Explorando los instantes de un gran precursor

La vida y obra del fotógrafo marchenero Campos Espina ha sido recogida en un volumen donde se homenajea a este visionario de las instantáneas

María Montiel marmondua /
08 dic 2016 / 20:46 h - Actualizado: 09 dic 2016 / 00:46 h.
  • El investigador local Oliver Tovar junto a la hija del fotógrafo, Lupe Campos. / M. M.
    El investigador local Oliver Tovar junto a la hija del fotógrafo, Lupe Campos. / M. M.

Los avances tecnológicos han revolucionado la fotografía desde hace unos años. Los montajes y retoques son fácilmente aplicables a los ojos expertos, quienes transforman una instantánea según el resultado final que quieran plasmar. Sin embargo, Juan Antonio Campos fue un revolucionario de estos avances en una era donde difícilmente se podía anticipar lo que, hoy día, se crea a partir de los revolucionarios programas informáticos.

Las instantáneas de Campos son conocidas no solo en Marchena sino en toda la provincia de Sevilla con unos trabajos de gran calidad que persisten a pesar del paso del tiempo. En homenaje a la labor realizada por este artista, se ha editado un libro bajo el título Pintar con luz: instantáneas de una vida.

Este proyecto de una gran calidad documental comenzó a fraguarse hace un par de meses tras la muerte del marchenero. Aunque su hija ya le había insinuado la posibilidad de plasmar en un volumen su trabajo fotográfico cuando se encontraba enfermo, este sueño se quedó en el tintero sin poder hacerlo realidad. Sin embargo, poco a poco fue fraguándose la idea, en la que ha colaborado el amigo personal de Juan Antonio, Luis Hurtado, el investigador local Oliver Tovar y toda la familia del artista.

En un principio tenían la idea de realizar una exposición con todas las obras, no obstante, recapacitaron y pensaron que «las cosas si no se materializan en un libro se pierden», resalta Lupe Campos. De ahí este volumen con las obras del marchenero.

Censado como fotógrafo en Texas, la pasión de este fotógrafo era «transformar la fotografía utilizando técnicas, que hoy se consigue con programas de tratamiento digital, y sin que se notara», cuenta su hija Lupe quien explica que «lo hacía en un cuarto oscuro y una vez revelada la imagen la viraba con productos químicos, consiguiendo incluso darle color a una foto en blanco y negro». Un proceso laborioso donde podía tardar incluso meses ya que volvía a fotografiar y virar tantas veces como el resultado final necesitase.

En el libro han intentado resumir «la aportación de mi padre a la fotografía, desde sus comienzos a mediados de los setenta, en los que destaca su labor documental sobre Sevilla, Marchena y su Semana Santa, pasando por su incansable búsqueda del surrealismo y cambios de luces y colores a través de virajes y retoques de acuarela, con los que conseguía sorprendentes resultados en tiempos en los que existía sólo cámaras analógicas y revelados en cuarto oscuro».

Juan Antonio se relacionó con conocidos fotógrafos sevillanos como fueron los integrantes del grupo F8: Luis Ortiz o Fernando Manso, pero sobre todo, en su aprendizaje, bebió de la fuente artística del maestro Miguel Ángel Yáñez Polo quien no sólo fue su maestro, sino también de su cuñado Luis Camacho, además de Luis Hurtado.

Durante sus años de actividad como cazador de luces mostró «sus instantáneas en diversas exposiciones individuales y colectivas, tanto nacionales como internacionales», destaca Oliver quien desde joven ha seguido su obra.

Semana Santa

Juan Antonio Campos fue un fotógrafo que tocó distintos palos, con gran capacidad creativa, montajes singulares y creador de luces oníricas. Documentalista de momentos irrepetibles sobre la Semana Santa marchenera y de instantáneas soñadas en diferentes momentos de su vida, sus retratos son de una calidad excepcional.

Entre sus trabajos más innovadores destacan el montaje que realizó de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno andando por la calle Padre Marchena y que aún hoy se reproduce en cuadros, llaveros y láminas. Una imagen sorprendente, al igual que lo fue el cartel que realizó en 1988 sobre un tablero de ajedrez donde se reflejaba la imagen del Señor de la Humildad y Paciencia con algunos de los monumentos marcheneros.

Y aunque hoy día parezca que fue fácil crear esas imágenes, hace más de veinte años era un trabajo al que el fotógrafo le dedicaba meses e incluso años. También por todos los marcheneros es recordada la serie Martialia encargada por el Ayuntamiento sobre una Marchena soñada. En las fotografías, de una gran calidad, se muestra una localidad soñada bajo el mar, nevada, etc.

Fue pionero también en tratamiento digital que le abrió un campo en el que ya era experto. Tovar relata algunos de sus trabajos más impresionantes en épocas «en la cual eran inconcebibles algunas imágenes».

Su hija Lupe lo recuerda constantemente en el cuarto oscuro perfeccionando algunas de las fotografías o imágenes con una perfección absoluta. Hacía algunos virajes combinando también la pintura con la fotografía que eran auténticas obras de arte.

El libro se encuentra dividido en cuatro bloques temáticos comenzando por una fase donde se describe la figura de Campos a través de diferentes ojos. Ya entrado de lleno en el volumen, se visualiza la fase creativa del artista para pasar a los retratos, realizados en su carrera a diferentes personajes. Finaliza con paisajes y Semana Santa de Marchena.

Libro solidario

Pintar con luz: Instantáneas de una vida, que ha sido posible gracias a diferentes patrocinadores, tendrá también una labor solidaria puesto que lo recaudado por la venta irá destinado a la asociación Adismar, de personas con capacidades intelectuales, para su atención, rehabilitación, formación, integración, normalización y promoción.

A través de sus diferentes trabajos se describe la obra de este gran visionario. Un artista que creaba a través de la luz, describiendo su propia mirada.