Solidaridad de los escolares de Marchena en forma de jabón

La iniciativa de elaborar este producto y enviarlo a Togo como ayuda humanitaria ha sido premiada en la convocatoria Aprendizaje-Servicio 2017

María Montiel marmondua /
h - Actualizado: 16 nov 2017 / 22:55 h.
"Solidaridad"
  • Escolares de Marchena fabrican jabón con sus profesores, un producto que luego envían a Togo. / M.M.
    Escolares de Marchena fabrican jabón con sus profesores, un producto que luego envían a Togo. / M.M.

A miles de kilómetros llega el jabón que realizan desde dos centros escolares en Marchena. Una iniciativa que comenzaba hace 23 años con una finalidad medioambiental se ha convertido en un proyecto humanitario donde han participado miles de escolares de la localidad. Ahora han sido reconocidos en la convocatoria Premio Aprendizaje-Servicio 2017 en la categoría de medio ambiente.

Fue en 1994 cuando en las ecoescuelas de los centros Juan XXIII y Padre Marchena decidieron comenzar un proyecto medioambiental encaminado a evitar la contaminación en el río Corbones. Los inicios los recuerda Antonio Mérida, encargado de la ecoescuela en el Juan XXIII, quien puntualiza que «en unas actividades de educación ambiental comprobamos que el río estaba contaminado por grasa». En esa época el aceite doméstico de las viviendas y los bares se tiraba por el fregadero o el wáter, una amenaza que decidieron paliar dentro del ámbito escolar. De esta manera, comenzaron a buscar viejas recetas de fabricación de productos con aceite, «llegando a la conclusión de que lo mejor sería reciclarlo para hacer jabón casero», recuerda Antonio Morente, coordinador en el CEIP Padre Marchena.

El aceite lo llevan las familias a los centros escolares, donde se va acumulando para la fabricación, proceso en el que participan los niños así como toda la comunidad educativa. En educación Infantil los padres echan una mano a los pequeños, que ilusionados mueven la mezcla. Así lo cuentan Loreto y Lucía, que con su media lengua de cuatro años, explican que «movemos el palo y el aceite lo echa Antonio. Nosotros hacemos el jabón con el que nos lavamos las manos».

El resultado es un producto de excelente calidad que se utiliza para el aseo diario de los alumnos y para el saneamiento genérico del colegio, puesto que «es lo mejor para la limpieza de mesas y sillas», detalla Mérida. Sin embargo, el gran porcentaje de este jabonoso material es enviado como ayuda humanitaria a Togo, concretamente a las hermanas de San Francisco, quienes lo utilizan en el dispensario y para lavar la ropa. Otra pequeña proporción va para el pueblo saharaui.

Aunque la recuperación de esta vieja costumbre, respetuosa con el medio ambiente, se realizó de manera experimental y para uso en el centro, por una persona conocida que trabajaba en Togo, enviaron una pequeña muestra para el dispensario y ambulatorio. No obstante, el buen resultado del producto fue tan solicitado que, al siguiente año, el jabón –que en un principio se había mandado en una maleta– fue creciendo hasta «lo máximo que pueden fabricar los centros».

Una sanitaria era la encargada de transportarlo, pero cuando la carga fue aumentando, le solicitaron a un grupo de Dos Hermanas meter la carga en un contenedor que reenviaban hacia África. Ahora mandan directamente el contenedor «con un grupo de la Sierra Sur, donde también se envía material informático, material escolar, juguetes, y comestibles, entre otros artículos». Durante todo el año el grupo Junior de Marchena va almacenando en una nave que les han cedido en Estepa los productos que mandan junto con el jabón.

Un proyecto pionero que, poco a poco fue creciendo, hasta ser reconocido en la convocatoria Premio Aprendizaje-Servicio 2017 en la categoría de medio ambiente que reconoce la labor de los centros educativos y entidades sociales que integran el aprendizaje de los estudiantes con acciones solidarias destinadas a mejorar la calidad de vida de la comunidad.

Esta experiencia de dos amigos se ha convertido en una idea compartida por muchos grupos que participan en la iniciativa que en el mes de abril se hace grande porque es cuando se realiza el envío. Sin embargo, como bien dice el refrán «en enero todo el mundo es jabonero» y es cuando se fabrica el producto. Este año entre ambos colegios han hecho 3.000 kilos, de los que se envía el 90 por ciento. El resto se queda en el centro para la limpieza y otra parte va para las familias. Además, según Antonio Mérida, «del que tenemos en el centro también se reparte a personas que nos vienen con problemas de escaras, ya que va muy bien para ello».

Desde los inicios han sido más de 50.000 kilos de jabón fabricado por niños, que han aprendido que con su buen hacer pueden evitar la contaminación, así como ayudar a personas menos favorecidas.

Juan Antonio Pozo es alumno del CEIP Juan XXIII e irá junto con los dos coordinadores, los directores de los centros y otro alumno a recoger el premio el 1 de diciembre en Hospitalet. A pesar de su juventud, ya lleva seis años colaborando. Ahora, junto a sus compañeros, ayuda en la logística a la hora de preparar los paquetes. La receta la conoce al dedillo: «Un kilo de sosa cáustica con cinco litros de agua y luego el aceite hasta que espesa».

Para Morente, este premio es un reconocimiento y un estímulo para seguir, ya que «hemos ido creciendo en organización desde el principio, pasando de una experiencia educativa a una ayuda humanitaria, entendiendo que lo que mandamos es ayuda al desarrollo. Utilizamos el jabón para poner nuestro granito de arena en este mundo». Un mundo que es mejor gracias al jabón que fabrican pequeños de Marchena.