La ola de calor con cubos de agua se lleva mejor

Castilblanco de los Arroyos volvió a iniciar sus fiestas patronales con la popular Fiesta del Agua, una refrescante batalla que se disputa desde hace 30 años en la plaza Amarilla

02 ago 2018 / 21:35 h - Actualizado: 02 ago 2018 / 21:49 h.
"La provincia en fiestas"
  • Más de 50.000 litros de agua brotaron sin descanso, cazada por los cubos que portaban los valientes que fueron a la Plaza Amarilla. / Fotos: F.J.D.
    Más de 50.000 litros de agua brotaron sin descanso, cazada por los cubos que portaban los valientes que fueron a la Plaza Amarilla. / Fotos: F.J.D.
  • El gigantesco tobogán regresó a la calle Magdalena. Todos disfrutaron de lo lindo en esta refrescante fiesta.
    El gigantesco tobogán regresó a la calle Magdalena. Todos disfrutaron de lo lindo en esta refrescante fiesta.
  • La ola de calor con cubos de agua se lleva mejor
  • Lances de la batalla acuática de Castilblanco.
    Lances de la batalla acuática de Castilblanco.

Unos 40 hasta ahora inéditos grados se preveían subiendo Barranco Hondo. Que traducidos eran fuego cayendo sobre Castilblanco de los Arroyos, metido de lleno en sus fiestas patronales, inauguradas con la esperada Fiesta del Agua. Esperada porque el verano al fin ha llegado, y haciéndose notar.

Los aires acondicionados echaban horas extras, pero centenares de valientes se atrevían a dejar la zona de confort –y frescura– del hogar para prepararse ante el inminente enfrentamiento. Así se apostaban en las equinas a la espera de la hora más húmeda del verano, donde ni un centímetro de sombra permanecía vacío. El punto de encuentro fue como siempre la plaza Amarilla, que bien hubiera podido llamarse naranja como la alerta por lo que caía del cielo, que no era agua precisamente. Esa se esperaba en los surtidores del suelo y en la gran tubería que dibujaba una diagonal de frescor en la ardiente plaza.

El respetable, afanado en esquivar en esta inquieta espera al Lorenzo –que incluso asustaba a los que se asomaban a los privilegiados palcos de los balcones que dan a la plaza– se ataviaba con sus mejores galas de chanclas y camisetas. El coso ya estaba preparado y el ambiente más que caldeado cumplía con los previos. Una expectación sudorosa y necesitada de refresco descontaba segundos para meterse de lleno en el fragor de la batalla, sin saber bien si se combatía todos contra todos a base de agua o Castilblanco entero frente al calor.

Y como un miura al que se le abren los chiqueros, el agua desbocada saltó al ruedo. Comenzó así la pelea con milimétrica puntualidad al más puro estilo festivo castilblanqueño. Las cinco y media de la tarde sin más armas que cubos, cubetas y cualquier recipiente que llenar de munición, el agua del manantial del subsuelo de la plaza, y a base de frescos cubazos a diestro y siniestro luchar por mojar tanto como se era mojado.

¿Qué hace más fresco en la sierra dicen? Será bajo el efecto de los cubos de agua de la fiesta de Castilblanco, porque fuera de su perímetro los adoquines mordían con dientes de fuego las insuficientes suelas de los zapatos. Se ve que el verano ha estado cogiendo ventaja para pegar doble. Pero menos mal que aquí se inauguró el pantano de Los Molinos en estas fechas, y qué buena idea tuvo el que pensó en celebrar ese hito mojando a la gente con ese agua que por fin era corriente y sin restricciones a base de tirar cubos. Qué mejor muestra de amor al prójimo que refrescarlo cuando la canícula y el estío se pican a ver quién calienta más. Y qué sabiduría la de este pueblo de fijar este baño compartido el jueves antes del primer domingo de agosto.

Más de 50.000 litros de agua brotaron sin descanso, cazada por los cubos que la aprisionaban para ser lanzada con una maestría tal que nadie que por allí rondase acabó seco. No en vano son más de 30 años de experiencia en estas lides. Una hora de agua y frescor, un oasis en medio de esta tórrida tarde que inauguraba la ola de calor y la feria. En el mes más concurrido del pueblo, la Feria en honor de la Virgen de Gracia se abría con la Fiesta del Agua. Pero al menos en esta lucha de agua sin cuartel por un tiempo determinado los excesos en el mercurio se han desinflado. Y por si una hora de barra libre de agua supo a poco, la calle Magdalena volvió a ofrecer, como exitosamente lo hizo el año pasado, un gigantesco tobogán acuático de diez metros de altura, con el que acabar de empaparse.

Este jueves ha hecho calor en Castilblanco, pero la Fiesta del Agua lo ha sofocado con esta tradición y sus ritos. Y a bases de cubazos de agua, salir indemnes de esta primera ola de calor y llegar bien fresquitos a la Feria.