Una maestra que colorea autoestima

Matilde García Domínguez, profesora, escritora y enamorada de la vida, acaba de publicar ‘Ya no pasa el tren’, su decimotercer cuento ilustrado, que emplea para infundir confianza en sus alumnos.

17 sep 2016 / 21:21 h - Actualizado: 17 sep 2016 / 21:59 h.
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  • Mati posa junto a una mariposa, como las que se adentran en sus aulas y rimas. / María Caballero
    Mati posa junto a una mariposa, como las que se adentran en sus aulas y rimas. / María Caballero

Matilde García, mejor conocida por alumnos, padres, vecinos y familiares como Mati, acaba de publicar el que es su decimotercer cuento infantil ilustrado: Ya no pasa el tren. Maestra desde siempre, escribe cada libro inspirada en sus experiencias de vida, su escuela y sus alumnos. Actualmente, continúa su actividad docente en el CEIP Luis Cernuda de Castilleja de la Cuesta, pero ha recorrido mucho la provincia: Brenes, Bormujos, Cantillana, Albaida del Aljarafe... Su objetivo, en todas sus obras, es superar las barreras o límites a los que se enfrentan los pequeños.

García nació en Camas, que es el pueblo que ha inspirado su última obra. También vivió parte de su adolescencia en Santiponce, para ella «un sitio lleno de secretos y tesoros», y vivió en El Ronquillo, del que recuerda «el olor a jara y la gente tan cariñosa».

Su cuento Ya no pasa el tren se ubica en Camas, y tiene como protagonistas a una niña, sus abuelos y madre. «Mi abuelo no tenía reloj: se despertaba con el tren, desayunaba con el siguiente, y así todo el día, hasta que un día dejó de pasar», rememora Mati. Desde su infancia esta maestra y escritora de pura vocación desarrolló una imaginación que todavía hoy no ha encontrado final, ni lo hará. «Nací para enseñar y escribir. Yo vivía en este mundo, pero siempre quise vivir en otros». También escogió su profesión por el «contacto permanente con la familia», algo fundamental para ella.

Como si de la famosa sensación de tener mariposas en el estómago se tratara, Mati transmite en sus versos y prosa aquellas emociones y momentos que marcan la enseñanza –y la vida– de sus alumnos. «¡En silencio llega!», comienza una poesía, inspirada en aquella vez que una mariposa se coló por la ventana de su aula y los pequeños se quedaron observándola. Y continúa: «Se posa, revolotea, se aleja... ¡Ay, si volviera!», quizá, un guiño a los sentimientos de la niñez, contenidos siempre y para todos en la Bonita Escuela.

Este último también es el título de una de sus obras, en esta ocasión, la única dedicada a los maestros. Pero acumula otras 13, desde que el primer cuento saliera en el año 2003. Sus temáticas bailan desde El hada perfumada, centrado en la protección del medio ambiente, a la colaboración con el Consistorio de Castilleja de la Cuesta en Cuidemos nuestro pueblo, adaptado también a obra teatral. Sus rimas son directas y simples, como «si hablas con la boca llena parecerás una ballena» o «no comas de pie que pareces un ciempiés», recita. Sus ilustraciones pueden salir desde las manos de su pequeña sobrina a las de una compañera maestra onubense.

Estos últimos años los ha dedicado a leer y formarse en las inteligencias múltiples, ya que entiende que «hay que aprender que cada niño tiene capacidades distintas. A veces queremos que el pez vuele y que el pájaro nade, y eso no puede suceder», explica Mati. Esta entregada autodidacta, amante del estudio de la psicología, también se desvive por aprender de sus pequeños. Define a sus dos grandes pasiones «la escuela y escribir» también como su «terapia». «Hay que educar con el ejemplo, trabajar las emociones con emociones y no con fichas. El colegio es más que conocimiento, son sentimientos y eso es lo que va a perdurar. La escuela es educar con el corazón».

Muy presentes en su nueva obra, Mati destaca la gran labor de los abuelos en general, «que siempre dan ternura, pero que en estos años de crisis han sido un soporte fundamental para muchas familias», reconoce. «De los míos me llevé los mejores valores: la amistad y el esfuerzo. Mi abuela me decía siempre: prenda, entre la noche y el día no hay pared».

Continuando con las presentaciones de Ya no pasa el tren, Mati se siente especialmente agradecida a «Antonio y a la editorial Enhuida». En su camino destaca haber encontrado «grandes amistades como la de Amparo, mi primera editora», pero ensalza por encima de todo que «mis 13 libros y dos hijas son mis grandes obras en la vida, y mi pilar, mi marido Antonio», confiesa.

En Camas «Ya no pasa el tren, no hay estación. Pero ahora hay un parque bellísimo. Todo se transforma, a veces dejan de pasar cosas pero hay que ver lo positivo que viene después», sentencia Mati. El tren ya no hace sonar su bocina ni traquetea en las traviesas, pero en su lugar hay un parque donde resuenan las risas de los niños.