Las áreas siguen esperando una oportunidad

Obras. La paralización de infraestructuras a las que se asociaron muchos de los proyectos del Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla (Potaus) mantiene su desarrollo en ‘stand by’

06 feb 2017 / 09:34 h - Actualizado: 06 feb 2017 / 09:34 h.
"Empresas","Urbanismo","La Gran Sevilla renace"
  • Vista del parque Aerópolis, en La Rinconada. / Pepo Herrera
    Vista del parque Aerópolis, en La Rinconada. / Pepo Herrera
  • Un camión accediendo al polígono La Isla. / Inma Flores
    Un camión accediendo al polígono La Isla. / Inma Flores
  • Obras del tranvía de Alcalá de Guadaíra. / Manuel Gómez
    Obras del tranvía de Alcalá de Guadaíra. / Manuel Gómez
  • Terrenos de San Nicolás Oeste. / José Luis Montero
    Terrenos de San Nicolás Oeste. / José Luis Montero
  • Terrenos espartineros donde iría Waterland. / Manuel Gómez
    Terrenos espartineros donde iría Waterland. / Manuel Gómez

Han pasado 10 años desde que el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla (Potaus) se intentara poner en marcha y, salvo honrosas excepciones, la mayoría de las 69 áreas de oportunidad proyectadas para «implantar usos y actividades de interés metropolitano», continúan en stand by, a la espera de que las infraestructuras de las que dependían, ya sea la eternamente prometida SE-40, las mejoras que no terminan de ejecutarse en otras vías de comunicación como la A-49 o medios de transporte pendientes como los tranvías de Alcalá, Dos Hermanas o el Aljarafe, puedan reactivarse.

Claro que las pretensiones estaban, quizás, demasiado altas. En pleno año 2007, cuando aún nadie se atrevía a pronunciar la palabra crisis, el área metropolitana de Sevilla tenía unos visos de expansión continua a los que había que dar respuesta, sobre todo en materia de empleo y de vivienda. Y para ello se delimitaron las mencionadas áreas de oportunidad, destinadas a impulsar proyectos ya existentes o con especial interés de desarrollo en los 46 municipios que se integraron en aquella Gran Sevilla.

Los usos de esas áreas contemplaban, principalmente, parques tecnológicos, logísticos y polígonos industriales –47 en total para uso productivo– y suelos para VPO –22–.

Al menos 14 de los primeros dependían, en gran parte, de que la SE-40 fuera una realidad, y teniendo en cuenta que en 10 años los avances de la carretera han sido muy tímidos con la puesta en funcionamiento de tan solo dos de 12 tramos proyectados –entre La Rinconada (A-4) y Alcalá de Guadaíra (A-92) y entre esta y la carretera de Utrera (A-376)–, ahí siguen, esperando una oportunidad.

Ni las ampliaciones de polígonos como la Isla, en Dos Hermanas, ni el famoso centro comercial Aprocom, ahora llamado Waterland, en Espartinas, ni el campus de actividades empresariales y servicios del Aljarafe Sur, que estaba proyectado en Almensilla, ni la plataforma logística de Alcalá de Guadaíra, por poner algunos ejemplos, han logrado despegar ni tan siquiera un poco.

Precisamente en Alcalá, otro que ha sufrido con creces el continuo retraso de las obras del tranvía ha sido el ambicioso parque tecnológico, donde el Potaus planeaba «actividades empresariales, industriales, universitarias y formativas, así como los correspondientes servicios tanto de carácter empresarial como tecnológicos y generales, y los relacionados con el ocio y el deporte».

Aún le queda para ver la luz teniendo en cuenta que el tranvía, si realmente se cumplen sus pronósticos, no se pondrá en servicio hasta el 2019. No obstante, desde el gobierno municipal alcalareño admiten que, últimamente, ambas áreas de oportunidad están siendo objeto de reclamo por parte de algunas empresas, que han mantenido contactos con el Ayuntamiento interesándose por los terrenos que abarcan.

Vicisitudes varias, entre ellas, la negativa de la Junta de Andalucía a ejecutar los accesos necesarios, frenaron los intentos de crear el Centro Logístico del Bajo Guadalquivir, en Utrera, destinado a actividades como el almacenaje, el transporte o la distribución que debía tener asegurada, precisamente, la accesibilidad viaria y ferroviaria.

En la cabeza visible del Bajo Guadalquivir, esto es, Los Palacios y Villafranca, se ideó un parque tecnológico agroalimentario, bautizado como Agrópolis, que se quedó en eso, en una idea. Porque, entre otras cosas, para garantizar el acceso necesitaba de un ramal que conectara la palaciega carretera del Monte con la N-IV, una infraestructura que el Ministerio de Fomento nunca estuvo dispuesto a asumir.

Y qué decir de San Nicolás Oeste, en el término municipal de Sevilla, y su relación de amor-odio con la multinacional sueca Ikea. Junto al aeropuerto sevillano, esta área de oportunidad pretendía reforzar el eje productivo en torno al aeropuerto y estaba considerada una oportunidad para el desarrollo de actividades logísticas, terciarias y comerciales, que complementarían a las previstas en el término de La Rinconada. El principal problema con el que siempre se ha topado ha sido la imposibilidad de construir la SE-35 –de nuevo la culpa fue de una infraestructura–, lo que llevó a Ikea a renunciar al proyecto, según el PSOE, por la «venta de humo» del PP durante el mandato de Juan Ignacio Zoido y, según los populares, por la «mala planificación del gobierno de Alfredo Sánchez Monteseirín y la dejadez de la Junta». Los terrenos, mientras tanto, siguen esperando una mayor suerte.

Como amarga anécdota, el Potaus solo recogía un área de oportunidad con la calificación de «uso hotelero». Se trataba de construir una serie de alojamientos junto a la por entonces en marcha escuela de hostelería «para aprovechar los valores paisajísticos» que ofrece Castilleja de Guzmán, y se invitaba a ordenar la mencionada ubicación en el planeamiento general de la localidad. Un planeamiento que fue, finalmente, la sentencia de muerte no solo de ese intento de hotel, sino del edificio de la escuela de hostelería y aledaños.

No todo está perdido

Eso sí, no todas las áreas de oportunidad del Potaus se dieron de bruces con el muro de la crisis. Unas cogieron carrerilla desde el primer momento y otras simplemente fueron cocidas a un fuego más lento.

La joya de la corona es, sin duda, el parque tecnológico y aeronáutico Aerópolis, en el término municipal rinconero, que tras el rápido desarrollo de su primera fase prevé llevar a cabo en breve una ampliación de sus terrenos. El propio alcalde, Javier Fernández, ha asegurado recientemente que mantendrán la semana próxima un encuentro con la Agencia IDEA para abordar la cuestión.

Palmas Altas también es un ejemplo de desarrollo. Tras la consolidación de la multinacional Abengoa y de la Universidad Loyola Andalucía, los próximos en desembarcar serán Ericsson, con su futuro centro de desarrollo de fibra, y el centro comercial proyectado por LAR España, que estará teóricamente finalizado en 2019 con la pretensión de ser el más grande de España.

Así, las multinacionales parecen haberle cogido el gusto a la provincia de Sevilla, y el parque logístico de Carmona, al calor del Potaus y ofreciendo atractivos como su excelente conexión con la A-4, ha logrado que, en plena época de recesión, un gigante como Sofitec se instale en sus terrenos, mientras que la compañía Gefco hará lo propio a lo largo de este año. También hay espacio aquí para que empresas en plena expansión como la local Puerto de Indias amplíen sus instalaciones.

En Bollullos de la Mitación, el área de oportunidad que ahora ocupa el polígono PIBO ha experimentado un gran crecimiento, llegando a acoger a muchos trabajadores de Sevilla. Y aunque durante muchos años esto era un inconveniente de tráfico, se ha cumplido –muchos años después– el objetivo que recogía el Potaus de integrar adecuadamente la carretera Umbrete-Bollullos en la ordenación del área, a través de la construcción de varias rotondas que han logrado regular los embotellamientos.