La hora de los servitas, 225 años después

Las voces blancas de la Escolanía de Los Palacios ponían fondo musical al silencio de miles de personas emocionadas por asistir a un pontifical histórico

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
09 sep 2017 / 22:12 h - Actualizado: 09 sep 2017 / 22:33 h.
"Religión"
  • Pontificial en homenaje a los servitas de Los Palacios. / Á.R.
    Pontificial en homenaje a los servitas de Los Palacios. / Á.R.

El viento marismeño que ayer tarde mecía las sábanas de la cruz en el paso del Santísimo Cristo de la Misericordia, sobre el regazo de la Virgen de los Dolores para la ocasión, era el mismo que bamboleaba las barquillas en aquella laguna sin fin que era la calle Abajo cuando los servitas fundaron su hermandad en la parroquia Santa María la Blanca en 1792. Por eso las voces blancas de la Escolanía de Los Palacios que ayer ponían fondo musical al silencio de miles de personas emocionadas por asistir a un pontifical histórico constituían también un homenaje por todos los servitas que han hecho posible esta zigzagueante historia de dos siglos y cuarto.

El pueblo, o al menos esa vieja parte que resta desde el Paraíso –qué nombre tan bien puesto ayer para una calle–, llevaba paralizado desde el día anterior, con sus alfombras de sal, sus balcones adornados y la velas de vigilia que iluminaron la misma calle que ocuparon horas después miles de fieles en una misa presidida por el vicario general del Arzobispado de Sevilla, Teodoro León.

En los palcos principales, no solo los representantes de las otras cofradías locales, que se han volcado con la efeméride –Vera-Cruz, Gran Poder, Patrona y Borriquita obsequiaron a los servitas con distinciones–, sino incluso de hermandades servitas de otros municipios como Lucena (Córdoba) o Carmona. Y, por supuesto, la corporación municipal, que aprobó la concesión de la Medalla de Oro de la Villa para la Virgen.

Tras la misa, salió el paso del Señor –finalmente acabado en su dorado– del propio altar efímero con esa estampa insólita de La Piedad. Los sones de la banda Fernando Guerrero acompañaron la procesión, al igual que el cortejo de un centenar de cirios y unas 70 mujeres de mantilla. Y miles de personas, a lo largo de un itinerario que no excedió los límites del casco histórico de la localidad hasta más de la una de la madrugada.