Escuela de pastores contra el fuego en el monte

La Escuela de Pastores se ha trasladado a la Sierra Morena y enseña a sus alumnos la importancia del ganado para limpiar los montes y evitar incendios

20 may 2018 / 21:43 h - Actualizado: 21 may 2018 / 14:59 h.
"Ganadería"
  • Los futuros pastores atienden a las explicaciones de los expertos. / J.A. Fontecha
    Los futuros pastores atienden a las explicaciones de los expertos. / J.A. Fontecha

Con los albores de la primavera el estudiante encara la recta final del curso con la misma ilusión que ganas, y redoblando esfuerzos. Es su primera y más importante aspiración en ese momento, lograr el aprobado. Pudiera parecer que los integrantes de la escuela de pastores –impulsada por las consejerías de Agricultura y Medio Ambiente– no pertenecen a ese grupo de estudiantes que ve cada vez más cerca la meta, el ansiado fin de curso y la recolección de los frutos de todo un año. Sin embargo, al igual que el resto de alumnos de cualquier modalidad, miran a junio a la cara y esperan expectantes el desenlace final y las benditas prácticas.

Es la primera vez que esta escuela recala en la provincia de Sevilla. Se trata de un proyecto conjunto y colaborativo, coordinado por el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (Ifapa), en el que participan instituciones públicas y privadas relacionadas con el pastoralismo y la ganadería extensiva. En sus siete ediciones anteriores habían visitado otras provincias andaluzas en busca de espacios donde poder desarrollar la labor del pastoreo. Sin embargo, en Sevilla aún no se había llevado a la práctica este completo y codiciado curso. En esta octava edición, la dehesa ha primado por encima de otras opciones y la escuela de pastores ha recalado en la Sierra Morena sevillana.

Son 15 los integrantes de esta escuela, en su gran mayoría residentes en la comarca. En su mayoría son hombres, aunque también hay cinco mujeres. Mujeres con una fuerte vinculación con el campo y atraídas por un curso que ofrece muchas posibilidades. Es el caso de Inés, de Guadalcanal que, aunque a primera vista las cinco semanas en Granada, alejadas de su familia, le fueron difíciles de asumir, tras leer el programa y saber de los profesores que tendrían no lo dudó un momento y decidió aprovechar esta oportunidad que es la escuela de pastores.

Y es que, aunque actualmente la escuela tenga su sede en Cazalla de la Sierra, las cinco primeras semanas se desarrollaron en la capital nazarí. Allí, una veintena de profesores de diferentes ámbitos laborales implantaron sus clases donde trataron temáticas diversas tales como las razas autóctonas andaluzas, el enfoque de la ganadería como empresa agraria, la gestión reproductiva y su papel en el manejo del ganado. A partir de la sexta, el curso se trasladó a la Sierra Morena con un calendario de clases que comprende tanto jornadas de mañana como de tarde.

Lejos de lo que pueda parecer, la labor del pastor sigue viva, aunque es bien cierto que el número de pastores escasea, por lo que hay gran demanda en la zona. Según Francisco de Asís Ruiz, coordinador de la escuela, esa escasez encuentra razón de ser en la dificultad que encuentra el relevo generacional. Asimismo, señala que, aunque el curso se encuentra abierto, si no se tiene contacto y vinculación con el entorno rural resulta más difícil para aquellos que tienen relación estrecha con él. Es por eso que la gran mayoría de los alumnos conocen bien lo que es el campo.

Durante estos tres meses, además de clases teóricas, los alumnos han realizado visitas y han tenido la oportunidad de participar en mesas redondas y conferencias. Esta semana ha tenido lugar una de ellas, en unas jornadas de puertas abiertas a la que, además de los alumnos, han asistido ganaderos y técnicos. La ponencia corrió a cargo de Manuel Merino y trató sobre los trabajos de mantenimiento de áreas y líneas cortafuegos en montes públicos.

Según comentó el experto, ante la gran preocupación que supone el fenómeno de los incendios en nuestros montes, el cortafuego se convierte en un elemento fundamental. Sin embargo, el empleo de maquinaria no siempre resulta rentable o conveniente en muchos de los casos. Es por ello que a comienzos del siglo XXI se pensó en la posibilidad de que esos cortafuegos se hicieran utilizando el ganado. Desde entonces, la intervención del ganadero resulta de vital importancia.

Entra pues, la negociación como aspecto trascendental. Una negociación que tiene como protagonistas a administración y ganaderos cercanos que se encuentren interesados en estos trabajos de elaboración de ese cortafuegos natural. Sigue después el trabajo de revisión y visitas que los técnicos realizan a los pastores para comprobar que los trabajos se realizan de acuerdo a las pautas indicadas. Y se finaliza con la evaluación final en la que se valora el nivel de cumplimiento de la acción para percibir la cantidad acordada en el contrato. Con ello, se pretende que a la llegada de junio el fuego tenga poco combustible para quemar y evitar así su avance.

De la misma manera, el público asistente a esta jornada fue instruido en la diferencia que supone el cortafuegos mecanizado frente al que realiza el ganado, que suele ser más gradual y selectivo. Además, según los técnicos, con el paso de los años han aprendido de la dificultad a la que se enfrentan debido a las diferentes explotaciones que se suelen encontrar en los montes públicos y que hace que el pastoreo y la caza, por ejemplo, se vean como acciones encontradas.

Otro de los problemas es que en muchos lugares a los pastores se «les echó», sobre todo a los de ganado caprino, por lo que ahora ellos mismos ven con recelo que se les llame para que vuelvan a entrar. En esta primera década, desde la implantación del ganado en la elaboración de cortafuegos, su ascenso ha sido más que destacado, ya que si en 2005 se comenzó con 520 hectáreas, en 2017 estas se aproximaban a las 6.000. En la actualidad trabajan más de 200 ganaderos, de los que el 72 por ciento cumple con lo acordado.