer cómo devenían los acontecimientos en la capital hispalense. Se podría decir que allí empezó la política de terror de las fuerzas afines a Franco. Al inmueble también se acercó la Guardia Civil al paso de los tiros de sus armas que consiguieron asustar a algunos allí presentes.

La Casa del Pueblo es solo uno de los ocho puntos cardinales dibujados en este Itinerario de la Memoria Histórica en Fuentes de Andalucía. El ayuntamiento, que todavía sirve como casa consistorial y conserva esa esencia histórica, es otro de los edificios que hay que visitar para entender qué ocurrió en este municipio de la Campiña sevillana. El número dos de Carrera, sede de los falangistas donde humillaron a muchos vecinos. O el antiguo cementerio, convertido en el parque de los Luchadores por la libertad, un lugar donde el recuerdo de las víctimas descansa a los pies de los árboles. Nueve puntos cardinales en el mapa fontaniego que pretenden «rescatar del olvido y dignificar la memoria de las víctimas de la represión franquista», explica el secretario de la asociación, José Martín.

La memoria y la tradición oral han dejado muchas historias aterradoras, pero hay una que conforme la cuentan los escalofríos se apoderan del oyente. «A mediados de agosto del 36, el por entonces alcalde falangista Luis Conde y varios brigadas cogieron a nueve jóvenes. Las montaron en un camión y se dirigieron hacia el cortijo Las Monjas. Allí las obligaron a servirles y abusaron de ellas y en la exaltación de su lujuria, para no levantar sospechas, las trasladaron a otro cortijo, al de El Agaucho, en el kilómetro uno de la carretera que lleva a La Campana. Varios días después, las mataron y las arrojaron a un pozo. No contentos con la atrocidad que habían cometido, colgaron la ropa interior de las jóvenes de la punta del fusil y desde el camión enseñaron al pueblo el crimen que habían cometido». Solo una se salvó, según cuentan, al ser rescatada por el señorito al que servía.

Restituir la dignidad de estas ocho rosas es difícil, pero sus almas hoy alzan el vuelo simbólico desde el pozo que Francisco Parra esculpió en bronce para simbolizar la «eclosión de la libertad», explica Martín. A los pies de esta sencilla pero inquietante escultura, en cuyas entrañas uno puede entrar, alzar la vista al cielo y ver cómo las palomas escapan, una placa de mármol recoge el nombre de cada uno de los fontaniegos que hace 80 años dieron su vida por la libertad y la democracia.