«Me pinchó con la navaja y ya lo que recuerdo es verla tirada en el suelo»

El acusado de matar a su mujer en Alcalá niega los malos tratos y asegura que ella le atacó primero. La Policía dice que no tenía las lesiones que él dice

18 abr 2017 / 18:37 h - Actualizado: 18 abr 2017 / 22:59 h.
"Tribunales"
  • El acusado declara ante el jurado popular. Se enfrenta a hasta 33 años de prisión por asesinato, malos tratos y amenazas. /Jesús Barrera
    El acusado declara ante el jurado popular. Se enfrenta a hasta 33 años de prisión por asesinato, malos tratos y amenazas. /Jesús Barrera

«Desde que me pincha con la navaja hasta que la veo en el suelo no recuerdo nada». La declaración realizada por el acusado de matar a su mujer golpeándola con la tapa de la cisterna nada tiene que ver con el relato de los hechos que determinó la investigación policial. Mario Calderón Márquez habla de infidelidad, de intento de envenenamiento e incluso de una agresión previa por parte de su mujer, María del Águila Pérez. Sin embargo, no recuerda nada de cómo se produjo el crimen y niega cualquier tipo de maltrato. «No he golpeado a mi mujer en mi vida», asegura.

El relato de aquella trágica madruga, la del 3 de junio de 2015, de Mario comienza cuando este se levanta de la cama y ve a su mujer «agachada en el pasillo y abrazada a un hombre». Ella al verle le dice a esta persona que se vaya y es entonces cuando, según su versión, ella coge una navaja que él tenía y le hizo «retroceder» hasta que ya no pudo más. «Me hirió en una mano, en la rodilla y en un testículo», afirmó en un tono de voz que hacía difícil seguir su declaración desde los bancos del público.

El acusado, que no se separó de la muleta en la que se apoya para andar, sostuvo que a partir de ese momento ya no recuerda nada más, pues la siguiente imagen que tiene es la de su mujer tirada en el suelo del baño yaciendo sobre un charco de sangre. «Me encontré raro» y fue entonces cuando llamó a su hermano para decirle que ella «estaba en suelo y que llamara a la Policía». «Quise llamar a la Policía pero en ese momento con los nervios no me sabía el número de memoria», dijo.

Sin desmoronarse en ningún momento, negó en varias ocasiones que insultara o amenazara a María del Águila, e incluso llegó a decir que «ella sí me agredió en varias ocasiones». No fue lo único que apuntó sobre la que fue su esposa durante 27 años, sino que afirmó que ella «tenía una relación extramatrimonial» y reconoce que «desde el año 2013 la grababa porque temía por mi vida».

El acusado explicó que sufre depresión desde 2008 «después de tener un accidente laboral» al caer de un andamio, lo que le provocó «daños en las vértebras» y una consecuente «movilidad reducida» que alivia «con morfina y otros medicamentos». «Me siento deprimido porque como hombre tengo disfunción eréctil y luego por mi falta de movilidad porque no me siento con capacidad para algunas cosas», a lo que añadió que las discusiones entre ambos «eran frecuentes. Ella me decía que no valía para nada».

Sangre por las paredes

Pero el relato de Mario no coincide o al menos se contradice con el escenario que se encontraron los primeros policías que acudieron a la vivienda. Los agentes sí indicaron en que este les dijo al verlos que «no sabía lo que había pasado» cuando abrió la puerta y lo encontraron «sin camiseta y lleno de sangre». Sin embargo, ninguno de ellos le vio las heridas en la rodilla, solo «tenía la mano vendada», pero según dijo uno de ellos «era una herida que ya estaba curada».

Cuando los policías subieron se encontraron las paredes del pasillo «lleno de sangre, como si la hubieran arrastrado» y a la víctima «tirada en el suelo, boca abajo, en un enorme charco de sangre y con la parte izquierda de la cabeza y la cara destrozada». En el dormitorio localizaron «gotas de sangre y las llaves de la terraza también manchadas de sangre», además, vieron que la víctima tenía tres heridas en la espalda. «No sé se las haría yo, digo yo», contesta Mario.

«Mi madre tenía auténtico pánico, era pavor»

La realidad que contaron las hijas del matrimonio es muy diferente a la que plasmó el acusado. «Desde que tengo uso de razón recuerdo los malos tratos», dijo Estefanía, la más pequeña. «Mi madre tenía auténtico pánico, ella no quería denunciar porque tenía pavor», añadió.

Ella contó que la «relación siempre fue mala» y que su madre tenía una vida «controlada» por su marido. «La perseguía y la vigilaba, no la dejaba ni ir a tirar la basura. No la dejaba ni a sol ni a sombra», una situación que su hermana Jennifer describió su comportamiento como «obsesivo y controlador».

La hija pequeña relató el episodio en el que el padre «le golpeó con una silla de plástico en la espalda» o cuando le agredió a ella misma y cogió a su madre «por los pelos». «Llamé a la Policía, pero mi madre quitó la denuncia y luego tuve hasta que pedirle perdón a mi padre porque me dejó de hablar», indicó la chica. Su hermana coincidió en este relato, describiendo «discusiones diarias» y las reacciones «violentas» del acusado cuando este era contrariado. Jennifer contó que su padre incluso tenía amenazada de muerte a María del Águila. Antes que ellas, declaró el hermano del acusado, quien explicó que no tenían «ninguna relación» y calificó su carácter de «agresivo».

La familia decidió portar camisetas con la fotografía de la fallecida junto con la Virgen del Águila de Alcalá para esperar al acusado a la salida de los juzgados.

«Mírame a la cara que yo soy tu madre»

Entre los testigos que en la mañana del martes estaban citados a declarar se encontraba la madre del acusado. La acusación particular había renunciado al testimonio de Isabel Márquez, para evitarle el trance a su avanzada edad, pero no la defensa. La mujer, en cambio, fue incapaz de declarar, y se acogió a su derecho a no hacerlo por ser familiar directo del acusado. Entre lágrimas y sollozos abandonó la sala no sin antes dirigirse a su hijo, incapaz de mantenerle la mirada, y decirle: «mírame a la cara que yo soy tu madre».