A primera hora de la mañana de ayer era difícil encontrar a alguien en La Roda de Andalucía que no estuviese hablando de Estados Unidos y sus aranceles. De la gente del pueblo que hace años estaba en paro, la que ya no está y los que se pueden quedar ahora. Y es que este pequeño pueblo de la provincia de Sevilla al que un acelerón de más en el coche puede hacer que se pase de largo y se entre en Málaga, tiene una especial preocupación con todo lo que se cuece en estos días en torno a la palabra «aranceles».
Y no es una preocupación baladí. Si se consulta la lista de empresas del mundo que más aceitunas negras producen, a la cabeza está Agro Sevilla, que funciona en este pueblo con 450 trabajadores (antes de la crisis de los aranceles eran 500), de los que unos 270 son vecinos de la misma localidad de La Roda.
Es una cooperativa de cooperativas, de las que captan el producto de otras empresas para comercializarlo, y tiene a Estados Unidos como su principal mercado de referencia.
En cifras, los 270 vecinos borrados del paro en La Roda gracias a esta fábrica aumentarían en torno a un 40 por ciento las cifras del paro local si decae la producción por no tener mercados de referencia de la importancia del norteamericano. Sobre una población actual de 4.277 habitantes, hay 324 personas en paro, el 16,09 por ciento de la población. La cifra es medianamente aceptable comparada con la media andaluza, pero se quiere reducir, no aumentar.
De entrada, llama la atención lo informados que los vecinos están sobre este asunto. En una sociedad que comentaba en casi todos lados la condena al ministro Màxim Huerta o el despido de Lopetegui, en el bar situado justo frente al Ayuntamiento un hombre se quejaba de que «un 30,05 por ciento, es que es una barbaridad», en referencia al arancel impuesto a la empresa rodense para entrar en Estados Unidos.
Ya en la Casa Consistorial, el alcalde, Fidel Romero, que ha sido noticia en días pasados por la huelga de hambre protagonizada para pedir mejoras sanitarias en la comarca, se muestra más que preocupado porque sus vecinos lo están, «esto les ha quitado el sueño, y no lo podemos permitir».
A primera hora de la mañana, el Ayuntamiento ya tenía listo un documento con el nombre de El Olivar: el agrosistema más representativo y simbólico de Andalucía, que piensan llevar a cada rincón en el que haya que discutir algo referente a los aranceles y a las personas que están detrás de los puestos de trabajo que peligran.
En su contenido, además de recordar que a nivel andaluz la aceituna es mucho más que un mero producto agrícola, reclama «difundir por todos los medios el carácter social y el gran número de jornales que la recolección manual proporciona en la provincia de Sevilla en particular», además de «reclamar las ayudas europeas con un incremento del 10 por ciento para garantizar precisamente la función social del olivar de mesa».
El documento se detiene también en pedir que Estados Unidos no sea el único mercado de referencia del producto, con lo que demanda «abrir mercados internacionales a fin de ampliar la demanda de consumo en la aceituna de mesa en todos los continentes, y establecer una mecanización adecuada al mantenimiento en producción de la aceituna de mesa sin que esta mecanización reduzca el número de jornales», y pide, por último, «hacer una apuesta decidida en la provincia de Sevilla y el conjunto de Andalucía por olivar de mesa ecológico», además de «coordinar en plataformas de comercialización la oferta de aceituna de mesa para no perjudicar los precios».
Mientras, en Agro Sevilla se guarda un prudente silencio. A las puertas de la fábrica no se aprecia la actividad que hay dentro, tanto en la factoría como en las oficinas, donde se intenta encontrar alternativas para que ni un empleo más caiga por culpa de unos aranceles que se consideran, más que injustos, una condena.