Los castilblanqueños declararon en la tarde de ayer la guerra. Una guerra lúdica y festiva, una forma original de dar comienzo a sus fiestas patronales y enfrentarse al calor. Celebraron la Fiesta del Agua, el pistoletazo de salida a los festejos, que se extenderán hasta el próximo 2 de agosto.
La cita tiene una formulación para su celebración que le confiere la importancia de los grandes eventos: el jueves antes del primer domingo de agosto. Ese domingo se conmemora a la patrona, la Virgen de Gracia, y ya desde este jueves el pueblo se ha sumergido en las celebraciones. Y en el agua, a través de esta original propuesta, donde es prácticamente imposible participar y salir seco.
A modo de batallones fueron llegando grupos de personas por todos los flancos de este singular campo de batalla, la Plaza Amarilla. Gente de todas las edades, en bañador o con poca ropa –apropiada para lo que venían a hacer– se congregaron por todo el perímetro. Se contaban por cientos. Vecinos y mucha gente llegada desde pueblos cercanos.
En esta guerra contra el sofocante calor, patrimonio exclusivo de Castilblanco de los Arroyos, la contienda se desarrolla en la citada plaza, las armas para la batalla son cubos de plástico y similares, con la única munición que proporcionan los 100.000 litros de agua que brotan de una gran tubería instalada en medio de la plaza y distintos surtidores.
Desde que comenzó a manar el agua, técnicas depuradas compitieron contra métodos más apresurados para llenar los recipientes y mojar cuanto más y a cuanta más gente mejor. El agua usada en la fiesta, para no derrochar un bien escaso, no es potable.
La batalla sólo duró una hora, tiempo más que suficiente para que todo el que se atrevió a participar acabara completamente empapado. En este tiempo no hubo víctimas ni vencidos –ni tampoco incidentes de ningún tipo–. La victoria fue de los cientos de personas que con un simple cubo y muchas ganas de diversión pasaron una magnífica y, lo que es mejor, refrescante tarde de forma totalmente gratuita.