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La Soledad, con sus fieles. / M.M.
La Plaza llena hasta rebosar. Era al caer la tarde cuando se abrían las puertas del convento de la Candelaria, para asomar tímidamente la cruz de guía de la hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad. El silencio recorría la larga cola de nazarenos cuyos capirotes verdes dejaban ver a la lejanía la imagen del Cristo de la Vera Cruz. Sobre un monte de claveles, avanza en una salida majestuosa y una nebulosa de incienso.
Una noche de seriedad y recogimiento que da paso a una de las madrugadas más largas en la localidad. La espera se hacía eterna mientras, seguido de un trío de capilla, se alejaba el paso del Señor al anochecer. No obstante, la ilusión se hacía patente cuando se escuchaba el lento rachear de los costaleros, mientras las bambalinas del paso de palio se mecían antes de pasar el dintel de la puerta. El himno nacional puso el broche a una salida muy esperada. La Virgen de la Soledad estaba en la calle y cientos de moriscos aplaudieron la puesta de largo, tras la reciente restauración realizada por Fernando José Aguado. Protagonista además del cartel anunciador de la Semana Grande de La Puebla de Cazalla, María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad se lució mientras su pueblo la aguardaba con ganas el Jueves Santo.