Jesús Maraña, periodista y editor de Infolibre, aseguró ayer que «la velocidad de estos tiempos fomenta sin duda el mal periodismo», que se traduce en «el sensacionalismo, la banalidad y la guerra del click». Y lo que, a juicio del periodista, subyace en todo ello es la «búsqueda desesperada de elevar la audiencia a cualquier precio para aumentar los ingresos publicitarios». Esta celeridad en el ejercicio profesional del periodismo dan origen a las noticias falsas, «puesto que no se contrasta suficientemente la información», subrayó.
Maraña hizo estas declaraciones en el marco de la XVI edición de los cursos de verano de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona, donde ayer se clausuró el curso Periodismo: la verdad y la mentira, que organiza la Asociación de la Prensa de Sevilla bajo la dirección de su presidente, Rafael Rodríguez. El editor de Infolibre participó ayer en la mesa redonda titulada La independencia económica y el periodismo libre. El buen periodismo cuesta dinero. Hay que pagar, junto al periodista y subdirector de eldiario.es Juanlu Sánchez.
A juicio de Jesús Maraña, el descrédito del periodismo está en el origen de la «profunda crisis de los medios», por delante incluso de la crisis «económico-publicitaria y de la revolución tecnológica», ya que «durante demasiado tiempo se ha afrontado la crisis mediática como un problema exclusivamente de modelo de negocio, olvidando que sin credibilidad el periodismo no es útil ni cumple la función que lo define en democracia: la de vigilar y controlar al poder y hacer público lo que a distintos poderes interesa mantener oculto», afirmó.
Junto a la crisis de credibilidad y a la tiranía de la inmediatez, otro de los factores que afecta directamente a la calidad de la información que se ofrece a los ciudadanos es la precarización laboral de los profesionales del sector, que «impide a los periodistas dedicar el tiempo suficiente a documentarse, elaborar y contrastar la información». Asimismo, según Maraña, la precariedad laboral lleva a la autocensura «por miedo a perder el puesto de trabajo», lo que hace que cualquier información que pueda incomodar a la dirección del medio «a menudo no llega ni siquiera a plantearse».
En cuanto al concepto de posverdad, el periodista dijo que «la intoxicación o la manipulación informativa han existido siempre».