Si hay un elemento simbólico en Écija son los campanarios. El mote de Ciudad de las torres es del que con más autoridad puede alardear el municipio astigitano, ya que la línea del horizonte poblada de campanarios es perfectamente reconocible como el skyline de Écija.
Pero se trata de elementos arquitectónicos que no escapan al efecto del tiempo y el abandono. La asociación Amigos de Écija por la Conservación del Patrimonio ha llamado la atención sobre el mal estado de conservación de varias de las emblemáticas torres ecijanas. El colectivo cultural alerta principalmente de los desprendimientos en el campanario de Santo Domingo y del mal estado de las Gemelas.
El primero está protegido por una malla para evitar que los cascotes caigan a la vía pública. «Raro es el día o la noche que alguno de los vecinos de Santo Domingo no escuchan caer algún elemento de mampostería, algún cascote», dice Juan Méndez Varo, vicepresidente de la asociación. Y la segunda tuvo que ser reparada de urgencia tras sufrir la caída de un rayo el verano de 2014, que alcanzó a la torre izquierda del templo, lo que provocó la caída de numerosos cascotes a la plaza Vélez de Guevara y daños de bastante consideración en un edificio ya de por sí considerado «en ruina total».
Amigos de Écija recuerda que «se van a cumplir 28 años de la firma del protocolo suscrito entre la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento de Écija» para la rehabilitación de los emblemáticos campanarios de la ciudad, conocida como la de las torres. «Si bien es cierto que se ejecutaron obras en algunos campanarios, otras torres como las de Santa María, Santo Domingo y las Gemelas esperan con urgencia la ejecución de las obras tan necesarias como imprescindibles para que el monumental conjunto de torres y espadañas brille con luz propia», señala la asociación.
«No hacemos ni decimos nada, no lo denunciamos y así están nuestras torres, sostenidas con muletas», dice Méndez Varo. El vicepresidente de Amigos de Écija recuerda cómo el 10 de octubre de 1990 se firmó en Sevilla un protocolo para la restauración y rehabilitación del conjunto de torres y espadañas así como la iluminación de las mismas. El documento reconocía «que las torres de la ciudad de Écija son uno de los elementos más característicos y definitorios de su arquitectura».
En uno de los párrafos del documento se puede leer que «con el transcurso del tiempo, tanto torres como espadañas han venido sufriendo un deterioro cierto, llegando, en algunos casos, a amenazar ruina. Por ello, la Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Écija, conscientes de la importancia que supone la conservación de estos monumentos arquitectónicos, acuerdan, mediante el presente protocolo, cooperar entre sí para la realización de un programa de restauración y rehabilitación de las torres y espadañas de la ciudad».
«Ese partido se suspendió en el primer tiempo», dice con metáfora deportiva Méndez Varo. El incumplimiento de ese protocolo de rehabilitación de las torres y espadañas ecijanas movió a Amigos de Écija a anunciar acciones legales contra la Junta de Andalucía que la entonces delegada provincial de Cultura, María Isabel Montaño, consideró que debían dirigirse «a la Iglesia que es la propietaria», además de matizar que lo firmado en 1990 «no es un convenio ni obliga a nada, simplemente refleja una voluntad».
A raíz de estas manifestaciones, Amigos de Écija «dio un paso más y solicita de la administración que el conjunto de torres y espadañas sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC)», una petición respaldada por el Consistorio que fue tramitada hace dos años pero de la que todavía nada se sabe, concluye el colectivo conservacionista.