La víctima recibió en vida nueve golpes en la cabeza

La Fiscalía mantiene los 23 años de prisión para el acusado de asesinar a su mujer en Alcalá

19 abr 2017 / 18:34 h - Actualizado: 19 abr 2017 / 19:40 h.
"Tribunales"
  • El acusado entra en la sala, donde le está juzgando un jurado popular. / Jesús Barrera
    El acusado entra en la sala, donde le está juzgando un jurado popular. / Jesús Barrera

María del Águila Pérez recibió «nueve golpes» en la cabeza con la tapa de la cisterna de su cuarto de baño, y tres puñaladas por la espalda. «Los nueve golpes se producen en vida, no fallece inmediatamente, sino que tuvo un periodo agónico», según las conclusiones de los médicos que realizaron la autopsia a su cadáver. La Fiscalía, tras escuchar a todos los testigos y peritos, mantuvo los 23 años de prisión que reclama para el acusado, Mario Calderón Márquez, por un delito de asesinato y otro de malos tratos.

Los médicos del Instituto de Medicina Legal fueron muy contundentes con la causa de la muerte de la víctima: «el traumatismo craneoencefálico severo» que presentaba y que fue causado por «una gran energía» que le provocó diversas fracturas y hundimiento de los huesos de la cabeza. «Son lesiones provocadas por una energía cinética alta, una caída provoca un chichón, pero no una fractura de esa entidad», dijo uno de los forenses ante la pregunta de la defensa de si las heridas que presentaba en la cabeza pudieron causarla una caída.

Para los médicos los golpes fueron propinados por un «objeto contundente romo, sin aristas», con lo que son compatible con la tapa de la cisterna rota y ensangrentada que se encontró en el lugar de los hechos. Por ello, y a la vista del tipo de lesiones, concluyeron que «tres golpes fueron con la tapa antes de romperse y los otros seis después». «Todos fueron en vida, pues inconsciente o semiconsciente siguió recibiendo golpes en el suelo, falleciendo pocos minutos después».

El resto de heridas que presentaba el cuerpo hacen pensar a los forenses que recibió tres pinchazos con arma blanca en el omoplato izquierdo en primer lugar y luego fue golpeada en la cabeza. Además, presentaba «varias heridas en las manos compatibles con un intento de defensa. Son lesiones propias de intentar evitar la acometida de un arma blanca y por eso tiene cortes en las manos», señalaron los forenses.

En este mismo sentido se expresó la forense que acudió a realizara el levantamiento del cadáver en la vivienda de Alcalá de Guadaíra. La doctora, que declaró por vídeoconferencia, señaló que el cuerpo de la víctima estaba en el suelo bocabajo, apoyado ligeramente sobre el «lado izquierdo». El cadáver presentaba una «gran lesión en lado izquierdo, con fractura de cráneo, hundimiento e incluso salida de masa encefálica». En el lado derecho también tenía contusiones, además de «rotura del tabique nasal» y de varias piezas dentales, mientras que otras se desprendieron como consecuencia de los golpes.

«Sabía lo que iba a hacer y quería hacerlo»

Una de las cuestiones claves que se plantearon en la tercera sesión del juicio era aclarar la capacidad volutiva del acusado. «Sabía lo que iba a hacer, quería hacerlo y sabía cuáles eran sus consecuencias», dijo el psiquiatra forense Julio Guija. Sus conclusiones fueron claras, pues sostuvo que «no tiene ningún tipo de trastorno mental» y que, en todo caso, se puede considerar que tiene «síntomas, pero que no le afectan a su capacidad de conocer, sabe lo que va a hacer».

Para el doctor, el acusado «tiene plena conciencia de lo que ha hecho» y que si dice que no recuerda nada «es porque oculta su verdad, su versión de los hechos». Además, lo describió como una persona «con afectividad de tono bajo, escasa capacidad para disfrutar, triste y con pocas ganas de hacer algo para si mismo». Por su parte, el psicólogo propuesto por la defensa indicó «que no se puede saber si la pérdida de memoria es ficticia» y que es posible que tenga «amnesia lagunar» que le lleva a olvidar hechos traumáticos, pero reconoció que «sabe lo que hace».

Asimismo, en el juicio declararon dos psiquiatras especialistas en Violencia de Género quienes, tras entrevistar a las hijas del matrimonio y con el acusado, concluyeron que la relación de la pareja era «asimétrica», donde ella asumía una «situación de sumisión» debido a la dependencia económica que la víctima tenía con respecto a su marido. Ambas indicaron que también existía una dependencia emocional porque la fallecida asumió en los últimos años «el papel de cuidadora» y dijeron que el acusado «estaba acostumbrado a salirse con la suya».

23 años de prisión

Con las declaraciones de los peritos, se dio concluida la fase de prueba del juicio, tras lo que las partes expusieron sus conclusiones. Así, la Fiscalía mantuvo los 20 años de prisión por un delito de asesinato y otros tres por otro de malos tratos habituales, petición a la que se adhirió la Junta de Andalucía. La acusación particular retiró la petición por un delito de amenazas, ya que considera que estas estarían incluidas en el mal trato habitual, además del asesinato.

Por su parte, la defensa solicitó la libre absolución, alegando la eximente completa por trastorno mental. De forma subsidiaria, reclamó una condena por un delito de homicidio, pero con las eximentes incompleta de trastorno mental, arrebato y obcecación.