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Imagen de la muestra. / El Correo
Cuenta Mila Vela, la presidenta de la Asociación de Amigos del Aula de la Experiencia de Los Palacios y Villafranca, que la primera vez que su madre fue a hacerse un retrato se arregló con esmero durante horas, pero cuando se plantó ante el fotógrafo del caballito de cartón, este le hizo una caricia en la mejilla y ella se asustó tanto que salió corriendo de allí y no volvió más. Eran otros tiempos. “En aquella época no teníamos muchas fotografías, no es como hoy, que cualquier día le hacemos a nuestros hijos decenas de fotos con el móvil”, explica José Camúñez, otro compañero que ha aportado fotos de su infancia con un extraño objeto en la mano: “un teléfono que yo no sabía ni cómo funcionaba”.
“Ahí tenía yo quince años y fui con mi novio a Sevilla para ver el Betis”, añade Mari González con los ojos nublados de nostalgia, mirando su retrato vestida de flamenca junto a quien hoy es su marido... Teresa Fayos ha aportado varias fotos de su vida en Valencia, de donde llegó a Los Palacios hace ya más de media vida: una con tres añitos, a mediados de la década de los 40 del pasado siglo, otra con 15 años haciendo una representación teatral... Sus compañeros no lo reconocen. Ayer fue la inauguración, pero el goteo de visitantes irá creciendo hasta el último día de este mes, que será cuando se clausure esta original muestra de fotografías organizada por la sede palaciega de este programa de la Universidad de Sevilla en la Casa de la Cultura del municipio.
“La idea surgió porque llevábamos tiempo pensando que esta es como nuestra segunda familia, así que se nos ocurrió hacer un recopilatorio de fotos de nuestra vida”. A la llamada han acudido 94 alumnos de todos los cursos (desde primero hasta Formación Continua), de los 186 que conforman ya la sede, una de las más numerosas de las once que la Universidad hispalense extiende por la provincia. La de Los Palacios y Villafranca es también una de las más activas: han organizado obras de teatro, han hecho cortos, libros, revistas, recitales y hasta obras de caridad en los últimos años. Y, por supuesto, ahora participan en talleres sobre fotografía.
“Ahora que la han visto, vienen muchos queriendo aportar fotos, incluso se nos está ocurriendo que podríamos haber hecho extensiva la exposición a los profesores, pero también es verdad que muchos compañeros ni siquiera tenían fotos de aquella época, o las habían perdido”, señala Antonio Cano, otro de los compañeros integrantes de la junta directiva de la asociación, mientras enseña orgulloso fotos propias y de su mujer, Elena Barroso, antes de que se conocieran...
Hay muchas fotos que hablan de otras experiencias e incluso de otra vida de estos mismos alumnos que en su mayoría rondan o superan ya los 60 años... Abundan la del pupitre en su primera aula, aquella por la que muchos apenas se sentaron por cumplir, pero también la del caballito del retratista que pasaba por los pueblos, la de las romerías de la primera adolescencia, la de algún cumpleaños de velitas y chocolate para todos, la de las reuniones festivas de la primera juventud, la del primer beso solemne, la de mili que todos los muchachos tuvieron que hacer en una época en que solo se hacían hombres cuando se vestían de militares...
“Lo más divertido es que, incluso siendo de nuestra misma clase, nos ha costado mucho trabajo reconocernos entre nosotros”, dice Reme, mientras asiente Camúñez, que añade: “El requisito que pusimos es que en ninguna foto apareciéramos con más de veinte años...”.
El último día de la exposición harán un sorteo entre los 94 participantes para una cena de enamorados el 14 de febrero en un restaurante del pueblo.