La Soledad luce su 450 aniversario

Las moleeras despiden la Semana Santa en Marchena en una noche de sabor tradicional

María Montiel marmondua /
15 abr 2017 / 21:40 h - Actualizado: 15 abr 2017 / 23:14 h.
"Cofradías","Semana Santa en la provincia","Semana Santa 2017"
  • Nuestra Señora y Madre de la Soledad hizo vibrar a los marcheneros en el 450 aniversario de la fundación de la hermandad. / M.M.
    Nuestra Señora y Madre de la Soledad hizo vibrar a los marcheneros en el 450 aniversario de la fundación de la hermandad. / M.M.
  • Nadie quiere perderse el Santo Entierro atravesando un angosto arco. / M.M.
    Nadie quiere perderse el Santo Entierro atravesando un angosto arco. / M.M.

Es un año especial y, desde la salida se hacía patente. La hermandad de la Soledad de Marchena, fundada en 1567, cumple 450 años, por lo que está inmersa en diferentes actividades. Sin embargo, la emoción era palpable desde el mismo momento en el que se abrían las puertas del templo en la tarde del Sábado Santo para dar paso a la hermandad del Santo Entierro de Cristo, Nuestra Señora y Madre de la Soledad y el Triunfo de la Santa Cruz.

Es el broche de oro a los días grandes de la localidad y el cielo luminoso daba paso a la salida, desde la iglesia de Santa María La Mota, llena de vecinos expectantes. Allí partía el Triunfo de la Santa Cruz ante una multitud de vecinos que esperaban a las puertas en una gran explanada. Momentos especiales que se viven intensamente en la localidad que se vuelca con sus hermandades.

Abría el cortejo un pequeño tintineo de cruces plateadas. Ilusiones cofrades que, tras la cruz de guía, parten desde el mágico enclave del Palacio Ducal de Marchena. Caminando elegantemente bajando el Tiro y sobre un monte de claveles rojos, el paso del Triunfo de la Santa Cruz o La Escalerilla con el sudario ondeando por el viento. Tras él, una representación de las diferentes hermandades de la localidad dando paso a los elementos bíblicos de la representación alegórica de la Fe, mediante una joven con los ojos vendados, las Tres Marías como parte del duelo y la mujer Verónica.

Avanza la tarde y se da paso al Señor en su dorado ataúd, custodiado por la guardia romana que minutos antes llegaba al templo para acompañar en este último viaje al Santo Entierro. Suave bamboleo de plumas se mecían al son de la banda, mientras el Cristo Yacente bajaba en una impresionante urna. Detrás del paso, el pregonero junto al presidente y representantes del Consejo de Hermandades y Cofradías, así como representación política de la localidad.

Aún no se había alejado cuando, de fondo, un murmullo avisaba de la llegada de la Virgen de la Soledad. «Muy despacito con ella» eran las órdenes que el capataz daba a los costaleros, ataviados con una camiseta alusiva al 450 aniversario. En la suave subida, el racheo de los costaleros se hace audible entre las calles empedradas. Ante ella, los marcheneros esperaban esa bajada que la lleva a encontrarse con su pueblo. Una imagen que despierta devoción en Marchena, que la acompaña exclamando: «¡Qué bonita va!», mientras observan cómo pasea entre sus calles.

Tras la Virgen, mujeres de manto y saya, típico de las mujeres marcheneras, que de luto siguen a la Señora en una noche de duende. A enfilar la madrugada, cuando ya se ha encerrado el Santo Entierro, las tradicionales moleeras –saetas carceleras y cernicaleras que suenan una y otra vez cuando el pueblo se concentra en los alrededores del Tiro– ponen el punto final a una semana intensa con momentos para recordar. Se atesoran recuerdos que en la memoria quedarán, contando las horas para el próximo Domingo de Ramos.