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La Estrella visitó a su Hijo

Los nardos donados por los fieles perfumaron un camino único hasta la Hacienda de Torrijos

09 oct 2016 / 23:03 h - Actualizado: 09 oct 2016 / 23:24 h.
"Romería de Torrijos"
  • El reencuentro. La Virgen de la Estrella y el Cristo atado a la Columna juntos, en la capilla de la Hacienda de Torrijos. / Fotos: Pepo Herrera
    El reencuentro. La Virgen de la Estrella y el Cristo atado a la Columna juntos, en la capilla de la Hacienda de Torrijos. / Fotos: Pepo Herrera
  • Tres caballistas de los muchos que participaron en la romería.
    Tres caballistas de los muchos que participaron en la romería.
  • Familias, amigos... la cita se repite cada año en Valencina.
    Familias, amigos... la cita se repite cada año en Valencina.

Antes de la amanecida, en una fresquita madrugada otoñal, numerosos fieles de Valencina aguardaban en la parroquia y sus alrededores el inicio de la Misa del Alba que, como cada año, da comienzo al día más grande, ese que esperan valencineros y demás devotos del Cristo atado a la columna y la Virgen de la Estrella, su Madre, y que cada segundo domingo de octubre va a visitar a su Hijo en la Hacienda de Torrijos.

Al concluir la Eucaristía ya la esperaban los priostes para situarla en su trono de plata, que apenas tenía espacio para colocar los centenares de varas de nardos que este sábado fueron donando uno a uno sus fieles. Una belleza y un perfume que acompañó durante toda la jornada a la Estrella de la mañana en su transcurrir por las engalanadas calles de su pueblo. Llamaba la atención el manto verde y, sobre todo, la bella saya bordada en múltiples colores, flores y oro para la patrona de Valencina.

Los bueyes que llevaban la carreta apenas podían avanzar entre la multitud que la acompañaba a lo largo de las estrechas calles del recorrido por el municipio aljarafeño. A pie, vestidas de flamenca ellas, a caballo o en las magníficas carretas, perfectamente engalanadas con sus flores de papel, todas distintas, que resaltaban sobre el blanco lienzo de sus ropajes.

Flauta, tamboril y rezo del Ángelus, cuando ya el mediodía avanzaba y el sol empezaba a calentar a los participantes en la romería. Muchas personas y muy bien avenidas, como siempre. Porque la romería de Torrijos es lugar de encuentro, de amigos, de familias, de vecinos, de visitantes llegados de los pueblos de toda la provincia.

El camino corto e intenso para dar sentido a la devoción: la que concita una Madre que visita a su Hijo. Poco después de la una de la tarde tenía lugar ese momento, ese instante en que una se sitúa al lado del otro, que la aguarda cada año sin falta.

Ya de anochecida comenzaba la vuelta tras la despedida en el patio de los jazmines. Las calles de Valencina, iluminadas, esperaban a sus vecinos y a su patrona, que con las ráfagas encendidas lucía aún más bella, si eso es posible.

En el principio del fin, cuando ya comienza la nostalgia por lo vivido, aún quedó tiempo para seguir disfrutando de Ella, por las calles y, sobre todo, en su plaza. Un instante para agradecer los momentos de la jornada y pedirle a la Virgen volver, sin falta, el año que viene.