«Necesitamos construir una nueva convivencia»

El ecijano Jesús Armesto promociona ‘Las llaves de la memoria’, una reflexión sobre la identidad de los pueblos

12 oct 2017 / 21:49 h - Actualizado: 12 oct 2017 / 21:53 h.
"Literatura","Historia"
  • El ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, junto al ecijano Jesús Armesto. / M.R.
    El ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, junto al ecijano Jesús Armesto. / M.R.

Jesús Armesto, nacido en Écija hace 39 años, es guionista y director de cine. Licenciado en Dirección Cinematográfica en el Centre d’Estudis Cinematográfics de Catalunya, en 2005, en Barcelona, donde reside, aunque vive a caballo entre la capital catalana y Córdoba. Su carta de presentación le define como un «ferviente estudioso de la condición humana, así como de sus manifestaciones (Arte, Historia, Literatura, Música)».

Además de guionista y director, ha escrito y dirigido varios cortometrajes y también varios spots promocionales. Le gusta contar historias con formato de cine documental. El primero que lanzó fue Cuento de las dos orillas, hace más de diez años. En una faceta didáctica ha impartido durante tres años sendos seminarios-conferencias en la Universidad de Barcelona sobre diversos temas cinematográficos. En el año 2007 fue ponente en el foro intercultural e interreligioso Alianza de civilizaciones, alianza por la paz, celebrado en Córdoba.

Desde hace semanas, este ecijano está embarcado en la promoción de su –por ahora– último documental, Las llaves de la memoria, una cinta que presentó en el Festival de Cine Europeo del año pasado, en Sevilla, y en la que propone una revisión de la historia de Al-Andalus y plantea cómo esa historia fue revisada por intereses políticos hasta dar la versión que tenemos en la actualidad de esos ocho siglos de vida que, en el documental de Armesto, fueron de convivencia entre las tres religiones del libro: judíos, musulmanes y cristianos.

Las llaves de la memoria sigue a Sofía, una joven estudiante universitaria, en la elaboración de su tesis, «con la que pretende descubrir la auténtica historia de su pueblo, Andalucía». La cámara sigue el viaje que emprende la joven, que la conducirá a revelaciones desconocidas hasta la fecha que descubrirá en conversaciones con especialistas en la materia.

Entre esos especialistas que dialogan con Sofía –interpretada por Mar García– están Federico Mayor Zaragoza, Boaventura de Sousa Santos, Sami Naïr, Manuel Pimentel, Sebastián de la Obra, María Paula Meneses, Natalia Andújar, Lola Vegas, Antonio Manuel, Isidoro Moreno y Emilio González Ferrín, entre otros.

Este último, investigador y arabista, es, según Armesto, quien defiende la tesis no de que no existiera una invasión árabe de la península, pero sí plantea que lo que se produjo fue «una sucesiva arabización en los primeros años, no por número ni como se nos ha contado en la historia», matiza el cineasta.

Y es que es contra la historia (mal) contada de Andalucía que surge Las llaves de la memoria. Sofía prepara su tesis y se va encontrando las huellas de Al-Andalus. «Ella, con su investigación, intenta hacer una arqueología de la memoria de Andalucía», un camino que Armesto reconoce haber hecho también, y en el que la protagonista de la cinta, como el director de esta, «empieza a ver que esta historia de Andalucía, más que oculta, ha sido ocultada». «La intención de esta película surgió de la necesidad imperiosa que hay en que los andaluces y cualquier persona de cualquier sociedad, cualquier pueblo, en definitiva, tenga la posibilidad de acceder a conocer su propio pasado», enfatiza Armesto, que opina que «no es así en el caso andaluz. Me parece grave que ningún andaluz o andaluza tenga acceso directo a su historia».

El documental del astigitano ha sido definido como «una obra reflexiva que contemporiza el debate sobre la memoria y el valor de la identidad de los pueblos en una sociedad globalizada». Él casi se defiende argumentando que «no soy historiador, pero desde 2005 llevo investigando sobre el tema. Empecé a intuir que yo no conocía mi propia historia, vivía en Barcelona y empecé a investigar», recuerda, «pero me encontré que tenía pocas fuentes para hacerlo».

Ante esa falta de documentación, Armesto rodó en 2007 Cuento de las dos orillas, en la que abordaba «el problema de no poder conocerte, de una manera poética, no de investigación». En el año 2014 empieza a diseñar Las llaves de la memoria. «Y me encuentro con el resultado de muchas investigaciones, de distintas universidades internacionales, de investigadores de Wisconsin, de Coimbra... también de la Universidad de Córdoba, de la Hispalense y de la Pablo de Olavide».

Con ese material, el director de cine ya tiene posibilidad de estudiar esa historia ocultada, «y además he tenido la suerte de que los especialistas e investigadores han sido más que accesibles», reconoce.

Ese material es el que pone por delante Las llaves de la memoria. «Yo no soy el que expone las tesis, yo facilito al espectador llegar a estudios que, si no es así, me temía mucho que no iban a salir a la luz. Les he dado eco», señala y añade que «es imperioso que lleguemos a conocer esto». Armesto pide «no idealizar la época de Al-Andalus; no era el paraíso en la tierra, en todos sitios hay conflicto y es lógico que sea así; pero sí había una diversidad amplísima, mediterránea, que nos ha enriquecido», enfatiza. Eso es lo que plantea su documental: que los andaluces «somos el fruto de una inmensa mezcla, somos hijos de un mestizaje amplísimo, bellísimo, riquísimo, del que sentirnos orgullosos».

Pero el cineasta astigitano va más allá. «En la película no hablo de Andalucía, hablo del género humano». Y extrae una lección: «Necesitamos construir un nuevo paradigma de convivencia, respetar y no negar la realidad del otro». Una lectura que, en el momento actual, tiene una visión política que Armesto, vecino de Barcelona, no ha querido abordar, para centrarse «en el estudio sociológico, antropológico». «La mayor satisfacción que tengo es la respuesta del público cuando ve la película», sonríe, y señala que el espectador «termina muy sorprendido porque la película te pone delante como si fuera un espejo, pero un espejo roto, y el espectador encuentra un abismo entre lo que piensa que es, que ha sido siempre, y lo que ve».

«El asombro es el denominador común. Demuestra que la gente quiere saber. Para eso hemos hecho Las llaves de la memoria: para abrir un debate, porque la película no trae certezas, sino la intención de que se abra un camino de estudio y que esto acabe en la agenda política, donde tiene que acabar», concluye Armesto.