La Soledad cierra con broche de oro la Semana Santa en Marchena

La tradición marchenera más arraigada se despide con el negro manto de luto y sus clásicas moleeras

María Montiel marmondua /
26 mar 2016 / 22:10 h - Actualizado: 26 mar 2016 / 22:10 h.
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  • El Santo Entierro de Cristo, uno de los pasos que saca a la calle la Soledad. / M. M.
    El Santo Entierro de Cristo, uno de los pasos que saca a la calle la Soledad. / M. M.

El tintineo de las pequeñas cruces tras la cruz de guía da inicio, en la tarde del Sábado Santo, a una de las noches más esperadas. Es la tradición marchenera que se representa con la Hermandad del Triunfo de la Santa Cruz, Santo Entierro de Cristo y Nuestra Señora y Madre de la Soledad.

Noche de recogimiento que comenzaba a las seis de la tarde con la salida desde su templo de Santa María. Allí partía el Triunfo de la Santa Cruz, de nuevo, con la cruz del siglo XIV ante una multitud de vecinos que esperaban a las puertas. Al realizarse el descendimiento el Sábado de Pasión, la hermandad recuperaba la cruz en esta estación de penitencia que brilló bajo un cielo de nubes y claros.

Caminando elegantemente por la explanada, hacía su bajada seguida de los elementos bíblicos de la representación alegórica de la Fe, mediante una joven con los ojos vendados, las Tres Marías como parte del duelo y la mujer Verónica, además de las autoridades.

Así se daba paso al Señor en su dorado ataúd, custodiado por la guardia romana que minutos antes llegaba al templo para acompañar en este último viaje a su Señor. Plumas negras ondeando al viento que se mecían al son de la banda. Los ojos con mirada atenta al cielo que se despedían de su pueblo seguido de la Virgen de la Soledad. «Que no roce un varal». Bajo esas órdenes los costaleros levantaban a la Virgen en el arco del Tiro. Ante ella los marcheneros esperaban esa bajada que la lleva a encontrarse con su pueblo.

Tras la Virgen mujeres de manto y saya, típico de la mujer marchenera, que de luto siguen a la Señora en una noche de duende. Al enfilar la madrugada, cuando ya se ha encerrado el Santo Entierro, las tradicionales saetas moleeras ponen el punto y final a una semana intensa con momentos para recordar.