Sin sed gracias a la cal

Enseñar el oficio de calero en Morón permitirá construir balsas para almacenar agua en África

María Montiel marmondua /
06 mar 2016 / 20:09 h - Actualizado: 07 mar 2016 / 08:40 h.
"Solidaridad"
  • El oficio de calero moronense permitirá la construcción de balsas para almacenar agua en África. / El Correo
    El oficio de calero moronense permitirá la construcción de balsas para almacenar agua en África. / El Correo
  • La cal de Morón tiene numerosas propiedades. / El Correo
    La cal de Morón tiene numerosas propiedades. / El Correo

Desde hace siglos, la cal es conocida por sus buenas propiedades tanto para el encalo como para la construcción. Unos beneficios que ahora llegan a África para construir balsas donde almacenar agua.

La idea nacía de la Comunidad Misionera de San Pablo quienes, desde Turkana –región situada en el cuerno de África entre Somalia y Etiopía–, luchan diariamente por salvar la vida de miles de personas. La escasez de oportunidades alternativas al pastoreo nómada y las fuertes sequías y hambrunas que azotan la zona, unido a la iniciativa de los misioneros por dotar de agua mediante presas de mampostería donde almacenar el preciado líquido procedente de torrenciales lluvias de la zona, puso sobre la mesa la idea de producir localmente el material aglomerante necesario al estilo de los romanos: cal y arena.

Ante la dificultad de realizar las balsas con cemento, por la lejanía y el coste del material, el ingeniero que asesora a los misioneros llegó a la conclusión de que con mortero de cal también se podrían realizar las presas, tan necesarias para sobrevivir en la zona.

Un oficio tradicional que se mantiene como último reducto en Morón de la Frontera. Fueron precisamente el Museo de la Cal y la empresa Gordillos Cal, arraigados ambos en la aldea moronense Caleras de la Sierra, quienes le ofrecieron apoyo técnico para la construcción del horno así como para el estudio del material de la zona, una piedra con un contenido adecuado de carbonato cálcico. La piedra a quemar, conocida en Morón como poyala, presenta muchas similitudes con la piedra disponible en Turkana. En dicha iniciativa tuvieron un papel igualmente relevante el parque etnológico de Vegas de Matute (Segovia) y benefactores privados gracias a los que pudo emprenderse la actividad.

De esta manera, Manuel Gil del Museo de la Cal recuerda que fue «en el año 2013 cuando se realiza la construcción de un horno de tres toneladas de capacidad y de estilo árabe aunque llevan cinco cochuras sin éxito». A pesar de que la construcción sobre plano era idónea para la producción de tan preciado producto, el blanco material no se obtenía. Animados por un empresario gallego buen conocedor de la realidad de Turkana, se realizó una primera reunión de un grupo de expertos entre los que se encuentran el propio Gil e Isidoro Gordillo de la empresa Gordillos Cal, así como de la empresa Calcinor, donde se llegó a la conclusión de que la mejor forma de enseñar el oficio tradicional era conociéndolo de primera mano.

Dada las dificultades para trasladar a un calero de los de toda la vida a una zona tan remota y difícil, se ha optado por levantar un horno réplica del africano en el Museo de la cal, y ponerlo a funcionar en presencia del responsable del proyecto en Kenia, quien tendrá la oportunidad de conocer el oficio para trasladarlo posteriormente a la zona y conseguir finalmente hacer cal en el desierto.

El objetivo es «mostrar a escala real el buen oficio del calero tradicional este grupo de misioneros para que luego sobre su horno lo lleven a la práctica». Para ello, ya se ha puesto la primera piedra del horno que se está construyendo siguiendo los planos del horno africano levantado hace tres años.

Será ahora en marzo cuando aterrice en Morón de la Frontera el ingeniero de la comunidad misionera. Allí observará cómo los maestros caleros montan el horno y luego lo hornean. La adecuada temperatura así como la formación del vaso son clave para el éxito del proceso. Por eso, según Gil, será en el terreno donde se observen los fallos de su horno que «estructuralmente está bien montado». Un horno del que depende la subsistencia de cientos de personas en esta angosta zona de África.